La Era del Petróleo Barato ya es historia, según indican numerosos informes elaborados por una gran diversidad de entidades que van desde asociaciones de geólogos y otros científicos independientes, hasta instituciones de inteligencia militar o grandes aseguradores, pasando por la propia Agencia Internacional de la Energía. El Peak Oil o Cénit del Petróleo, es decir, el momento a partir del cual cada vez se extraerá menos petróleo y de peor rendimiento energético, ya está aquí, y la nueva legislatura del Parlamento Europeo (PE) será probablemente la primera que tenga que enfrentarse a las consecuencias más duras para la Unión Europea de este hecho histórico sin precedentes. La propia crisis económica sin final a la vista, los conflictos internacionales de trasfondo energético como los de Irak, Irán, Libia, Siria o más recientemente Ucrania, las revueltas del hambre, el desempleo sin freno, la inestabilidad monetaria, el problema de la deuda... todo remite a las previsiones que desde hace décadas viene haciendo la comunidad científica, comenzando por informes como el de Los Límites del Crecimiento, promovido por el Club de Roma en 1972, que tras cuarenta años de incomprensión y desprecio por parte de la hegemonía económica y política se está demostrando terriblemente acertado (vid. en este sentido, Los límites del crecimiento retomados, de Ugo Bardi, publicado recientemente por Los Libros de La Catarata). El reto que tenemos por delante como especie es de unas dimensiones inauditas, nos advierten, y las personas que resulten elegidas el próximo 25 de mayo tendrán una responsabilidad histórica inesperada sobre sus hombros: contribuir a preparar a la sociedad europea para la muerte de una civilización tras el final de la energía que la hizo posible durante poco más de un siglo. Hemos querido entrevistar a varias de las personas candidatas en estas elecciones para que nos explicasen si son conscientes de esta gravísima situación y lo que proponen hacer al respecto la opciones políticas que representan desde la institución parlamentaria de la UE.
Por primera vez en unas elecciones europeas el asunto del Cénit del Petróleo figura en ciertos programas electorales e incluso está siendo comentado por alguna de las personas candidatas en sus intervenciones de campaña. Así, Florent Marcellesi (EQUO-Primavera Europea) nos recuerda que ellos son “muy conscientes del final de la era del petróleo barato y abundante” y que esto los ha llevado a incluir en su programa varias propuestas encaminadas al “rápido abandono de los combustibles fósiles” identificando expresamente el “pico del petróleo” como “uno de los límites” a un crecimiento perpetuo que califican de “mito”. Proponen actuar desde tres ejes: ahorro, eficiencia y energías renovables “limpias y autónomas”. Lidia Senra (Alternativa Galega de Esquerda en Europa, nº 5 en la lista La Izquierda Plural, encabezada por IU) es junto con Marcellesi otra de las personas que ya se habían significado con sus posicionamientos acerca del Peak Oil en su labor activista previa a su candidatura europea. La ecoagricultora y sindicalista indica que este asunto es “el punto central” de las propuestas sobre energía de la formación a la que representa y que, de hecho, lo menciona casi diariamente en los mítines de esta campaña, relacionándolo con sus repercusiones en la economía, la alimentación o en el “modo de organizarnos socialmente”.
En esta línea también se expresa en su respuesta colectiva el pequeño Partido da Terra (PT), que tiene entre sus principios programáticos el “decrecimiento” y menciona no sólo el Cénit del Petróleo sino también el de los otros combustibles fósiles, haciendo hincapié en la cuestión de la “soberanía energética”, que según opinan es inseparable de estas cuestiones. Ana Miranda (Bloque Nacionalista Galego-Los Pueblos Deciden) no señala en su programa el Peak Oil expresamente pero sí reconoce la “fuerte dependencia del petróleo” que tiene la UE y aboga desde su candidatura por penalizar las energías fósiles y la nuclear y por promover las “energías renovables”, la “eficiencia energética” y la búsqueda de un nuevo modelo energético “más social y menos dependiente”, haciendo repetidas alusiones también a la “soberanía energética” y a la creación de “empleos verdes” de la mano de las energías renovables, algo en lo que también incide especialmente la candidatura de Equo.
El PSOE tampoco reconoce de manera expresa el Cénit, aunque el eurodiputado Sergio Gutiérrez admite que hay que prescindir de manera absoluta de los combustibles fósiles cuando habla de una “transición a una economía sin carbono” que sea “progresiva pero decidida”. Otro de los pequeños partidos que se presentan por primera vez a las europeas, el Partido X – Partido del Futuro (PX), en una respuesta colectiva, señala que el Cénit del Petróleo no está en la agenda del PE y que por tanto no ha sido incluido en su programa electoral, elaborado por los ciudadanos “de manera colaborativa” aunque orientado por las opiniones de un pequeño grupo de expertos entre los que se destacan personas vinculadas con Jeremy Rifkin, conocido proponente de una “III Revolución Industrial” basada en el hidrógeno y en la energía renovable, y que ha asesorado en diversas ocasiones a la propia Comisión Europea; de este grupo también forma parte un buen conocedor de la cuestión del Peak Oil y de los límites del crecimiento, como es el profesor de la UPC, Juan Martínez. Con todo, reconocen desde el PX que la “escasez de los recursos fósiles” es un tema importante y que se debe caminar hacia un modelo cada vez “menos dependiente” de ellos. El eurodiputado de UPyD Francisco Sosa Wagner, quien fuera en esta pasada legislatura miembro de la Comisión de Energía del PE, también se incluye entre los tecnooptimistas al señalar que el nuevo paradigma energético deberá basarse en las “oportunidades tecnológicas del siglo XXI”, entre las que se incluyen —en su opinión— la energía nuclear y el fracking.
En los programas
En cuanto a propuestas recogidas expresamente en los programas para hacerle frente al Peak Oil únicamente las podemos encontrar —al menos entre las candidaturas que han respondido a esta entrevista— en los programas de AGEe, el Partido da Terra y —más discretamente— en el de Equo. El PT llega a mencionar ocho acciones muy concretas aunque no explica cómo se podrían poner en marcha desde el PE. También AGEe presenta detalladas propuestas para una acción “inmediata, organizada y solidaria” para afrontar el Cénit del Petróleo y para convertir la energía en un servicio público “controlado democráticamente”; entre sus medidas encontramos propuestas expresas para la reducción del transporte o la rehabilitación energética de edificios por medio de directivas europeas. Equo menciona el tema en su programa en relación a una apuesta por mejorar la resiliencia de unas “Ciudades Sostenibles y en Transición” ante la amenaza del Peak Oil.
En la candidatura de UPyD encontramos continuidad con la actual política energética europea con unas menciones genéricas a la “reducción de emisiones”, la disminución de la “dependencia” de las energías fósiles, la eficiencia y el impulso a las renovables. Por contra, el BNG destaca que la política europea reciente ha cambiado de rumbo y ha dejado de lado las renovables y la búsqueda de una menor dependencia energética. “Seguridad energética” y “competitividad” son mencionados tanto por UPyD como por el PSOE, partido este que defiende que son valores que se han de “preservar” en la lucha contra el Cambio Climático. El Partido X es otro de los que vincula la cuestión energética con el cambio climático —como hacen en general todas las candidaturas—, y apunta ambiguamente a la reducción global del consumo en términos de “reajuste de los hábitos de consumo”. Este partido hace repetidas referencias al modelo eléctrico español y la polémica regulación del “autoconsumo” pidiendo una directiva europea que la corrija.
Ante el panorama del fin de la era del petróleo, surge inevitablemente la cuestión de las “energías alternativas”, terreno en el que encontramos importantes divergencias entre las diferentes candidaturas. El PSOE menciona su documento estratégico al respecto —elaborado “por un grupo de expertos”— y que pretenden sirva para un “pacto energético” a nivel español pero sin citar acciones que se puedan realizar desde el PE al respecto. Del otro lado se sitúan candidaturas como la de Equo que apuestan directamente por el abandono de todas las energías fósiles y de la nuclear y —al igual que AGEe— por un nuevo modelo energético 100% renovable en un horizonte indeterminado, basado en un mix variable y adaptado a cada lugar, y en un “menor consumo” energético —pues el actual lo consideran “inasumible”— combinado con una mayor “eficiencia”, esta sí, omnipresente en todas las candidaturas entrevistadas. El PT, al igual que Equo y AGEe, considera el nivel de consumo actual insostenible e imposible de cubrir con energías renovables, de lo que derivan la necesidad del decrecimiento. El Partido X también combina ahorro, eficiencia y fuentes energéticas locales en sus propuestas, en las que son asesorados por su propio “grupo de expertos”. Otra candidatura que apoya sus propuestas en las renovables y en la eficiencia (incidiendo menos en la cuestión del ahorro) es el BNG, que habla de una necesaria “revolución energética” que debería ser liderada a nivel mundial por la UE y basada en la “equidad social e internacional” y a la que aportan el concepto de “descentralización” y de “producción a pequeña escala”, de manera similar a lo que propone AGEe, quienes mencionan las “cooperativas energéticas” y el papel de los ayuntamientos en esa producción relocalizada de la energía, algo que también defiende Equo.
El BNG considera “inaceptable” la opción nuclear por sus riesgos y por los “gastos ocultos” que implica, señalan las repercusiones medioambientales y sociales de la extracción de petróleo en los países productores, y que no es “sensato” seguir quemando carbón —en opinión de Miranda—, aunque el BNG se ha posicionado repetidamente en defensa de las centrales térmicas de carbón gallegas de As Pontes y Meirama. AGEe propone el cierre progresivo de todas las centrales nucleares así como el de las térmicas de carbón y fuel-oil, y sitúa en el 2023 el horizonte de cierre de las centrales térmicas gallegas. UPyD reconoce que vivimos en una “civilización derrochadora” aunque afirma que la energía nuclear “es también una opción” para el mix energético que proponen. Ante la pregunta acerca de los estudios científicos en los que basan sus cálculos del grado de sustituibilidad de las energías fósiles por otras, ninguna de las candidaturas ha dado una respuesta concreta y, como mucho, se han referido a “grupos de expertos” (PSOE y PX) o al seguimiento permanente de las publicaciones de ciertos colectivos ecologistas o científicos (Equo, BNG, PT y AGEe).
Fin del crecimiento económico?
En cuanto a la incómoda pero fundamental cuestión de si el declive de la base fósil de la actual civilización industrial lleva o no necesariamente aparejado el fin del crecimiento económico, también surgen divergencias muy notables. AGEe advierte de que el “objetivo de un crecimiento que obliga a un mayor consumo energético deja de ser posible” con el Peak Oil, y habla incluso del “colapso de la civilización industrial” al que habría que hacer frente con un “decrecimiento controlado” y un “cambio radical en la sociedad”. Equo, pese a hablar con insistencia de una “salida verde a la crisis”, reconoce que es “imposible crecer indefinidamente en un planeta finito” y aboga por una “transformación ecológica de la sociedad” que implique, entre otras cosas, dejar de medir el crecimiento del PIB y sustituirlo por indicadores “del bienestar dentro de los límites del planeta”. El PT también es expresamente decrecentista y vincula un inevitable decrecimiento económico con el final de la energía fósil y con el aumento de la contaminación a escala planetaria —es decir, con los límites en las fuentes y en los sumideros—, señalando al tiempo que el “crecimiento económico es la base del sistema capitalista” y, por tanto, la imposibilidad de que este sistema continúe. Que la economía actual está basada “casi exclusivamente en el petróleo” es algo admitido también por el PX, cuyos representantes coinciden con las candidaturas anteriores en explicar que, en consecuencia, habrá que “cambiar necesariamente la lógica del crecimiento infinito”.
Claramente en contra de esta tesis se sitúa UPyD que opina que “las nuevas tecnologías” ofrecen oportunidades para “el crecimiento, el desarrollo industrial y la creación de empleo”. El PSOE es más ambiguo, al diferenciar los conceptos de “desarrollo” y “crecimiento” como argumento para rechazar la tesis del “fin del crecimiento” y hace mención a la “experiencia de crisis anteriores”, dando a entender que esta crisis no es radicalmente diferente, algo que sí afirman las candidaturas decrecentistas. El BNG también se sitúa fuera de las posiciones decrecentistas al considerar que “es posible un modelo alternativo que favorezca el crecimiento económico más allá del petróleo” que tenga su soporte en la investigación, “tecnologías limpias” y “políticas verdes”, y menciona el llamado “Factor 4” (producir el doble con la mitad de recursos). En este sentido es significativo que en su programa electoral se haga una interpretación básicamente política de las causas de que no estemos saliendo de la crisis: “la prolongación de la crisis económica forma parte de una estrategia destinada a consolidar el dominio del capital financiero”, sin vincular la duración de la crisis con los impedimentos energéticos.
Sobre la cuestión de la dependencia energética de la UE, más presente que nunca por la crisis ruso-ucrania, y las supuestas vías para luchar contra ella, tanto Equo como AGEe advierten de que la única vía “sustentable” para reducir dicha dependencia pasa por reducir el consumo energético en la UE al tiempo que se cubre ese menor consumo con energías renovables, y califican el resto de medidas como meros “parches”. En la cuestión del fracking —presentado por el gobierno de los EE UU como un medio para que la UE reduzca su dependencia del gas ruso— ambas fuerzas se oponen y Equo pide concretamente prohibir dicha técnica para no “hipotecar el futuro por unos pocos años” de (supuesta) “independencia energética”. En cuanto a los biocombustibles la formación ecosocialista propone replantear su uso actual y estudiar otros como los procedentes de residuos o de algas. El PX y el PT se sitúan en este aspecto en coordenadas semejantes a AGEe y Equo denunciando además el partido parroquialista gallego la baja “tasa de rendimiento energético” que ofrecen los agrocombustibles, siendo el único partido en mencionar este concepto clave en sus respuestas. Desde el BNG también se rechaza con rotundidad el fracking y se subordina la produción de agrocombustibles a la “soberanía alimentaria”, a la protección del medio y a las “funciones sociales y territoriales de la actividad agraria”. El PSOE reclama la “defensa de nuestros naturales” y también se posiciona en la actualidad en contra del fracking. Este partido ha cambiado radicalmente de postura desde 2011 cuando el entonces lehendakari Patxi López anunciara desde Texas poco menos que la independencia energética de Euskadi gracias a los recursos explotables mediante esta técnica en territorio vasco. UPyD es la única de las candidaturas entrevistadas que reclama estudiar las reservas extraíbles mediante fractura hidráulica en España y considera que se debe tener en cuenta junto con las renovables y otras fuentes “autóctonas” de energía.
Un ámbito donde es poco reconocido socialmente el impacto que tendría la carencia de energía fósil es el agroalimentario. Aun así, el PX reconoce que “el sector agrícola se verá muy afectado por la escasez de petróleo” y habla del “fin de la agricultura petroquímica industrializada” aunque admite que en su programa elaborado colaborativamente no existen actualmente propuestas para la “transformación del modelo agroalimentario”, señal de la escasa consciencia social que existe sobre la amenaza que para nuestro modo de alimentarnos suponen el Peak Oil y el Peak Gas. Equo sí defiende programáticamente un modelo de agricultura extensiva que cree más puestos de trabajo y emita menos carbono mientras que UPyD se limita a pedir reducción del “impacto” de la agricultura industrializada sin abordar su dependencia de los combustibles fósiles ni proponer un cambio profundo de modelo. AGEe señala a la “gran agroindustria” como responsable de una parte muy importante de las emisiones de efecto invernadero y también se posiciona entre los que reclaman otro modelo basado en la agroecología, demandando una modificación profunda de la PAC para reorientarla hacia la “soberanía alimentaria” de los pueblos y “producir para consumo local”. El candidato del PSOE opina que la seguridad alimentaria de Europa depende únicamente de que “se conserven” los recursos propios (mar y campo) sin hacer mención a la sostenibilidad del tipo de modelo productivo. Por contra, el BNG sí que es consciente de esa fuerta dependencia del modelo actual y apuesta —como Equo, AGEe y el PT— por la “agricultura sustentable, especialmente la ecológica” y por la “producción y comercio de proximidad”. Hace mención la candidata Ana Miranda, también, a la necesaria defensa de la producción propia frente a las importaciones en las negociaciones en el seno de la OMC. El PT propone una trasformación paulatina del sistema de producción de alimentos a medida que la energía y los materiales que hacen posible el actual sistema industrializado vayan desapareciendo, y defiende una serie de medidas concretas para facilitar esa transición de modelo.
La mayor preocupación de los candidatos y candidatas entrevistados ante un escenario post-PeakOil sería que se produjese “un colapso económico de impacto desproporcionado a todos los niveles (…) un tsunami de consecuencias imprevisibles” con “empobrecimiento generalizado” y “pérdida de todas las conquistas sociales” si no hay una estrategia clara a nivel europeo (A. Miranda – BNG), el “desabastecimiento de buena parte de la población” (L. Senra – AGEe), “terribles consecuencias” de no actuar ante el Peak Oil (Partido X), un “escenario nefasto” de “paralización de todos los sectores productivos” y desigualdades aun mayores si seguimos con el actual modelo productivo y de consumo (F. Marcellesi – Equo), la “inestabilidad energética” y las dificultades para la “prosperidad” europea (S. Gutiérrez – PSOE) y “que no se realice la transición a tiempo” (F. Sosa – UPyD).
Corre peligro la democracia?
Acerca de si la democracia corre peligro en un escenario de escasez como el que nos presenta el Peak Oil, las opiniones de los candidatos nuevamente se diferencian en dos claros grupos. Miranda considera que la crisis actual es “un ensayo de crisis futuras” pilotadas por los intereses de los poderosos representados por la Troika, que han “secuestrado el poder de las instituciones”. Senra considera “una certeza” ese peligro y relaciona “crisis del capitalismo” con “crisis de la democracia”: en su opinión la escasez energética y la destrucción ambiental auguran “un ecofascismo” militarizado. Marcellesi también opina que la crisis energético-económica actual ya le está pasando factura a la democracia, coincide en la posibilidad de un “futuro fascismo energético” y señala que la clave para evitarlo consiste en reaccionar lo antes posible poniendo en marcha una “transición a otro modelo productivo y reduciendo la dependencia de la energía fósil”; de ahí, explica, que la política energética sea un eje central de sus propuestas. El PT es otro de los conscientes del peligro autoritario derivado del Cénit del Petróleo, pero invita a darle la vuelta como oportunidad para promover “conceptos de soberanía (política, energética, alimentaria), asamblearismo y autogobierno” y reconoce que desde la UE difícilmente “se va a poder hacer nada” al respecto. Al igual que el PT, el PX es de la opinión de que el sistema actual es “falsamente democrático”, y promueven un cambio radical hacia un sistema de “verdadera democracia” donde los temas como el Peak Oil puedan ser abordados informadamente por los ciudadanos y se pueda evitar que sean los “lobbies” los que determinen la agenda. Quien no comparte estos temores es UPyD, cuyo candidato opina que el verdadero peligro para la democracia es la “abstención” y el “distanciamiento” entre votantes y cargos electos. El candidato del PSOE sólo ve en este escenario “inseguridades de carácter ambiental” a las que responder defendiendo el “derecho ciudadano a la energía”.
En caso de que resulten elegidos, quisimos saber qué prioridad le dará cada una de estas personas candidatas a la cuestión del Cénit del Petróleo en su acción parlamentaria europea. Marcellesi piensa apoyarse en la agenda prevista en esta legislatura acerca de los objetivos con respecto al Cambio Climático para 2030 y 2050, para introducir la cuestión del Peak Oil —sobre la cual ha venido realizando una labor de investigación previamente a su candidatura, según nos recuerda—, y explica que el aspecto energético viene siendo clave para el grupo de los Verdes en el PE asegurando que será “tema recurrente” en sus acciones e intervenciones en la cámara. Contrariamente, el PX no ve realista actuar sobre el Peak Oil con la agenda europea prevista, quizás porque no ven oportunidad de vincular —como hace Equo— el asunto de las emisiones con el de la dependencia de una energía fósil en declive, y apuestan por incidir, en todo caso, en la cuestión de la mencionada directiva sobre autoconsumo eléctrico y sobre el “balance neto”. A su vez, el PT indica que muchos de los problemas sobre los que se tratará en el PE sí van a estar relacionados cada vez más con la escasez energética y que por tanto el Peak Oil será un “tema trasversal”. Senra indica que la acción sobre el Cénit del Petróleo debe ser necesariamente prioritaria, dada la “urgencia” del problema y Miranda indica que tiene la intención de actuar para “poner en cuestión el modelo energético actual”. Sosa afirma que la política energética y climática “ya ha sido” una prioridad en las intervenciones europeas de UPyD y que lo seguirá siendo, mientras que Guitérrez anuncia que será unha prioridad para el PSOE retomar la cuestión abierta de las propuestas para 2030 que para ellos deben pasar por “reducir emisiones en un 50% respecto a 1990, ahorro y eficiencia del 40% y una participación de las energías renovables del 45%”, cifra en la que coinciden con la propuesta en el programa de Equo.
(Este artículo está basado en un cuestionario respondido por correo electrónico. Se han incluido sólo aquellas candidaturas que han respondido al mismo.)