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Feijóo esconde los primeros colapsos de las UCI y maquilla los datos mientras traslada a pacientes críticos por carretera en busca de camas libres

Gonzalo Cortizo

28 de enero de 2021 22:54 h

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El presidente de la Xunta ha vuelto a repetir este jueves que el nivel de ocupación de UCI en Galicia es del 25%. La cifra se obtiene tras un creativo proceso de estadística en el que el barón gallego del PP incluye camas que no existen todavía y para las que no se ha contratado nuevo personal. En esa cuenta Feijóo suma como suyos los recursos de la privada que no ha intervenido, lo que le lleva a asegurar que la sanidad gallega tiene 785 camas de críticos disponibles cuando en realidad las que están en funcionamiento solo son 284. Así lo reflejan los datos que ha obtenido esta redacción del Servicio Galego de Saúde: “A día de hoy el porcentaje medio se sitúa en el 68% de ocupación”, reza la información facilitada por la administración gallega a este periódico. 43 puntos porcentuales por encima de los números que baraja el presidente gallego.

En la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Arquitecto Marcide de Ferrol están viviendo en sus propias carnes las dificultades del día a día en primera línea de pandemia. Trabajadores del centro relatan a elDiario.es que el servicio cuenta con 10 camas UCI y otras 20 que se han incorporado sumando equipos de reanimación. Escasean los profesionales especializados en medicina intensiva y las jornadas se suceden en una improvisación constante con el personal médico y de enfermería reconvertido a ucista sin serlo: “Los parámetros que usamos los de UCI y el resto de médicos son muy diferentes. Ni siquiera utilizamos el mismo lenguaje”, asegura un intensivista en conversación con esta redacción. Además de lo anterior, los médicos y enfermeros de este servicio acumulan dobles turnos por encima de lo razonable y desde hace nueve meses no saben lo que es un fin de semana libre. “Estás en la guardia y ves que no te quedan camas libres y sabes que, si entra otro paciente de COVID por la puerta, o lo intubas o se muere”.

En un documento que resume la situación en las UCI, la Xunta asegura que “la asistencia es realizada por profesionales cualificados y formados en el manejo de pacientes críticos”. Los intensivistas consultados no lo ven igual: “Las nuevas camas se ponen a funcionar con personal que no es el ideal”, aseguran. El propio Feijóo reconoce que los refuerzos de personal especializado en medicina intensiva son insuficientes: “Contratamos a todos los que podemos. Si hay algún intensivista por ahí que tenga interés en trabajar en la sanidad gallega le propongo que se ponga en contacto con cualquier hospital o con el Servicio Galego de Saúde en concreto”, aseguró este jueves en la rueda de prensa posterior a la reunión de su Gobierno.

También escasean los recursos materiales. En el caso del hospital de Ferrol se han recuperado respiradores obsoletos que solo se usaban en las aulas de formación. En ocasiones los recursos se sacan de cualquier sitio como resume un facultativo: “Tuvimos que usar las máquinas de anestesia de los quirófanos para reconvertirlas en respiradores”. La situación es similar en los hospitales de Ourense y Santiago. En el sector de las batas resumen el mapa de situación del siguiente modo: “El único hospital que está bien es el de Lugo”.

La dirección del Hospital Arquitecto Marcide de Ferrol ha empezado a enviar críticos a otras ciudades. El pasado miércoles salieron dos pacientes graves por carretera hacia Pontevedra. Este jueves otros tres fueron enviados a Lugo. Preguntado por esos viajes en ambulancia a la búsqueda de una cama libre, Feijóo niega la mayor: “Desde luego desde Ferrol no trasladamos nada a Pontevedra. Trasladamos a Lugo porque es el hospital más cercano y porque su ocupación en UCI es mucho menor”. La afirmación del presidente de la Xunta se contradice con lo que sus equipos de prensa comunicaron por SMS a todos los periodistas a las 13 horas de este jueves: 155 quilómetros por carretera al borde de la muerte entre Ferrol y Pontevedra .

En este contexto, el Gobierno gallego ha iniciado una campaña de comunicación basada en la idea de que Galicia es un hospital único. Tras la reunión de su gabinete, Feijóo lo resumía con estas palabras: “Del mismo modo que hay una única Xunta de Galicia, hay un único hospital en Galicia que son el conjunto de camas y de unidades que tienen todos los hospitales”. Dicho en otras palabras, la Xunta ya no asume la pandemia separadamente en las siete áreas sanitarias en las que se dividen sus recursos asistenciales, sino que considera Galicia como un único hospital, ante la escasez de capacidad asistencial. En esa situación, el último recurso de un paciente que se ha quedado sin respirador es echarse a la carretera en ambulancia buscando mejor suerte en otro hospital. Y todo esto coge a la Xunta negociando con las empresas la adjudicación del servicio de ambulancias para los próximos años.

A pesar de la preocupación generalizada en los hospitales, el Gobierno gallego continúa ofreciendo mensajes optimistas sobre su capacidad asistencial en caso de complicaciones: “El Servicio Galego de Saúde cuenta con 785 posibles camas de críticos, entre la sanidad pública y privada”, aseguran sus portavoces.

El concepto de “camas posibles” se instaló durante la desescalada posterior al confinamiento, cuando las autoridades sanitarias preguntaron a las Comunidades Autónomas hasta dónde podrían llegar si fuera necesario. La Xunta se ha quedado anclada en aquella práctica de calcular lo que ya se tiene y sumarle lo que se podría llegar a tener. En esas cifras cimenta Feijóo la regla de tres con la que concluye que la presión asistencial es del 25% en Galicia y, por lo tanto, muy por debajo de la media estatal.

Podría ser cierto si la administración gallega llegase a poner en funcionamiento las 570 camas de críticos que prevé para la pública y las 215 que podría aportar la privada. Por el momento el recurso disponible es mucho menor y lo único que sube es la cifra de muertos. El último dato publicado habla de 30 fallecidos comunicados en un solo día, la segunda cifra más alta de toda la pandemia.