La contradicción define el discurso público de la Xunta de Galicia sobre el cambio climático y el proceso de descarbonización asociado a la producción eléctrica. Todavía la semana pasada el presidente gallego, Alfonso Rueda, celebraba la posibilidad de que el Gobierno central reabra la central térmica de As Pontes (A Coruña) y aseguraba que el hecho les daba la razón porque “la transición energética formulada por Sánchez ha tenido consecuencias muy perjudiciales para la comunidad”. Sus declaraciones, que repetían el mantra de Feijóo al respecto, obviaron el contexto en el que se produce el cambio -las consecuencias de la guerra de Ucrania sobre el abastecimiento de gas ruso- y chocaron con otra línea discursiva de su propio gabinete: la que presume de la brusca reducción de emisiones de CO2. Esta se debe principalmente, explican ecologistas conocedores del tema, al cierre de las dos térmicas gallegas, Meirama y As Pontes, que la Xunta critica. Pero Rueda y su conselleira de Medio Ambiente nunca mencionan esta relación.
“As Pontes vuelve a funcionar porque el Estado hizo una mala planificación energética y además no vio lo que estaba pasando en otros lugares de Europa”, se extendió el sustituto de Feijóo al frente del Ejecutivo gallego. La realidad difiere de esta interpretación. El Ministerio para la Transición Ecológica ha encargado un informe sobre el futuro inmediato de la térmica gallega, que fue la más grande y la que más contaminaba de España, debido al nuevo escenario geopolítico. De hecho, en una reunión del Instituto de Transición Justa, organismo dependiente del ministerio, con entidades ecologistas, el Gobierno central comunicó que, a la espera del informe encargado a Red Eléctrica, consideran tres vías para As Pontes. Y que la más factible es mantenerla en stand by mientras la Unión Europea afina su plan de contingencia ante un hipotético corte de suministro del gas ruso.
Ninguna de estas circunstancias suele aparecer en las intervenciones de Rueda, que sobre todo utiliza estos vaivenes en los planes de descarbonización para hacer oposición a la coalición de PSOE y Unidas Podemos. Porque al mismo tiempo que se ufana de que su gabinete sí escucha “a la gente que entiende de planificación energética y económica” para asegurar que una reapertura de As Pontes -cuyo proceso de cierre definitivo se encontraba a punto de concluír- coincide con lo que venía defendiendo, él mismo hace gala de la reducción de emisiones de CO2 en la comunidad. Que deriva, por cierto, de los compromisos firmados por el Estado español en Kioto -el célebre protocolo de 2008- o del Paquete Europeo de Energía y Cambio Climático. La conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, es la principal portavoz de una información que, a decir de los ambientalistas, oculta la causa principal de la misma: la clausura de las térmicas debido al colapso del carbón entre 2018 y 2019.
Salto abrupto: del 4,7% al 35,9% en cuatro años
El departamento de Vázquez publicaba el pasado 26 de marzo un comunicado en su página web en que afirmaba “llevar años impulsando una acción climática con la que poner a Galicia en el estandarte de las regiones activas en la mitigación de los efectos del cambio climático”. Según sus datos, la mencionada “acción” había reducido la emisión de gases de efecto invernadero en un 35,9% respecto a 1990, treinta puntos porcentuales más que la media estatal. En 2019, recordaba la nota de prensa, la bajada era del 23,8%. Un simple rastreo en la hemeroteca del propio Gobierno gallego ofrece más cifras y contexto más amplio.
El 31 de enero de ese año, el ahora expresidente Alberto Núñez Feijóo explicaba la Estratexia de cambio climático de su Ejecutivo y recordaba que entre 1990 y 2016 la caída de emisiones en Galicia había sido del 4,7%. ¿Qué ha sucedido para un salto tan abrupto, casi 31 puntos porcentuales entre 2016 y 2020? La Consellería de Medio Ambiente nunca acaba de concretarlo. En marzo de este año, Ángeles Vázquez consideraba que esa reducción era un fruto del “paso a la acción” del Gobierno gallego, que sintetizaba en la Lei do Clima de Galicia y en dos estrategias, la de cambio climático y la de economía circular. Los ecologistas, sin embargo, disienten.
“El principal factor que explica la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero es el cierre de las centrales térmicas, especialmente la de As Pontes”, señala un miembro de Greenpeace, organización implicada en el movimiento prodescarbonización y que ha estudiado pormenorizadamente la cuestión. Da algunas magnitudes que contribuyen a aclarar la realidad. En 2018, las térmicas de Meirama y As Pontes emitían 10.1 millones de toneladas de CO2, un tercio del total de emisiones en Galicia. En 2020, 500.000. El grueso correspondía a As Pontes, la más grande de España y, según una investigación de WWF/Adena de 2006, la novena que más polucionaba de Europa. “Era la gran fábrica de cambio climático del Estado”, señala esa misma fuente.
“Sin política de reducción de emisiones”
As Pontes, propiedad de Endesa, solicitó al Ministerio para la Transición Ecológica en 2019 su cierre. Aducía falta de competitividad, debido a los precios del carbón y del mercado de emisiones. Fue rebajando su actividad, ya solo con dos de sus cuatro grupos en funcionamiento, y alimentada con carbón procedente de Colombia y Rusia. Su mina se había agotado muchos años antes. La autorización de cierre definitivo, concedida este mes, ha quedado sin embargo en suspenso por la decisión del Gobierno de valorar su reapertura ante un hipotético corte de suministro de gas ruso como consecuencia de la invasión de Putin a Ucrania. Meirama, de Gas Natural, apagó sus calderas definitivamente en 2020.
Entre 2017 y 2018, expone el activista, el 40% de la electricidad producida en Galicia tenía como fuente el carbón. En 2021, fue el 1,9%. “Esto se debe al colapso del carbón, ocurrido entre 2018 y 2019, aunque hay otros factores. El cierre de Alcoa supuso eliminar un millón de toneladas de CO2. Y con la pandemia de coronavirus, Galicia exportó menos mucha menos energía”, resume, “porque la Xunta no tiene política de reducción de emisión de gases de efecto invernadero. ¿Qué hace en transporte? ¿Qué hace sobre calor urbano? ¿Qué hace con la ganadería industrial, cuando es la segunda comunidad que más CO2 emite despoués de Catalunya?”, se pregunta.