El baltarismo ha terminado. O, al menos, el baltarismo en su modalidad conocida hasta ahora, basada en el férreo control de la Diputación de Ourense apoyado en holgadas mayorías absolutas que se han repetido ininterrumpidamente desde finales de los años 80 del siglo pasado. El recuento definitivo de las elecciones municipales del pasado domingo, celebrado este martes en la Junta Electoral de Zona, ha confirmado que el PP ha perdido dos diputados provinciales por el partido judicial de Ourense, lo que deja el cómputo total en 12, uno menos de los que necesitaba para retener la absoluta en la Diputación provincial.
Los populares ourensanos no dependen por primera vez de sí mismos para retener el poder de una institución sin la que sería incomprensible su dominio en la provincia en las últimas tres décadas bajo el mismo apellido, primero con José Luis Baltar y desde 2012, con su hijo, José Manuel Baltar. Los menos de mil votos que les han impedido conseguir el escaño número trece provocan que se queden en manos de Ciudadanos, que se estrena en la corporación con un diputado.
Los responsables del partido de Albert Rivera en Galicia aseguran por el momento que no descartan “nada”. Tampoco, de este modo, sostener en el poder al heredero de una saga señalada en innumerables ocasiones por caciquismo y cuyo fundador, el autodenominado “cacique bueno”, fue condenado en 2014 por enchufar a 104 personas ligadas al PP en la Diputación en vísperas del congreso provincial del partido en 2010, en el que su hijo logró imponerse en votos al que era el candidato de Feijóo. Falta saber si la cúpula de la formación será capaz de conciliar su mensaje de “regeneración” con dar soporte al baltarismo.
El juego de pactos para una mayoría alternativa no es fácil. La segunda fuerza de la corporación es el PSdeG, que apela directamente al cambio, pero una eventual investidura de color socialista necesitaría el apoyo del partido local Democracia Ourensana (2 escaños), del BNG (1) y de Cs. Esa ha sido la opción sugerida por DO, que tampoco descarta cualquier otro escenario tras una campaña en la que, no obstante, hizo de la lucha contra el “caciquismo” de los Baltar una de sus banderas. A priori, no parece que los naranjas puedan estar dispuestos a votar en el mismo sentido que los socialistas en una alianza que incluya al Bloque.