Néstor Rego (O Vicedo, Lugo, 1962) decidió quedarse en Madrid cuando el Gobierno central decretó el confinamiento. Más de dos meses después, allí continúa el diputado del Bloque Nacionalista Galego (BNG). Esta semana pensó que su voto podía regresar al sí a la prórroga del estado de alarma, del que se había desmarcado quince días antes. Pero las negociaciones con el Partido Socialista, en principio fructíferas -asegura-, no se vieron después concretadas. Pese a todo, asegura que el BNG “mantiene una actitud constructiva, porque lo fundamental es salvar vidas”, aunque se muestra extremadamente crítico con el centralismo del Ejecutivo de Sánchez y con algunas de sus medidas económicas.
¿Por qué finalmente no hubo acuerdo entre el BNG y el PSOE?
Esa pregunta habría que hacérsela al PSOE. Para el BNG no había ninguna razón para que no fuese posible. El martes a última hora de la mañana había un principio de acuerdo. La primera cuestión era restituir las competencias de las comunidades sin restar capacidad al ministerio para establecer criterios supraautonómicos. En segundo lugar, que la prórroga no se produjese por treinta días sino por 15. Esto pretendió capitalizarlo Ciudadanos, pero era una posición general del resto de fuerzas políticas. Después juzgábamos importante que se permitiese la movilidad entre provincias. En esta fase se podía hacer sin afectar al control de la epidemia. Inicialmente también se dijo que sí, aunque unas horas más tarde se hablaba de que como en Euskadi, solo en ayuntamientos limítrofes. También queríamos modificar los criterios del reparto del fondo de ayuda de 16.000 millones de euros. Hay que incluir índices como la dispersión y el envejecimiento, que afectan al coste de los servicios. El PSOE estaba de acuerdo, incluso se nos llegó a decir que era una reclamación bastante general, incluida de presidentes del PSOE.
¿Qué sucedió?
Al cabo de pocas horas empezaron a aparecer dificultades. Primero en la movilidad interprovincial. Después conocimos el texto del estado de alarma aprobado en el Consejo de Ministros y comprobamos que no estaba en los términos que habíamos hablado. Y no vimos interés en modificarlo. Podría hacerse por la vía de la aceptación de una enmienda, como hizo el PNV hace 15 días -lo que permitió por cierto convocar elecciones en Galicia. Nosotros pese a todo mantuviemos nuestra disposición al diálogo a lo largo del martes y de la mañana del miércoles, incluso en la propia intervención emplazamos al presidente del Gobierno a incorporar la propuesta del BNG y reiteramos nuestra disposición a votar a favor. El momento en que se empieza a materializar esa marcha del PSOE atrás coincide con que sale a luz el acuerdo con Ciudadanos. Parece que elige la derecha ultracentralista en vez de la izquierda soberanista.
¿A eso se debió la marcha atras respecto de las conversaciones?
Estoy convencido de que hay una relación con el acuerdo con Ciudadanos. No sabemos de otro tipo de explicaciones. Lo que a última hora de la mañana era coincidencia entre PSOE y BNG, dos horas después ya había enormes dificultades. Primero se decía que sí y podía ser como en el caso del País Vasco. Y después incluso ni siquiera como en el caso del País Vasco. Lo que hubo fue una declaración de Pedro Sánchez de que entendía que en breve sería posible. Ya los sabemos. Lo que no entendemos es que, igual que en otros casos, tuviese que esperar a ese momento para hacer ese anuncio. Da la impresión de que hay una elección de socio diferente por parte del Gobierno.
¿Qué puede buscar, a su juicio, el PSOE con ese movimiento hacia la derecha?
No sé si tiene que ver con que ya se está situando en el escenario de enfrentar la crisis social y económica, los presupuestos, las medidas que imponga la UE... El BNG, en eso no se equivocan, no va a ser favorable a medidas antisociales ni a políticas de recortes. De hecho, constatamos un enfado muy mayoritario de las fuerzas políticas que apoyamos la investidura bien con el voto a favor, bien con la abstención. Incluido de algunas que ayer acabaron votando a favor pero manifestando su enfado, como Más País.
A las puertas de unas elecciones en Galicia, en las que la alternativa al PP pasa por el entendimiento entre el nacionalismo del BNG, el PSOE y las coaliciones de Podemos, ¿qué lección extrae de lo sucedido en el Congreso?
Ha quedado muy en evidencia que la disposición al acuerdo y al diálogo del BNG es total. Tendrán que explicar el Partido Socialista y Podemos por qué, siendo factible el acuerdo, no quisieron que se verificase. Tendrán que explicar también por qué pudiendo entre esas tres fuerzas adoptar decisiones que, creo, iban a ser valoradas muy favorablemente por parte de todos los gallegos, al final le van dejar esa baza a Feijóo. Y lo digo así claramente.
¿A qué se refiere?
El decreto del estado de alarma dice que puede ser negociado con cada comunidad autónoma. En algún momento, cuando lo consideren, lo negociarán con Feijóo. El Gobierno central le hizo un gran regalo a Feijóo con el proceso de centralización, porque lo dejaron en una posición muy cómoda. No tuvo que asumir responsabilidades por lo que salió mal, pero sí asumió como propio aquello que salió bien. Su política fue: “Lo que es positivo es cosa mía y lo que es negativo es culpa del Gobierno”. Si el Gobierno español en vez de centralizar optase por coordinar y Feijóo tuviese todas sus competencias, tendría que dar explicaciones por su gestión sanitaria. Así no. Se equivocaron PSOE y Podemos. Desde luego el BNG plantea que el objetivo de estas elecciones es el relevo del PP y un cambio de políticas en el Gobierno gallego.
El BNG manifestó esta semana que quería votar sí al estado de alarma. Dentro de 15 días, cuando presumiblemente el Gobierno de Sánchez vuelva a pedir otra prórroga, ¿cuáles serán sus exigencias para apoyarla?
Todo depende del desarrollo de la epidemia. Pero es verdad que en la relación entre fuerzas políticas, como en la relación entre personas, hay acontecimientos o decisiones que facilitan y otros que dificultan. Y al Partido Socialista no se le oculta que el comportamiento que tuvo esta semana dificulta. Hay un marco de confianza, que en nuestro caso venía establecido desde la investidura y el acuerdo firmado, que no sale reforzado. E insisto en que me parece que es una opinión generalizada de las fuerzas políticas que apoyamos la investidura. No es que no se quisiese acordar con ellas, sino que se acordó con la derecha.
¿Qué supondrá ese deterioro de la confianza dentro de 15 días?
Nosostros mantendremos la posición constructiva. Siempre hemos dicho que lo fundamental era salvar vidas y que la confrontación política debía pasar a segundo plano. Creo que lo cumplimos. Eso no significa que no podamos hacer propuestas. Las hicimos en positivo. Y también evaluaciones críticas de aquello que no funciona bien. Por ejemplo, nosotros desde el principio defendimos paralizar la actividad económica no esencial. Votaron en contra dos veces, a enmiendas del BNG. Y tres días después acabaron adoptándolo. Es positivo que las fuerzas políticas hagamos propuestas. A veces puede que el gobierno rectifique y acierte.
¿Da por amortizado el bloque de partidos que apoyó la investidura del Gobierno de Sánchez e Iglesias?
Nos preocupa que la elección de socios para la prórroga del estado de alarma signifique una elección más estratégica de socios para medidas de carácter social y económico. Porque si se quiere adoptar medidas de carácter progresista, como impuestos a las grandes fortunas, nacionalización de sectores estratégicos, reducción de gasto militar, recuperación del fondo de rescate bancario, es evidente que hay que contar con la de izquierda y el soberanismo, no con Ciudadanos. Pero el BNG actuará en función de los intereses de Galicia. Tenemos un acuerdo firmado con el PSOE. En ese acuerdo está también la derogación de la reforma laboral, por cierto, de la reforma de las pensiones o de la Ley Mordaza y la LOMCE. Les vamos a exigir que cumplan el acuerdo. ¿Por qué? Porque nosotros cumplimos nuestra parte, votamos a favor de que Pedro Sánchez fuese presidente.
¿Qué lectura hace del pacto, todavía no se sabe en qué términos, entre Bildu, PSOE y Podemos, para derogar la reforma laboral?
Me alegro de que fuese posible un acuerdo que reafirmaba algo que ya estaba en el acuerdo del BNG y que muchas fuerzas políticas compartimos. Porque es verdad que muchas medidas en el ámbito socioeconómico y laboral el Gobierno las está adoptando con base en esa reforma laboral, con consecuencias negativa. Pero no sé si el PSOE optó por ese acuerdo con Bildu para intentar maquillar el acuerdo con Ciudadanos. Si era lo que quería, la rectificación posterior no parece que ayudase. Pone además en cuestión la seriedad del Partido Socialista y de Podemos y al cabo de pocas horas, se dice eso no vale, lo que vale es esto otro.
Para añadir elementos a la confusión, el vicepresidente Iglesias acaba de afirmar que seguía en pie la derogación íntegra.
Pues tendrán que aclararse entre ellos. Si hubiese voluntad de derogar la reforma laboral ya se podría haber hecho. Pero es positivo que se asuma una vez más ese compromiso. Falta ver que lo cumplan. En materia laboral se han vendido cosas que no son verdad. Entre ellas, la más cantosa fue que se prohibían los despidos. No es verdad. Se cambió de procedente a improcedente, ni siquera a nulo. No se prohíbe, simplemente lo encareció un poco, que a las empresas no creo que les preocupe excesivamente. A lo mejor a las pequeñas y medianas sí, pero no a las grandes.
¿El acuerdo entre PSOE y Bildu puede estar relacionado con las elecciones en el País Vasco?
No lo sé. Pero si es así, entonces la pregunta es: ¿no le interesa al PSOE de Madrid que el PSOE de Galicia tenga un buen resultado? Si esa es la lectura en el caso del País Vasco, ¿cómo la trasladamos a Galicia? ¿Que no le interesa a Pedro Sánchez que Feijóo pierda las elecciones? Porque un acuerdo con BNG sería un acuerdo que habría favorecido, más allá de las medidas concretas, la visualización de que aquí hay tres fuerzas políticas que pueden llegar a ponerse de acuerdo.
¿Esto enfría las relaciones entre BNG, socialistas y Galicia en Común?
Estamos en campaña electoral. Son unas elecciones que no procedían, es evidente. La centralización dejó a Feijóo en una posición muy cómoda. Le permitió seguir de candidato de forma permanente, con los medios de comunicación, especialmente los públicos, publicitando sus logros y su campaña continuada de ataque al Gobierno central, y por lo tanto a dos de las fuerzas que se presentan a esas elecciones. En todo caso, una vez convocadas, el BNG va a por todas, y trabaja intensamente para un cambio de políticas en Galicia. No se trata ahora de que tengamos mejor o peor relación con otras fuerzas políticas, se trata de es el momento de que el BNG dialogue con la ciudadanía gallega para trasladar la idea de que es necesario el cambio.