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Entrevista Líder de Siniestro Total

Julián Hernández: “Está bien que Galicia exporte: Franco, presidentes de Gobierno y Conferencia Episcopal y ahora Feijóo”

Después de 40 años en la carretera, Siniestro Total se van. La banda ha anunciado un concierto de despedida el 6 de mayo en el WiZink Center de Madrid, pero la demanda de entradas ha sido tal que han añadido otra fecha, el 7 de mayo. Julián Hernández (Madrid, 1960), líder de la banda y único superviviente original, ha conversado con elDiario.es del encuentro “raro” con Miguel Costas, de la posible censura actual de sus letras, del derecho a blasfemar, de Feijóo, del rey emérito, del día que telonearon a Madonna, de Rusia y de si hay vida más allá de Siniestro Total.

En Vigo, capital de la música del Noroeste, los símbolos de la Movida están en extinción. Se ha desmontado el Scalextric, el mítico pub El Manco -donde eran habituales- bajó la persiana y su fachada está empapelada anunciando su venta. Otro templo como La Kama se ha reconvertido en salón de baile para la tercera edad y el nombre de otra mítica sala, el Kremlim, ha quedado despojado de gamberrismo en el contexto bélico actual. Nada es lo que era, pero Julián Hernández, locuaz y sin un ápice de nostalgia, transmite ilusión. 

Se despiden en el Wizink Center y han agotado ya la primera fecha con casi 14.000 entradas. Parece que va a ser a lo grande…

Estamos flipando todos. A falta de dos meses hemos tenido que marcar otra fecha porque van más de 15.000 entradas vendidas en total. Hemos tocado en grandes festivales y grandes aforos, pero jamás habíamos vendido tantas entradas para un concierto. 

Su primera fecha para tocar en Madrid es el 6 de mayo, casi coincidiendo con el aniversario de la victoria de Ayuso el 4 de mayo, ¿no lo habrán hecho a propósito?

[Ríe] Pues no, pero ya es coincidencia. Lo que sí he leído es que la NASA ha comunicado que ese 6 de mayo, un asteroide de tamaño considerable impactará sobre la Tierra. Imagínate que nuestro último concierto coincida con el día de la destrucción del mundo.

Usted es el único miembro original de la banda que se mantuvo. Tras cuatro décadas y tantas convulsiones internas, ¿cuál es la clave para ser el único superviviente ?

Pues la cabezonería y que fui un trepa. Fui trepando de la batería a la guitarra y después, a cantar. Fue un ascenso por persistencia y algo de casualidad. Siniestro no es como Ilegales, que es Jorge Ilegal y es casi un proyecto de autor. Esto es diferente. Yo empecé a hacer letras para el grupo porque nadie las escribía. Y ahí fui quedando... y hasta ahora.

¿Cómo fue el reencuentro con Miguel Costas y el primer ensayo juntos después de treinta años?

Fue una sensación rara. Miguel estuvo en el grupo algo más de la cuarta parte de nuestra existencia. No era cuestión de que viniese y tocase un par de canciones, sino estar de invitado en todo el bolo. Volver a reunirnos en el local y ver que aquello sonaba igual que hace treinta años fue como un shock. Para bien y para mal todo es exactamente igual que hace tres décadas. Nos lo estamos pasando en grande ensayando.

Miguel Costas ha compuesto también muchos de los grandes éxitos de Siniestro. A ver si van a volver a discutir el último día para ver si tocarán las de Miguel o las suyas…

No, no, ningún problema. Miguel tocaba muchas canciones de Siniestro en sus bolos, quizá demasiadas en detrimento de sus canciones nuevas. No hay discusiones de si tú o yo. Vamos probando porque algunas las cantaba Coppini en el original, como Ayatollah. Tenemos que repartirnos porque ya tenemos una edad y vamos hacer un concierto de dos horas y media. Así descansamos la voz, además de haber algún invitado. La manera de hacer una lista es tener un principio y tener un final, y luego ya rellenamos por el medio.

¿Dejarán de lado aquellas canciones que en un momento fueron muy gamberras, como Hoy voy a asesinarte o Las tetas de mi novia y hoy no pasarían el filtro de la corrección imperante?

Para nada. Estamos judicializando un tema que nada tiene que ver. Lo que se cuenta en una canción no tiene por que ser la opinión del señor que canta. En Hoy voy a asesinarte, no soy yo el protagonista. Hace un tiempo metieron Bailaré sobre tu tumba en un listado de temas que incitaban al odio. Es absurdo. Probamos las canciones y si nos gustan, vamos adelante. La gente es muy pacata y se está escandalizando por cualquier tontería. Esto ya era así en el 82, pero sin redes sociales. No nos planteamos ni la más mínima autocensura para esta despedida.

Ustedes se caracterizaron siempre por su irreverencia, ¿ahora la irreverencia cotiza a la baja?

Pues sí. Tiene que ser posible ser irreverentes. Yo opino lo mismo que el escritor Ramón Irigoyen. Él dice que la blasfemia tiene que ser legal. ¿Cómo va a ser ilegal blasfemar en un país que se está cagando en Dios todo el santo día, católicos y no católicos? Como lo de Willy Toledo, en su día. Si blasfemamos, pues condénennos al infierno y ya está. No se puede judicializar todo.

 Su concierto de despedida se titula 40 años sin pisar la Audiencia Nacional. Dicen que han tenido suerte de no pisarla en todos estos años. Ha pasado por allí tanta gente que de los pocos que quedan por pasar son ustedes y el rey emérito…

[Ríe] ¡Eso no lo había pensado! Es verdad, el rey emérito se escaquea un montón. Bastante más que nosotros, pobrecitos, que no tenemos un dólar por barril de petróleo, ni somos comisionistas en venta de armas a Arabia Saudí para bombardear Yemen. Hacer una canción como Bailaré sobre tu tumba, es mucho más bonito que vender armas a una dictadura para masacrar a un país. 

El 30 aniversario lo cerraron, como muchos de sus conciertos en los últimos años, con el himno de Rusia sonando ¿Cómo cree que se lo podría tomar el público en el contexto actual?

Es cierto que durante una temporada acabábamos con una versión del himno ruso. El himno ruso es precioso, se puede cantar y es emocionante. Mucho mejor que el himno de España, que es algo chusquero, una marcha militar sin letra. Pero antes de comenzar la guerra de Ucrania ya habíamos variado la forma de cerrar los conciertos.

¿Tocar de teloneros de Madonna en 1990 en Balaídos es el lugar más extraño donde les han programado?

Sí, seguro. Está en en lo alto del top ten. Aquello fue una marcianada que se le ocurrió a Bibiano Morón, que era el promotor. Madonna era una estrella en un camerino inmenso y nosotros en un cuartito infame. Era un mundo que no habíamos conocido hasta ese momento. Madonna pidió vaciar Balaídos para hacer la prueba de sonido. Pero los técnicos eran viejos rockeros con camisetas de AC/DC y en cuanto probamos nosotros con Miña Terra Galega y vieron que era una versión de Sweet Home Alabama nos hicimos colegas. Vimos las pruebas de Madonna escondidos debajo de la mesa de sonido. Al final fue una experiencia brutal y estuvo muy bien hacerlo.

Han sobrevivido al casete, a la música en la radio, al vinilo, al cd, a la irrupción de la música digital, a la piratería o a Spotify, ¿qué es lo peor y lo mejor que le ha pasado a la música en estas cuatro décadas?

Hay muchas cosas buenas, pero para mi hay una cosa atroz sobre la que he reflexionado. La influencia del pop y el rock después de la Segunda Guerra Mundial fue brutal. Las discográficas ganaron mucho con el rock and roll en poco tiempo, pero después la gran industria discográfica quedó al borde del descalabro. La caída de esa influencia coincide con la muerte de Frank Zappa y Kurt Cobain, a principios de los noventa. Actualmente, en una lista de éxitos no hay un grupo de rock ni por asomo. La cantidad de formatos que hemos visto pasar por delante de las narices ha sido mucha. Creí que iba a ser menos.

¿Y usted qué escucha ahora?

A mí el pasado me parece más amplio que el presente. Nunca me molesté en buscar novedades como fuese, no tuve ese afán. Lo que a mí me gusta no es lo mayoritario. Puedo escuchar el último disco de Rosalía, pero me sigue encantando la música contemporánea y sigo escuchando a Stockhausen. Cada vez me parece más maravillosa la música contemporánea del siglo XX, pero también creo que la música ha ido perdiendo importancia en la cultura general.

Casi va a coincidir su último concierto en Madrid con la llegada de Feijóo a la capital para tomar el mando del PP tras dejar la Xunta. ¿Esa es una buena o una mala coincidencia?

¡Manda cojones! Creo que está muy bien que Galicia sea un país exportador. Ya les exportamos a Franco, a un presidente de la Conferencia Episcopal, a otro de la SGAE, a un presidente del Gobierno y ahora a Feijóo. Pero no creo que esta última exportación sirva para aliviar lo jodida que está Galicia.

Cuando se llevan décadas de rock and roll, ¿lo que más quema es la carretera?

Sí, quema muchísimo. El otro día también se lo escuché a Alejandro Sanz y decía que estaba harto. Y eso que es más joven y tiene mucha más pasta y más medios que nosotros para moverse. No solo es la furgo, los aviones se han convertido en una tortura también. Esto no es viajar por placer. Es llegar, probar, tocar y venirte de vuelta. Creo que con 60 años es mejor ir parando, como le pasó a Rosendo y a otros antes. Yo no me veo como Aznavour o como Compay Segundo subiendo con 90 años a un escenario.

¿Cómo se imagina su vida sin conciertos de Siniestro Total?

Eso no será un problema. Tengo muchísimas cosas que hacer. Ahora preparo un cancionero comentado con las letras de las versiones de Siniestro, que son 27 temas. Saldrá en abril con Trama y se llamará Folla con él, titulo de una versión de Highway to Hell de AC/DC que hicimos en los orígenes. Creo que escribir ha llegado para quedarse. Si alguna vez echo de menos tocar, ya tocaré yo solo para mi en el salón de mi casa y me apaño.

Pero se retiran de verdad, ¿o esto será como la Gira del Lucro Indecente de los Sex Pistols?

Esa fue genial porque iban con la verdad por delante, a hacer caja descaradamente. Nosotros seguiremos grabando alguna cosa pero los conciertos se acaban. No debemos romper esta magia, aunque solo sea por lo encantada que está la gente. Nos van a tener que creer. Esto es para acabar y punto.