En sus primeros días como presidente de la Xunta, Alfonso Rueda tuvo que responder a la pregunta sobre sus planes de traslado a la residencia oficial reservada para la persona que ocupa su puesto. El sustituto de Feijóo, vecino de Pontevedra, despejó la cuestión asegurando que no se había planteado esa mudanza y que, por el momento, seguiría residiendo en su domicilio habitual. Antes que él Feijóo ya dejó de frecuentar la lujosa vivienda que ocupó en sus primeros años al frente de la Xunta. El inmueble se encargó por empeño de Manuel Fraga y en su construcción se invirtieron entre 7 y 10 millones de fondos públicos. Ahora, corre el riesgo de consolidarse como una casa fantasma.
Sin presidente que la ocupe, la residencia oficial de Monte Pío se mantiene como el epicentro de un barrio situado en una loma de Santiago de Compostela con inmejorables vistas a la catedral. Cuando el socialista Emilio Pérez Touriño ocupó el puesto de Manuel Fraga en la Xunta no se planteó otra alternativa que la de instalarse en la residencia oficial reservada para el presidente de la Xunta. En aquellos años de Gobierno bipartito, el presidente del PSOE dio un uso frecuente a la casa no solo como habitante, sino con frecuentes reuniones y comidas en la zona de despachos anexa al espacio exclusivo para sus moradores. Cuando Alberto Núñez Feijóo llegó al poder también ocupó inmediatamente el inmueble pero no se quedó en él durante todos sus mandatos. Con motivo de su relación con Eva Cárdenas y tras el nacimiento de su hijo, la pareja se instaló en su domicilio de la ciudad de A Coruña, que alternaban durante los fines de semana con un chalé de veraneo en la localidad pontevedresa de Moaña.
A pesar del escaso uso que la instalación ha soportado en los últimos años todo en ella está constantemente dispuesto por si el presidente aparece. Hablamos de una vivienda de 25.000 metros cuadrados, que se prolongan hasta los 70.000 si contamos la zona de parque que la circunda. Emilio Pérez Touriño dijo de ella que su tamaño era “desmedido” y “extraordinario”. En su libro de memorias O futuro é posible, Touriño escribió: “Lo que realmente nos dejaría sorprendidos a mí y a mis colaboradores y, más tarde, a mi familia eran las dimensiones del proyecto tanto por su tamaño desmedido y extraordinario como por los recursos que ofrecía, incluyendo una piscina interior climatizada, sauna, zona de gimnasio y jardines privados”.
Touriño estimó en siete millones de euros el coste de la infraestructura aunque reconoció que la administración de Manuel Fraga nunca fue transparente cuando se les preguntó por la cuestión. Otras estimaciones sitúan el gasto por encima de los 10 millones. Además de lo anterior, la vivienda obliga a gastos en materia de seguridad, mantenimiento, limpieza y jardinería que se asumen haya o no un inquilino en su interior. Esta misma semana la zona de aparcamiento frente a su entrada principal se encontraba completamente vacía y solo se podían observar dos vehículos de la policía autonómica aparcados al otro lado de la primera valla que la protege.
El equipo que acompañó a Alberto Núñez Feijóo en la Xunta se niega a ofrecer una cifra con los gastos de mantenimiento del edificio. Ni siquiera cuando elDiario.es pidió ese dato a través del portal de transparencia. En una resolución fechada en julio de 2021 la administración autonómica venía a decir que los gastos de luz, agua o jardinería de los edificios públicos se contratan de manera conjunta por lo que les resultaba imposible calcular a cuánto ascienden los costes de mantenimiento y suministros de la residencia oficial del presidente de la Xunta, ya para entonces prácticamente desocupada.
El edificio, perfectamente integrado en el paisaje y casi imposible de intuir desde el exterior, es obra del arquitecto Manuel Gallego Jorreto. Cuenta con una zona oficial de despachos con una gran sala de reuniones, un espacio para secretaría, zona de servicio y comedor. En la planta superior se encuentra la zona residencial con media docena de habitaciones. En la planta baja también hay habitaciones; varias para el servicio y otras tres que están reservadas para invitados.
Al igual que en los últimos años de Feijóo, el palacio apenas tiene uso y los vecinos de la zona reconocen que el trasiego de vehículos, frecuente en los últimos años del Gobierno de Fraga y durante el que lideró Touriño, ha dejado de producirse. El objeto por el que se construyó el inmueble está a día de hoy tan alejado de la práctica diaria de la administración gallega que Alfonso Rueda parecía ser el primer sorprendido cuando se le preguntó si estaba preparando la mudanza. Su respuesta, tras la celebración del primero Consello de la Xunta bajo su mando, fue la siguiente: “Llevo cuatro días y no me lo planteé en absoluto. Ahora mismo sigo en mi domicilio, que es el que tengo desde antes de entrar en política. No depende solo de mí, sino de circunstancias como las relacionadas con la seguridad”.