El expresidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, respalda al actual líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, en una propuesta para cambiar la ley y que sea la lista más votada la que gobierne, aunque solo en el caso de las elecciones locales. La idea, contestada por algunas voces dentro del partido, como la de Isabel Díaz Ayuso, incluso antes de ser concretada, ha sido bien acogida por Rajoy: “Creo que merece que la escuche la gente. Creo que es una excelente propuesta y yo la apoyo”. No añadió ninguna otra argumentación excusándose en que él ya no tiene capacidad de decisión.
En su papel alejado de la política, Rajoy participó este lunes en un acto en la Facultad de Derecho de la Universidade de Santiago de Compostela, en la que él estudió, con motivo del día de San Raimundo de Peñafort, patrón de los juristas. Allí ofreció una lección magistral que decidió dedicar a un análisis de los retos y el futuro de la Unión Europea y a defender la Transición y el modelo de los consensos del bipartidismo. “Lo más importante en España se hizo por consenso”, manifestó. Como ejemplos puso la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Catalunya cuando él era presidente del Gobierno, algo que dijo que no habría hecho de no haber contado con el “apoyo del PSOE”, y su renuncia a modificar la ley electoral porque “las reglas del juego hay que pactarlas”.
A esto opuso el momento actual de la política española, que considera que es el de “más división y polarización” de la sociedad. Su hipótesis es que la responsabilidad es del Gobierno actual, al que ha calificado de “Frankenstein”. Como ha hecho en varios foros desde que presentó su segundo libro, Política para adultos, ha cargado contra el populismo, en el que incluye al exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, a las plataformas contra los desahucios, a los movimientos independentistas -y, más en concreto, al catalán- y el Brexit.
Estos populismos y sus “caudillos” son para el expresidente uno de los riesgos a los que se enfrenta la Unión Europea, a la que recomienda hacer reformas, defender sus valores tradicionales, basados -defiende- en los de las democracias liberales y caminar hacia una mayor integración, sobre todo en materia económica, política exterior y defensa: “Tenemos que ir aproximándonos a una especie de Estados Unidos Europeos”. Sobre la mesa ha puesto una serie de propuestas más o menos concretas: un mercado energético único, la unión fiscal, una política de seguridad única y un enfoque conjunto de la inmigración, “una de las principales preocupaciones de los estados europeos”. También ha pedido volver ya a las políticas de “control del gasto público” tras las medidas para hacer frente a las crisis derivadas de la pandemia y de la guerra en Ucrania.