La Xunta va a cambiar mediante un decreto sus normas de habitabilidad para abrir la mano con los bajos comerciales y que los propietarios los puedan transformar en viviendas y alquilarlos como tales. En la nueva norma se fijan una serie de requisitos que, en muchos casos, rebajan los anteriores, pero la conselleira de Vivenda, Ángeles Vázquez, adelanta que algunas condiciones no son inamovibles y que se van a aplicar con “flexibilidad”. “Establecemos unos mínimos: para convertir un bajo en una vivienda hay que o bien abrir una ventana cuya parte baja esté a 1,8 metros del suelo por fuera o, de no poder ser así, que de la fachada a un espacio público haya dos metros. Son unas condiciones que preestablecemos, pero que son flexibles”, expuso.
La modificación estaba anunciada desde hace meses, pero la redacción definitiva del decreto no ha quedado aprobada hasta este jueves en el Consello de la Xunta. Los objetivos de los responsables del Ejecutivo gallego han repetido en este tiempo son los de transformar espacios que llevan tiempo vacíos y en los que no hay perspectivas de recuperar la actividad para evitar que se deterioren, que den mala imagen “con pintadas” y, al mismo tiempo, poner más vivienda en el mercado del alquiler. Los requisitos que se exigían hasta ahora para dar ese cambio de uso a los locales sin actividad “hacían inviable” que eso ocurriese, sostiene Vázquez, que pide compararse con otras ciudades de países del entorno y “europeizarse”. Y que añade que las mismas facilidades se van a aplicar también a las entreplantas.
La conselleira asegura que “se garantiza la calidad de vida” dentro de estas futuras viviendas. Entre las cuestiones que hay que cumplir están que los espacios convertidos en vivienda tengan al menos 40 metros cuadrados útiles. La altura mínima se baja de 3,2 metros a 2,5 en los bajos y a 2,4 en las entreplantas. La extracción de humos ya no tendrá que ser mediante el sistema instalado en el edificio y que desemboca en la parte superior; puede ser directamente desde el bajo. No habrá obligación de reservar una zona de lavandería y, en caso de que se haga, no será obligatorio que el acceso sea desde la cocina.
Uno de los principales problemas que plantea el uso de estos espacios, ubicados muy habitualmente en zonas de tránsito, es el de la privacidad. Es por este motivo que se fija como requisito inicial que la parte de abajo de las ventanas esté a 1,8 metros de altura o que, si no, estén alejadas de los lugares públicos al menos dos metros. La idea, dice Vázquez, es que no se puede mantener un escaparate típico de local comercial. Sin embargo, los mínimos no serán obligatorios: “De no poder cumplirse, los ayuntamientos delimitan las áreas, hacen la justificación necesaria y, siempre que se garanticen la intimidad y la ventilación y un mínimo de luz, la Xunta en tres meses autoriza, aún no cumpliendo esos dos requisitos”. La conselleira considera que “la intimidad también se puede garantizar con estores u otros elementos”.
La conselleira cita datos de las inmobiliarias para asegurar que ahora mismo hay 7.000 bajos comerciales en Galicia que están actualmente en alquiler pero tienen “muy pocas” perspectivas de tener un futuro como tiendas. A mayores, hay una cifra no cuantificada porque no todos los propietarios recurren a inmobiliarias, señala Vázquez. De este total, dice que 2.000 están ya en condiciones de transformarse en viviendas y que el objetivo de la Xunta es lograrlo y evitar el abandono de unos espacios que “lo único que generan es un problema económico al propietario y, a veces, a la comunidad de vecinos”.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, aseguró que su equipo cree que, con este aumento de la oferta, habrá una bajada en los precios de los alquileres, una medida “necesaria”. No hizo alusión a los efectos de las nuevas normas en combinación con regulaciones que, en ciudades como Santiago y Pontevedra, limitan a pisos bajos o a primeros las viviendas de uso turístico.