El pasado lunes, 13 de julio, la dirección del instituto Chapela de Vigo se encontró en su buzón electrónico con una comunicación de la Consellería de Educación. En ella, la administración informaba de que dos de sus más concurridos ciclos de Formación Profesional para adultos, Dietética y Educación Infantil, perderían, de cara al próximo curso, su carácter presencial y pasarían a impartirse a distancia. Hacía casi un mes que el centro intentaba infructuosamente hablar con Educación para conocer qué podría ofertar en septiembre -el plazo de admisión comienza la semana que viene-. Y de repente, sin apenas tiempo para reaccionar, la Xunta anunció que esas clases dejaban de ser presenciales. Está sucediendo en más centros de FP y, por el momento, solo en Galicia. Profesorado y sindicatos entienden que lo que se esconde detrás de los cambios es una puerta a la FP privada, que ofrece esas mismas especialidades, autorizada por el Gobierno autonómico, y siempre de manera presencial.
“En cuanto recibimos el correo de la consellería, enseguida llamamos. Pensamos que era un error”, explica a elDiario.es Fátima Ferreiro, jefa de estudios del IES Chapela, “lo primero que nos respondieron es que se debía a la falta de demanda. Les explicamos que al revés, esos dos ciclos, Dietética y Educación Infantil tienen mucha matrícula año tras año”. El departamento del Gobierno gallego cambió entonces de versión y adujo que era por lo contrario: al convertir en ciclos a distancia los ciclos presenciales, podría aumentar la oferta. Porque la ratio de alumno por profesor es más elevada a distancia, unos 50, que en aulas presenciales, entre 25 y 30. Esto explica, además, porque el argumento de la administración sobre que en realidad aumentan las plazas es cierto: lo hacen gracias precisamente a la implantación de la FP a distancia. Pero, como denuncia Ferreiro, sin que aumenten ni los profesores no los recursos: “Habrá el doble de estudiantes con el mismo profesorado”.
Todavía este jueves el propio presidente de la Xunta de Galicia se agarraba a una explicación que los hechos desmienten. “No tendría mucho sentido mantener ciclos si no tienen demanda. Los ciclos ordinarios presenciales que pasan a distancia lo hacen a petición de los centros”, aseguró Alfonso Rueda. Nada más lejos de la realidad en el caso del Chapela: Dietética y Educación Infantil registran altos índices de matrícula y el instituto, además, había solicitado justamente lo contrario, el incremento de la oferta presencial, en concreto en integración social. La realidad de otro centro, el San Clemente de Santiago, también contradice a Rueda. En este caso, son los ciclos superiores para adultos de Administración de sistemas informáticos en rede y de Desenvolvemento de aplicacións web los que se quedan sin modalidad presencial, lo que supondrá -explica el departamento de Informática-, que el alumnado matriculado en régimen presencial se reduzca un 50%. “Es un dato muy significativo teniendo en cuenta que siempre se cubren plazas y quedan personas en listas de espera”, señala, y añade que “durante las tardes del próximo curso escolar unas aulas magníficamente dotadas” no se usarán.
El sindicato CIG denuncia la reducción del peso de la pública
Consultada por este periódico, la respuesta de la Consellería de Educación es genérica. “Va a seguir habiendo presencialidad en la FP modular. Es habitual que todos los años la oferta varíe en función de la demanda”, señala un portavoz, “y este se incrementa tanto la oferta de plazas presenciales como la oferta de plazas a distancia”. A la pregunta concreta de a cuántas modalidades, centros y alumnos afectan los cambios no contesta.
El principal sindicato de la educación en Galicia, la CIG, lo ve de manera opuesta y se refiere a “una clara decisión política” de la Xunta de Galicia: derivar la educación para adultos a la enseñanza on line a la vez que se facilita la pasarela a la FP privada y se reduce el peso de la pública. “Allí donde se pasan ciclos a modalidad a distancia existe mucha oferta privada”, relata a elDiario.es Suso Bermello, secretario nacional de CIG-Ensino, “como sucede en A Coruña y con los cambios que afectan a los ciclos del centro integrado de FP Ánxel Casal, o al Xunqueira de Pontevedra”. En Santiago de Compostela tres centros privados, además del San Clemente público, ofrecen enseñanza de FP en informática.
Bermello asegura que esa reducción de la presencialidad decretada unilateralmente por la consellería se está dando sobre todo en los ciclos para adultos de la familia de Servizos á comunidade (atención de personas mayores, Educación Infantil, etcétera) o Administrativos. “Son sectores feminizados”, indica. En los ciclos de Servizos á comunidade, en el curso 2020/2021 -el último del que hay datos oficiales-, un 86% de las personas matriculadas eran mujeres. Como ilustración de que la enseñanza a distancia es más un empeño de la consellería que una opción demandada, Bermello aporta otras cifras relativas a ese mismo curso: solo el 16% de los alumnos de ciclos superiores de FP lo eligieron.
Fátima Ferreiro, la jefa de estudios del instituto Chapela de Vigo, relata que una parte notable de los matriculados en la modalidad a distancia se suele descolgar de los estudios. Y lamenta que el Gobierno gallego haya tomado sus decisiones a solo 20 días de que se abra el proceso de admisión para el curso 2022/2023. “Lo hacen para intentar rebajar las protestas”, dice. De momento, profesorado y alumnos se han concentrado este 16 de junio delante de algunos de los centros públicos de FP más importantes de la comunidad.