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Las mujeres gallegas son mayoría en los sueldos más bajos y los cuidados familiares lastran su ascenso

El decil de salarios es una de las vías para medir la evolución de los sueldos en un territorio a lo largo del tiempo. Se trata de una operación estadística derivada de la Encuesta de Población Activa (EPA) que divide la población asalariada en diez grupos en función del importe bruto medio mensual de la remuneración que reciben por su trabajo principal. Con las cautelas a las que obliga el hecho de tratarse de valores medios, este indicador permite llegar a conclusiones como que los salarios más altos ascendieron en Galicia durante la crisis un 5% mientras los más bajos caían un 10%, pero también retrata con claridad la brecha salarial de género y permite intuir alguna de las de sus causas.

La última actualización de estos datos ofrecida por el Instituto Galego de Estatística (IGE), la del año 2006, sitúa la barrera del mileurismo real -percibir al menos 1.000 euros netos al mes- en el cuarto decil, lo que llega a una media de 1.287 euros brutos. Ese cuarto decil es, precisamente, el último en el que las mujeres gallegas son claramente mayoritarias frente a los hombres: casi 47.000 asalariadas frente a algo menos de 36.000 asalariados. En los tres tramos anteriores la diferencia es aún más evidente y alcanza su mayor punto en el primer decil, el del personal asalariado que no llega, de media, a los 450 euros brutos mensuales: en esta situación se encuentran 64.500 mujeres y menos de 18.000 hombres en Galicia.

La relación se invierte a partir del quinto decil, cuando la diferencia entre sexos pasa a ser relativamente estable siempre a favor de los hombres hasta llegar al sector de la población que cobra los salarios más elevados, un promedio de unos 4.200 euros brutos mensuales. En esta situación están unos 52.000 hombres y alrededor de 30.000 mujeres gallegas.

A pesar de las variaciones provocadas por la crisis económica en la estructura salarial general, la proporción entre mujeres y hombres en el decil más bajo no ha variado de manera significativa. La serie completa que el IGE ofrece al respecto, desde el comienzo de la década, muestra que en ese sector de la población con los salarios más bajos la presencia femenina se mantiene en el entorno del 80% y que cuando varía lo hace para que la preponderancia femenina sea aún mayor.

Esa mayor presencia de mujeres entre los sectores de la población asalariada con las remuneraciones más bajas está íntimamente relacionada con otro factor: la mayor incidencia de las jornadas parciales entre las trabajadoras. Así, por ejemplo, prácticamente 60.000 de esas casi 65.000 mujeres que no reciben ni 450 euros brutos al mes ejercen trabajos con jornada parcial. Mientras, en las jornadas completas con sueldos elevados la presencia femenina es minoritaria.

Parte de la explicación al peso de la parcialidad en el trabajo femenino puede ser encontrada en la propia EPA. Concretamente, en la sección de la encuesta que analiza las causas de las jornadas parciales. En el caso del personal que sitúa como principal causa de esa parcialidad los cuidados de infancia y personas mayores u otros deberes familiares, las mujeres son amplia mayoría. Los datos más recientes, de finales de 2017, indican que estaban en esta situación casi 23.000 mujeres y tan solo 1.100 hombres en Galicia.