El músico y escritor James Rhodes ha conversado con Ana Requena en el Festival de las Ideas y la Cultura celebrado en A Coruña. En su charla, la periodista de elDiario.es hacía referencia a la reflexión que Rhodes hace en el inicio de su libro Instrumental (Blackie Books, 2015) sobre una frase que se suele decir a quien ha pasado por una situación traumática: “No me puedo imaginar por lo que has pasado”. Su réplica es clara: “Nos tenemos que imaginar lo que las demás personas han pasado”. Las noticias sobre agresiones sexuales a menores se han vuelto parte de la vida cotidiana y considera necesario pararse y ponerse en el lugar del otro. Y hablar de ello, como él mismo hizo en su obra sobre los abusos sufridos en su infancia. “Hay que poner luz sobre las cosas feas. Cada abuso de poder existe más fácilmente en el silencio”, dice.
Rhodes ha reflexionado sobre su propia historia, sobre la respuesta del director de su colegio que, cuando una profesora avisó de que algo grave ocurría con el pequeño, al que se habían encontrado con sangre en las piernas, respondió que debía “endurecerse”; sobre realidades de abusos no tan ocultas, porque sostiene que sí dan indicios, pero se ignoran; sobre la culpa y la vergüenza que sienten las víctimas -“Es la cosa más difícil de vencer para mí”, dijo-; sobre la actividad creativa, en su caso la música, como refugio; y sobre el cuestionamiento de los testimonios de los niños y de las mujeres.
El músico, cuyo activismo social sobre la protección de menores llevó a que informalmente la ley contra la violencia a la infancia se conociese con su apellido, conversó con la redactora jefa de Género de elDiario.es dentro del FIC, Festival que este periódico celebra en A Coruña. Durante la charla el músico intercaló tres piezas musicales -de Brahms, Chopin y Bach-. Se presentó al encuentro, en A Coruña, vestido con una camiseta con el lema “Muros. Galicia profunda” y predicando su entusiasmo por el noroeste y defendiendo que su aprendizaje de la lengua gallega es una cuestión de “respeto”.
Pero después de insistir en las razones de su predilección por España frente a su tierra natal, Reino Unido, la conversación giró hacia el impacto de los abusos y también el de contarlos. Hacer pública su experiencia, admite, “no es fácil”, entre otras cuestiones porque es consciente de que hay quien lo utiliza como “munición”. “Si yo tengo un micrófono, incluso pequeño, para mejorar las cosas, hay que hacerlo. Si guardas silencio, eso es complicidad”, manifestó.
Rhodes rechaza la idea de que los abusos a menores se pueden prolongar en el tiempo porque no se perciben: “La gente detecta, segurísimo, pero no hace nada”. En España, recalca, con la ley actual hay un deber de denunciar. Tampoco acepta que la sociedad o sus integrantes sean ingenuos respecto a las agresiones sexuales a menores: “Sabemos lo que está pasando, pero es muy difícil afrontar esa verdad”. Todo lleva al músico a la conclusión de que hay que hablar.
Retrata otra dificultad cuando hay agresiones a menores. Los niños, dice, “son invisibles para mucha gente y demasiadas veces no se les cree”. Lo extiende también a la violencia sexual sobre las mujeres. Ha mostrado su estupefacción por reacciones que culpabilizan a las víctimas, como cuando una persona de su entorno a la que él le contó que lo habían violado de niño le contestó: “Es que eras muy bonito”. Lo compara con las preguntas a las mujeres víctimas de agresión sexual a las que se pregunta por su indumentaria. “Hay gente que vive en un mundo de hace dos siglos. Mira a Rubiales”, añadió. Esas personas, dice, “tienen que despertar”.
El músico puso el foco también en la inversión pública en educación y defendió que la escuela debe dar cabida a más contenidos creativos. Y reveló que entre sus escuchas están Leiva, Sabina, Serrat, Charly García y Extremoduro. En su opinión “da igual qué música escuches, lo importante es que escuches música”.