Galicia llega a la Semana Santa con una movilidad casi total dentro de su territorio -desde el lunes permanecerá cerrado solo el pequeño municipio ourensano de Beade (384 habitantes)-, con el 5,2% de su población vacunada con las dos dosis contra la COVID-19 y con una incidencia que continúa estancada, pero sobre la que están por verse los efectos del puente de San José. El Gobierno gallego mira de reojo el cambio de tendencia en algunas partes de España y el repunte registrado tras el festivo en algunos ayuntamientos turísticos como Sanxenxo y Baiona. El martes el comité clínico revisará la situación para decidir si se mantienen las medidas. La previsión es que no cambien, al menos, hasta después de los festivos.
Antes de eso, el lunes entran en vigor las últimas actualizaciones de la Xunta, que suponen pocos cambios. El principal es que solo queda cerrado perimetralmente Beariz. Los gallegos pueden desplazarse al resto de municipios. La posibilidad de utilizar el interior de bares y restaurantes varía según el nivel en el que se encuentren y el aforo de las terrazas, también. En el nivel más bajo de restricciones, en el que está la mayor parte del territorio, la ocupación puede llegar al 50% en el interior y al 75% en el exterior. Se mantiene la norma común a todos los niveles de cerrar a las nueve de la noche, una hora antes del toque de queda.
Este horario empezó a aplicarse el propio 19 de marzo, festivo. Menos de 10 días después el Gobierno gallego sigue pendiente del impacto que esta ampliación de horarios y movilidad pueda haber tenido en la transmisión del virus. La incidencia se ha estancado, después de semanas de caídas. Los datos más recientes, referidos al viernes, muestran que a 14 días es de 70,57 casos por 100.000 habitantes y a siete días, de 30,08. Hace dos semanas los valores eran de 77,46 y 33,41, respectivamente.
La Xunta mostró su preocupación por los casos que pudiesen llegar de otros lugares durante la Semana Santa, a pesar de que las comunidades autónomas están cerradas perimetralmente y los viajes desde otras zonas de España están limitados a los que se hacen por causas justificadas. El presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, apremió esta semana a Aena para llegar a un acuerdo que permitiese hacer cribados en el aeropuerto de Alvedro, en A Coruña. La petición acabó extendiéndola la Xunta, unas horas antes del fin de semana, a las terminales de Santiago y Vigo, después de un desencuentro con el gestor de los aeródromos. La medida se estrenó el viernes y cuatro de cada cinco viajeros aterrizados en Alvedro se negaron a someterse a los test, que son voluntarios. De entre los que aceptaron, todos dieron negativo en la primera jornada.
El porcentaje de población vacunada sigue lejos de poder impedir una nueva expansión de los casos de coronavirus. En Galicia han recibido las dos dosis de las vacunas que están disponibles el 5,2% de los habitantes, es decir, 140.426 personas. De ellas, 46.048 son mayores de 80 años que no viven en residencias, según el último dato de la Xunta, que apunta que otras 65.474 en esta situación han recibido ya la primera inyección.
A la vuelta de la Semana Santa el Servizo Galego de Saúde (Sergas) empezará a citar a la población general entre 55 y 65 años de edad para inmunizarla con la vacuna de AstraZeneca, una vez respaldada su seguridad y ampliada la franja de edad para la que se recomienda usarla. Las previsiones de la Xunta son acabar con la inmunización de los mayores de 80 en los primeros días de mayo y empezar entonces con las personas de entre 70 y 80. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, dio estas fechas el viernes y el sábado afirmó que el calendario se mantiene pese a la disminución en las entregas anunciadas por AstraZeneca.
También sufrirá retrasos el suministro de Moderna, confirmaron fuentes de la Consellería de Sanidade. Este es el remedio del que han llegado menos unidades. Hasta el momento se entregaron 41.400 dosis. La cifra es de 115.500 con las de AstraZeneca y de 369.835 con las de Pfizer/BioNtech.