Las reiteradas alertas lanzadas en los últimos años sobre la despoblación del interior de Galicia vienen alternándose, a la espera de respuestas firmes de las administraciones, con soluciones procedentes de la iniciativa privada que apuestan por la repoblación con extranjeros de elevado nivel adquisitivo. La última propuesta en esa línea vino esta semana de la mano de la actriz estadounidense Gwyneth Paltrow, que entre los regalos de Navidad “ridículos pero increíbles” que cada año recomienda en su web incluyó en esta ocasión una aldea abandonada en Riotorto (Lugo) a la venta por 150.000 euros. Frente a la idea recurrente de repoblar con extranjeros aldeas abandonadas, hace cinco años una empresa propuso a la Xunta crear de la nada también en Lugo, en Guitiriz, un macrogeriátrico de más de 2.000 plazas que atrajera jubilados “de toda Europa, por la idoneidad del emplazamiento, por la climatología y por las horas de luz”.
Si la propuesta ahora lanzada por Paltrow, y previamente por diversos medios de comunicación sobre otras aldeas abandonadas, implicaría no sólo el coste de adquisición sino importantes obras de rehabilitación, el proyecto que en 2011 comenzó a tramitar una pequeña empresa de arquitectura madrileña que actuaba como pantalla de inversores desconocidos implicaba la inversión de 135 millones de euros para construir de la nada una ciudad de jubilados con unas 2.000 plazas en 173 hectáreas de monte comunal de Guitiriz. A pesar de ir en contra de las premisas incluidas en las Directrices de Ordenación del Territorio de la Xunta, que apuestan por la recuperación de poblaciones ya existentes frente a la construcción de nuevos núcleos dispersos, el Gobierno gallego validó ambientalmente el proyecto, que sus promotores llegaron a promocionar de manera pública a comienzos de 2013 pero del que después nunca más se supo.
El plan económico de aquel proyecto, que sus promotores denominaron Ciudad Verde de Guitiriz y calificaban como “senior resort” pero que expertos geriatras llegaron a calificar como “gueto” de personas mayores y cuyo modelo fue rechazado por la Consellería de Política Social, contemplaba que las plazas tuvieran un coste de 1.800 euros al mes, lo que para sus promotores suponía que sus servicios estuvieran “al alcance de todos”. A cambio, los impulsores del proyecto, que pensaba pagar un alquiler anual de 30.000 euros a la comunidad de montes en la que se emplazaría, esperaban obtener unos beneficios anuales de unos 14 millones de euros. El proyecto, decían los promotores, atraería usuarios interesados del extranjero, “al tratarse de un retiro idílico para personas mayores de toda Europa, por la idoneidad del emplazamiento, por la climatología y por las horas de luz”.
Tras obtener el visto bueno ambiental de la Xunta, pero aún sin recibir todos los permisos necesarios, los promotores lanzaron a comienzos de 2013 una web en la que informaban del proyecto. Sin embargo, nunca llegaron a avanzar en su tramitación y hoy ese monte comunal de Guitiriz sigue estando ocupado por árboles y no por la ciudad de ancianos europeos que defendían sus promotores.