En primavera de 2014, cuando los datos laborales referentes a Galicia ofrecían algunos de los peores diagnósticos de toda la crisis, el presidente de la Xunta cuestionaba el efecto desánimo que lleva a parte de la personas en situación de desempleo a no renovar su alta en las oficinas de empleo, especialmente cuando se quedan sin prestación. “Es difícil encontrar un trabajo si no muestras interés en conseguirlo”, sentenció entonces Alberto Núñez Feijóo, para quien igual que “es imposible conseguir una operación quirúrgica si alguien no está apuntado en la lista de espera de un hospital”, es complicado dar con un puesto de trabajo sin tener una inscripción activa en el antiguo INEM. Tanto antes como, muy especialmente, durante la crisis, los datos desmienten el vínculo entre inscripción en la oficina de empleo y posibilidad de salir del paro.
Los datos más recientes indican que de las más de 289.000 bajas por colocación registradas durante el año 2015 que tuvieron como causa una colocación, pocas más de 10.500 tuvieron en su origen una oferta de trabajo llegada o gestionada desde la oficina de empleo. Esto supone, por lo tanto, que apenas el 4% de las personas que salieron de la lista del paro para trabajar en Galicia durante el pasado año pudieron hacerlo gracias a la intermediación directa del Servicio Público de Empleo. O, lo que es lo mismo, que el 96% de estas colocaciones se produjeron gracias a las gestiones realizadas por cuenta de las personas desempleadas.
Como muestra el gráfico bajo estas líneas, las colocaciones logradas por el Servicio Público aumentaron un poco con relación a 2014, pero todavía está lejos de niveles previos a la crisis, cuando las oficinas de empleo llegaron a encontrar casi el 20% de los empleos que dieron lugar a bajas en las listas del paro. Como es obvio, estas cifras no se pueden traducir automáticamente en reducción del paro, toda vez que no todas las bajas computadas durante un año corresponden a personas diferentes.
Estos números se dan en un contexto en el que, durante el año 2015, algo menos del 60% de las bajas en las oficinas de empleo se debieron a encontrar trabajo. Un tercio de las bajas fueron por no renovación de la demanda y el 9% restante, por “otras” causas, caso por ejemplo de las personas que pasan a seguir cursos de formación. El indicador de las bajas por colocación mejoró en tres puntos con relación a 2014 y en 8 con relación a 2012 y 2013. Mientras, el epígrafe “otras” se mantiene invariable en términos porcentuales desde 2012.
Vía libre y subvenciones a las agencias privadas
Las evidentes deficiencias de las oficinas de empleo como vía para encontrar trabajo no han sido compensadas en los últimos años con medidas de refuerzo del Servicio Público, sino que los gobiernos gallego y central han ampliado el margen de maniobra y las ayudas para las agencias privadas de colocación, caso de las empresas de trabajo temporal (ETT). Así, la reforma laboral de 2012 abrió la puerta a que las oficinas públicas subcontrataran sus servicios con las ETT y poco después, en 2013, el Gobierno de España aprovechaba un paquete de medidas sobre empleo en la juventud para levantar a estas empresas la única restricción que tenían en materia de contratación: la realización de contratos de aprendiz.
Una vez ensanchadas las funciones de las agencias privadas, el Ministerio de Empleo puso sobre la mesa hasta 200 millones de euros para sufragar los puestos de trabajo que pudieran encontrar las grandes compañías del sector -se les exigía tener un volumen medio de negocio anual de 100.000 euros-. El departamento de Fátima Báñez estipuló que estas empresas podrían recibir hasta 3.000 euros por proporcionarle a una persona desempleada un contrato de tres meses y, en el caso de Galicia, la Xunta decidió financiar el pasado julio con 4,9 millones de euros el pago a las agencias privadas de entre 200 y 1.700 euros por persona colocada.