Fue una de las polémicas de la campaña electoral del 24M e hinchó con la llegada de las 'mareas' a gobiernos como los de A Coruña, Ferrol y, muy especialmente, Santiago. La apuesta de nuevos alcaldes como Martiño Noriega (Compostela Aberta) o Xulio Ferreiro (Marea Atlántica) por separar la actividad política de la religiosa, en la línea del que venía sucediendo desde hace lustros en otras localidades, caso de Pontevedra, fue uno de los primeros argumentos del PP en su paso a la oposición municipal en estas ciudades. Los conservadores acaban de reproducir sus críticas con motivo de la festividad de San Roque, patrón de Compostela, si bien se han ido quedando solos en una beligerancia de la que se desmarca la propia Iglesia católica a través de sus máximos representantes en la capital gallega.
Semanas antes de esta “renovación del voto” a San Roque el gobierno compostelano ya había anunciado que, como sucedió con la ofrenda al Apóstol, ni el alcalde ni el resto de los ediles de Compostela Aberta asistirían a la misa. Además, de las arcas del Ayuntamiento no han salido en esta ocasión los 400 euros que se venían entregando a la capilla en concepto de donativo y el consistorio no compró 25 velas, una para cada edil, como había hecho anteriormente.
En este contexto el PP local, liderado por el exalcalde Agustín Hernández, volvió a salir en tromba contra el equipo de gobierno, pero no encontró amparo en la Iglesia, sino todo lo contrario. El deán de la Catedral, Segundo Pérez, que ya había considerado que la ausencia de Noriega en la Eucaristía del 25 de julio carecía de “importancia”, aprovechó una nueva reunión con el regidor compostelano para aclarar que las críticas a este respecto “no fueron de la Iglesia, sino de los partidos políticos, que algo tienen que hacer”.
“Estamos en un momento histórico positivo en el que hay que respetar las creencias de cada uno”, señaló el máximo responsable del Cabildo compostelano, para quien en este ámbito debe primar la “libertad” y, por eso, la Iglesia “nunca ha hecho un problema” de esta cuestión. “Si vamos a reclamar” que las autoridades acudan a las conmemoraciones “de todos los santos, estamos apañados”, ironizó el canónigo, en un contexto en el que, destaca, “no he visto a nadie relevante de la ciudad especialmente interesado” en asistir, por ejemplo, a las celebraciones religiosas en honor de Santa Susana, que “fue copatrona de la ciudad”.
Esta posición eclesiástica volvió a escocer en las filas del PP, cuyo portavoz local ya había criticado a la Iglesia por, precisamente, no criticar al alcalde. “Sinceramente veo un conformismo que me sorprende por parte de la Iglesia”, había declarado Hernández días antes de la ofrenda al Apóstol. “La Iglesia -reprochó- debería defender más vehementemente que el alcalde de Santiago acuda a ese acto en la condición de alcalde”. Pero la preocupación en la Catedral de Santiago en las últimas semanas no es precisamente esta, sino el retraso del Gobierno central en la firma del convenio que, publicitado el pasado noviembre por Mariano Rajoy y Alberto Núñez Feijóo, iba a permitir financiar las obras de rehabilitación del templo. Si el dinero no llega, las obras tendrán que paralizarse, advierte la Fundación Catedral.
Este ha sido el escenario en el que el pasado domingo se celebró en Santiago la misa de San Roque, a la que acudió Hernández con miembros del PP y también el portavoz del PSOE, Francisco Reyes, que, no obstante, ha rebajado las críticas del inicio del mandato para apuntar ahora que es necesario “respetar la quien tenga otra visión”, ya que “todos conocían el posicionamiento de Compostela Aberta, porque iba en su programa”. Mientras, casi al mismo tiempo, el PP abría otro frente en su batalla religiosa en las Administraciones locales al cargar contra la nueva presidenta de la Diputación de Pontevedra, la socialista Carmela Silva, por no ir a la misa ni a la procesión de la Peregrina en la capital de la provincia, secundando así la posición del alcalde de la ciudad, el nacionalista Miguel Anxo Fernández Lores.