Apunten estos tres nombres: Jaime Mayor Oreja, cabeza de lista en 2009 y líder de la delegación del PP español en el Parlamento Europeo; Carlos Iturgaiz, ex líder del PP vasco; y Tono López-Istúriz, secretario general del PP europeo. A ellos corresponde el dudoso honor de liderar todos los rankings negativos de la delegación de eurodiputados españoles en Bruselas y Estrasburgo, cuando se acaban de cumplir (concretamente, el pasado domingo) los primeros 4 años de mandato y quedan escasos once meses para una nueva convocatoria electoral. Los datos, obtenidos de la propia web del Parlamento Europeo, pueden ser consultados en el informe cuatrianual y el informe interanual de rendimiento de los eurodiputados españoles, divulgados hace solo unos días por el digital gallego Praza Pública.
No es que el panorama general sea positivo, ni mucho menos, ya que el trabajo de nuestros representantes es sensiblemente inferior a la media europea (a pesar de un leve repunte en los últimos doce meses, del 86,4% al 88,1%) y más de la mitad de los 54 eurodiputados que corresponden al Estado español suspende rotundamente. Solo los representantes de la llamada Izquierda Plural y de los nacionalismos periféricos salen bien parados, con todos sus miembros en la parte noble de una clasificación que lidera holgadamente Raül Romeva (ICV), seguido por Willy Meyer (IU), Ramon Tremosa (CiU), Izaskun Bilbao (PNV) y Ana Miranda (BNG), que conjuntamente forman el quinteto de eurodiputados sobresalientes.
En el otro extremo, tanto el PSOE como muy especialmente el PP dejan mucho que desear, hasta el punto de que las 47 actas que entre ambos ocupan se reducirían a menos de la mitad si aplicásemos el criterio de rendimiento en el puesto. Así, una extrapolación directa de tal criterio a los resultados electorales de junio de 2009 provocarían un vuelco más que notable, con una delegación española que pasaría a estar compuesta por 17 eurodiputados de la coalición IU-ICV (que tiene 2), 12 del PSOE (23), 10 del PP (24), 9 de CiU-PNV (3), 5 de ERC-BNG-Aralar (1) y 1 de UPyD (1).
El PP, con 8 representantes entre los 10 más perezosos (los otros 2 son del PSOE), detenta claramente el titulo de grupo parlamentario que más contribuye al descrédito de la clase política española en Europa, a pesar de su declarada preocupación por la buena salud de la “Marca España”. Entre ellos destaca Jaime Mayor Oreja, que cierra la clasificación con solo 21 intervenciones en 48 meses de mandato, incluídas las realizadas colectivamente por diversos diputados del PP. Además, ninguna de ellas versó sobre los asuntos que más preocupan a la ciudadanía (recuperación económica, lucha contra el desempleo, recortes en bienestar social, emigración juvenil...), pero sí tuvo tiempo para defender 8 iniciativas sobre la libertad religiosa que supuestamente se le niega a los cristianos y sobre los derechos humanos en Venezuela, Cuba y Hungría. Una escala de prioridades cuando menos curiosa para todo un cabeza de lista del partido más votado por los españoles en las elecciones europeas de 2009.
Otro que merece mención aparte es su compañero del PP vasco, Carlos Iturgaiz, que lidera el ranking de inactividad a lo largo de los últimos doce meses. En ese período, Iturgaiz solo realizó una intervención, en la cual abordó un asunto tan trascendente como la presunta discriminación de la lengua española en un pliego de contratación de obra pública por parte de la Diputación Foral de Gipuzkoa. Con ese paupérrimo bagaje, no es exagerado afirmar que Iturgaiz es uno de esos eurodiputados que están de vacaciones pagadas. No está de más recordar que cada año de mandato de un eurodiputado representa un gasto de algo más de 200.000 euros en retribuciones, incluyendo salarios, dietas, reembolsos, gastos de representación y personal de gabinete, por lo que sería exigible un nivel de trabajo acorde con ese desembolso de dinero público.
Claro que, hablando de exigencias, lo mínimo que se le puede pedir a un representante parlamentario es que comparezca a su puesto de trabajo. Nuevamente es el PP el grupo que aporta la inmensa mayoría de los absentistas crónicos, con 12 nombres entre los 16 más propensos a faltar a sus obligaciones; y también en esto son los representantes de la izquierda y de los nacionalismos periféricos los que muestran un mayor nivel de compromiso, con la notable excepción de Willy Meyer (IU), que tiene en este apartado un importante lunar debido a su 33% de inasistencia. Pero es Antonio López-Istúriz, eurodiputado del PP y Secretario General del PPE, quien se lleva la palma, con un inaceptable 49% de absentismo. Si a ello le sumamos que es también uno de los que menos intervenciones há realizado a lo largo de la legislatura, se comprenderá que sea justo incluirlo junto a Mayor Oreja e Iturgaiz en el podio de los eurodiputados que dan el ejemplo perfecto de cómo no deben comportarse nuestros representantes públicos.