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Un club gallego de fútbol sala garantizará la renovación de contrato a sus jugadoras embarazadas

Jugadoras del Burela Pescados Rubén celebran un gol

Miguel Pardo

El primer club en hacer contratos profesionales a las mujeres y, ahora, el primero que aprobará un convenio colectivo para las jugadoras del equipo femenino. El Burela Pescados Rubén negocia con la Asociación de Jugadoras de Fútbol sala Femenino (AJFSF) los últimos detalles de un documento pionero en el que se incluirán, entre otras cosas, varias medidas para favorecer la conciliación y de apoyo a la maternidad y ayudas para la compra de libros de texto o para la matrícula en escuelas infantiles de los más pequeños.

Siguiendo con su reconocido trabajo a favor de la igualdad en todos sus equipos, el Burela ha decidido en esta temporada “dar un paso más”, tal y como explica su vicepresidente, José Luis Sáez. “Llevamos bastantes años haciéndoles contratos profesionales a las mujeres y ya tenemos un convenio a nivel masculino. ¿Por qué no íbamos a hacer lo mismo con ellas?”, explica el directivo, que intercambia en estos días correos y borradores con la AJFSF y el equipo de abogadas para rematar lo antes posible un convenio “que no es un acuerdo entre cuatro amigos”. “Se llevará al Ministerio de Trabajo para darle toda la legalidad”, aclara, de ahí que los trámites burocráticos impidan dar una fecha exacta para su aprobación. “En todo caso, ya estamos aplicando las medidas”, advierte.

Entre las que se están implementando en los últimos borradores, varias medidas que Sáez considera “de sentido común” y “normales”, pero que sabe que no son nada habituales. Más bien todo lo contrario. Pretenden incluir ayudas para la matriculación de los pequeños en escuelas infantiles o para la compra de libros de texto, siempre “acordes a la economía del club”. También establecer diez días de libre disposición al año para la madre o la renovación automática del contrato en caso de que una jugadora se quede embarazada. Todas, medidas que “no quieren quedarse sólo en los meses posteriores al parto o durante el embarazo, sino extenderlas hasta que los hijos tengan 5 o6 años”. “Queremos facilitar la conciliación con el trabajo”, insiste.

Además, en el Burela ninguna jugadora cobra menos del salario mínimo interprofesional, una cantidad que será la mínima que se establezca en el convenio pero que en el club intentan “que siempre sea mayor”. De hecho, hay “cinco o seis” jugadoras del equipo femenino que cobran más que cualquiera de sus compañeros del masculino.

“Aquí todo el mundo es exactamente igual, como no podía ser de otra manera. Las chicas tienen lo mismo que tienen los hombres y viceversa”, advierte Sáez, que asegura que en el club pudieron haber apostado, como ocurre en tantos otros casos, “por un equipo masculino [hoy en la segunda categoría estatal] top y en la división de honor”. “Porque al final hay que dividir los gastos... Pero nosotros siempre hemos querido hacer esto y estamos contentos así”, dice.

El Burela de categoría femenina presume de palmarés. Ha sido campeón de Liga en dos ocasiones (2012-13 y 2015-16), de Copa (2013) y de la Supercopa de España (2015). Durante años, el club de la Mariña lucense fue el único de España de fútbol sala que tenía equipo de hombres y mujeres en la máxima categoría. Una entidad con un presupuesto total de unos 800.000 euros y que cuenta con alcanzar esta temporada los 600 socios en una localidad que no llega a los 10.000 habitantes. 

A pesar de todo, las medidas implantadas por el club gallego encuentran “obstáculos incomprensibles” en la legislación y en alguna normativa “que no entiende nadie”. Por ejemplo, la incluida en la Ley del Deporte que especifica que cualquier deportista, en el momento en el que se convierte en profesional, tienen una retención mínima del 15% en el IRPF. “Y da igual que cobre 1.500 euros o que juegue en la Primera División”, explica. Además, el Consejo Superior de Deportes (CSD) subvenciona las cuotas de la Seguridad Social a los clubes de fútbol de 2ªB, una ayuda en la que no está incluido el fútbol sala femenino y de cuya partida siempre sobra dinero. “Sabemos que se acabará cambiando, pero no es normal”, añade.

También hay obstáculos fuera de la legislación. “Hay empresas con las que contactamos que nos exigen que su patrocinio sea para el equipo masculino”, cuenta Sáez. “Seguiremos luchando y seguiremos haciendo las cosas bien, porque lo que hacemos es normal, ¡caramba!”, añade quien critica, también, “el postureo que hay en la clase política respeto a la igualdad”. “Hablar de boquilla está muy bien y no cuesta dinero, pero hay que hacer. El movimiento se demuestra andando”, finaliza.

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