“Mohammad es alegre y simpático/ Dice que le gusta reír/ Y que ríe, cuando menos, media hora al día (...) El resto del día llora/ Casi todos sus amigos han muerto/ o están en prisión” (traducido del original en gallego). El profesor vigués Moncho Iglesias describió con versos como este (Oda ás nais perennes con fillos caducos entre os brazos, Edicións Positivas, 2008) la normalidad de Palestina, un día a día de muerte y de violencia, pero también de vida, de ilusiones y de deseo de libertad. La ofensiva del ejército israelí en Gaza, redoblada en las últimas horas, ha provocado ya más de 200 muertos y mantiene su intensidad, después de que Israel ordenara a cien mil palestinos abandonar sus casas. Sin embargo, Iglesias recuerda que “el conflicto siempre está ahí. Estos días saltó a los medios por estos tres chavales judíos que mataron. El día a día de Palestina, lo que sus habitantes tienen que soportar a diario, no sale en los medios: que entren en las casas de la gente continuamente, que los lleven detenidos, las huelgas de hambre de los presos, la propia situación cotidiana de los detenidos”.
Hablamos con él en Vigo. Moncho Iglesias es en la actualidad profesor en la Universidad de An-Najah, en Nablus, como antes lo fue durante varios años en Belén. Sin embargo, hace varios meses que no puede entrar en Palestina. Como relató con detalle en esta entrevista, después de que expirara su permiso de residencia y de viajar a Jordania para solicitar un visado provisional de turista, las autoridades israelíes le impidieron la entrada en el país, una muestra para Iglesias de que “Palestina no existe”. “No hay visados de trabajo para trabajar en los territorios ocupados. Palestina no lo puede conceder y depende únicamente de Israel, que no me lo da”, señala. Sin embargo, se declara optimista: “Guardo la esperanza, como esos millones de palestinos que tuvieron que dejar sus casas hace décadas, pero que aún conservan las llaves de esas casas”.
Desde la distancia observa lo que está sucediendo en Gaza: “El tratamiento informativo de lo que sucede en Gaza parece el de la lotería: se cantan únicamente números. Resulta molesto ver cómo solo se manejan cifras”, dice. “Los ataques no son contra Hamas. Están muriendo niños, y un niño no se puede identificar con una tendencia política o religiosa”, señala, “muchos sí serán militantes de Hamas o de otros partidos políticos. Pero eso también viene provocado: si matan a alguien de tu familia por su militancia a un grupo, la reacción natural es que tú también te afilies a ese grupo”.
Sin embargo, Iglesias destaca que este es el día a día en Palestina: “La normalidad en Palestina, por ejemplo en mis clases, es que falte un alumno porque está detenido, o las restricciones de movimiento para ir de un barrio a otro... La violencia y el miedo son la normalidad allí. Y eso no debería ser normal”. Cuenta que una vez, cuando estaba en Belén, “me llamaron para que fuera a casa de unos amigos. La casa había sido destrozada por los militares israelíes, había balazos en las paredes, y los niños jugaban por la casa. Y yo me preguntaba cómo podían vivir esa situación así, con esa tranquilidad. Y fueron ellos los que tuvieron que animarme a mí, diciéndome que no era nada, que al día siguiente limpiarían todo y seguirían adelante”.
¿Hay solución para el pueblo palestino? “El cambio, la solución, tiene que venir de fuera, desde dentro no se puede”, dice. “Tiene que haber una intervención desde fuera, una mediación. Dentro hay cada vez más odio, hay ya varias generaciones que nunca han vivido en libertad, no hay aire que respirar”. Sin embargo, denuncia que “la comunidad internacional no está haciendo nada por solucionar un conflicto que lleva muchísimos años”.
En cualquier caso, Iglesias destaca que “Palestina no es muerte nada más”. Cita el poema de Rafif Ziada (“nosotros enseñamos vida, señor”) y destaca que “es cierto, porque en Palestina hay mucho más: hay gente que lee, gente que escribe, gente que canta, gente que escucha, gente que baila...”. Señala igualmente que “hay mucho humor en Palestina, se hacen muchos chistes, incluso humor negro sobre su situación” y recuerda el film Bromas Aparte de Vanessa Rousselot. “Hay mucha gente que quiere vivir y que quiere ser conocida por lo que hace”, concluye.
Palestina mantiene la ilusión y la vida: “Decía un amigo mío que él tenía ilusiones, pero que era consciente de que sus ilusiones tenían un límite, de que él era apátrida, de que no podía salir de Palestina. Pero él decía todo esto con una sonrisa en la boca, él seguía soñando aunque sabía que sus sueños no se podían cumplir”, explica Iglesias. También mantiene intacto el deseo de libertad que tan bien Darwish: “Para nuestra patria, un techo de nubes”.