La sesión de control parlamentario al presidente de la Xunta de Galicia derivó este miércoles en un singular ejercicio de evasión. ETA y la condena por secuestro de Arnaldo Otegi en 1989 constituyó el núcleo de la respuesta a la que recurrió Alberto Núñez Feijóo ante la pregunta del BNG sobre la gestión de los fondos europeos Next Generation. No fue la única vía de escape que ensayó. A la cuestión, insistente y concreta, formulada por los socialistas sobre la vacunación de la consejera delegada de DomusVi, contestó con el silencio. En las actas de la Cámara gallega no quedará así constancia del apoyo de Feijóo a Josefina Fernández tras su polémica inmunización.
“No se me ocurre nada más antigallego que apoyar a Otegi y a Junqueras. Una persona condenada por secuestro y miembro de ETA político-militar. ¿Quiere que le recuerde el número de gallegos asesinados por ETA?”, espetó el presidente a la líder nacionalista, Ana Pontón. Lo llamativo es que lo hacía en réplica a las críticas de Pontón a la dejadez competencial de sus sucesivos gabinetes y a una referencia a los acuerdos del PP con Vox. “Ni antes con Rajoy ni ahora con Sánchez ha conseguido usted una transferencia”, había afirmado, “y si quiere hablar de pactos, explique los de su partido con la extrema derecha”. En 12 años de gobiernos, Feijóo no ha logrado, ni apenas reclamado, un solo traspaso de competencias.
Pero la intervención original del Bloque trataba sobre la “ceremonia de la confusión” en la que, según su versión, ha incurrido la Xunta a la hora de gestionar las propuestas para las ayudas europeas extraordinarias. “Tenemos un presidente convertido en agente comercial de un puñado de multinacionales en un mix de opacidad y propaganda”, dijo Pontón. Feijóo no entró en el asunto, a pesar de que se trataba de la pregunta concreta registrada por los nacionalistas con los diez días de antelación preceptivos en el Parlamento de Galicia. Se limitó a erigirse en “defensor de los intereses de Galicia” y a continuación acusar de “ultra” al BNG, cuya portavoz ha compartido recientemente un acto con Esquerra Republicana y Bildu en la campaña catalana.
Una desescalada “medida y gradual”
En su careo con Gonzalo Caballero, líder del PSdeG, Feijóo no elevó tanto el tono. Lejos de admitir ninguna responsabilidad por la desbocada evolución de la tercera ola de COVID en Galicia, reiteró sus acusaciones al Gobierno central. Volvió a obviar que, tras una reunión del Consejo Interritorial de Sanidad, el Ejecutivo de Sánchez otorgó a las comunidades la capacidad de intensificar las restricciones de movilidad y reuniones. Anunció una desescalada “medida y gradual” e insistió con uno de sus lemas más recurrentes en las últimas semanas, aquel que asegura que el Sergas vacunaría a toda la población gallega en seis semanas “si hubiese dosis”. La compra de vacunas está centralizada a nivel de la Unión Europea. No lo mencionó.
Tampoco mencionó su opinión sobre que la consejera delegada de la compañía geriátrica Domus Vi, Josefina Fernández, y su hermano obtuviesen la inmunización en una residencia del grupo en Vigo. Feijóo, su gobierno y su partido han decidido dar por buena la explicación de la empresa, según la cual Fernández tiene contacto diario con los usuarios de los centros, pero el presidente se ha cuidado este miércoles de que su respaldo figure en las actas del parlamento más que como un estruendoso silencio. Sí se pronunció, sin embargo, sobre otro caso de vacunación irregular, el de la acaldesa popular de Boimorto (A Coruña), María Jesús Novo. “Le pedimos la dimisión y ella misma se dio de baja en el partido. ¿Qué más quiere que hagamos?”, adujo. Novo no dimitió y los concejales del PP han continuado apoyándola en el pleno municipal.