El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu ya tiene a dos candidatos sobre los que descargar la máxima responsabilidad de las tarjetas ‘black’: Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Si se atiende al cargo que desempeñaron ambos, parece de lógica. El primero presidió Caja Madrid; el segundo, también (desde enero de 2010 a diciembre del mismo año cuando nació Bankia), y además fue el máximo responsable de Bankia hasta su intervención en mayo de 2012. Tras quedar arrinconados en sus declaraciones de hoy en la Audiencia Nacional, el juez decidió que cubran una responsabilidad civil de 16 millones, en el caso de Blesa, y de 3 millones de euros, en el de Rodrigo Rato.
Ninguna de las dos estrategias convenció al juez. Ambos coincidieron en que las tarjetas eran una práctica que les precedía. Sobre su utilización durante el periodo en el que presidieron las entidades, Blesa optó por responsabilizar a personas y órganos inferiores. Rato simplemente insistió en que pensaba que se trataba de algo legal. El primero en declarar había sido Ildefonso Sánchez Barcoj, el director financiero de ambos. Sánchez Barcoj no dudó en responsabilizar a Blesa y a Rato de la existencia de las tarjetas en sus respectivos periodos de Presidencia.
Según varias fuentes presentes en las declaraciones, en la sala de vistas de la planta baja de la Audiencia Nacional se vivieron varios momentos de tensión. Especialmente del juez y el fiscal con Miguel Blesa, indignados ante las inconsistentes explicaciones que ofrecía el expresidente de Caja Madrid.
Para Blesa, las tarjetas se trataban de un complemento retributivo de “libre disposición”. Sánchez Barcoj añadió el adjetivo de “flexible” al supuesto complemento retributivo. Para Rato, eran “un instrumento de cobro de la retribución ya establecida”. El exvicepresidente del Gobierno creía, según dijo, que lo que gastaba cada mes con la tarjeta ‘black’ le era descontado del sueldo.
Ninguno de los dos expresidentes supo responder con claridad al juez Andreu cuando éste se aludió al artículo 24 de la Ley de Cajas, que señala que ningún consejero podía cobrar por gastos que no estén relacionados con la asistencia las reuniones de la cúpula. Andreu preguntó a ambos cómo podían ser las tarjetas una retribución añadida si la Ley de Cajas lo impedía. Blesa quedó especialmente contrariado en este punto, afirmaron fuentes presentes en la declaración.
Cada uno de los tres imputados tuvo una versión menos creíble para justificar que no tenían ninguna responsabilidad sobre las tarjetas, según narran las acusaciones. Sánchez Barcoj decidió dar una patada hacia arriba y responsabilizar exclusivamente a los presidentes de Caja Madrid y Bankia. “Nunca hubo un número dos, sino unos diez directores generales. El presidente lo manejaba todo”, llegó a afirmar, según las citadas fuentes.
El informe de la auditoría interna de Bankia, asumido por el FROB, desmiente que Sánchez Barcoj no participara en la mecánica de las tarjetas opacas. Aunque la responsabilidad máxima sea de los presidentes, las tarjetas caían en su ámbito de competencias. Según su explicación, el departamento de tarjetas emitía el plástico y contabilidad decidía sobre él. Quién tenía la tarjeta y de cuanto disponía era decisión exclusiva de los presidentes, remachó.
Por su parte, Blesa apuntó hacia abajo, concretamente al Comité de Medios, quien daba el visto bueno, afirmó. El fiscal de Anticorrupción Alejandro Luzón, que se empleó con contundencia durante las declaraciones, espetó en ese momento a Blesa que cómo iba el presidente de una entidad a delegar en un organismo inferior un visto bueno.
¿Cómo era posible que no prestaran más atención a los gastos con esas tarjetas? Ahí coincidieron Rato y Blesa en que eran cantidades muy pequeñas comparadas con lo que ganaban. Blesa gastó 436.700 euros en nueve años. Rato, 99.000 en dos años y algunos meses. Blesa, inspector de Hacienda en excedencia, incluso se atrevió en calcular el porcentaje que suponía en su sueldo: un 2%. Ninguno supo explicar por qué hubo cuatro consejeros que no gastaron un solo euro con la tarjeta, cuestión por la que se interesó el juez Andreu.
La tarjeta ‘black’, dijo Blesa, cree que la entregó el secretario del Consejo de Administración a su llegada a Caja Madrid en 1994. “Nadie me dio ninguna explicación”, llegó a decir, para volver a provocar la indignación del fiscal Luzón. “Oiga, usted era el presidente de Caja Madrid, las explicaciones las tiene que dar usted”, le lanzó. Además, según Blesa, las tarjetas no eran un instrumento opaco. “Todos es visible para quien lo analiza”, se atrevió a afirmar el expresidente de Caja Madrid. En este punto, coincidió con Rato, que aseguró que el Banco de España y los auditores internos y externos debían conocer de la existencia de los codiciados plásticos.
En este ámbito, Rato dijo que le entregó la tarjeta Sánchez Barcoj y que, en cualquier caso, ya conocía de su existencia antes de ser presidente de Caja Madrid y Bankia. Sánchez Barcoj, por el contrario, aseguró que Rato es quién decide que él mismo tenga tarjeta de Bankia. El exdirector financiero aseguró al juez que él devolvió su tarjeta de la época de Caja Madrid a finales de 2011 y volvió a recibir otra al firmar el contrato con Bankia, en febrero de 2012.
De una época anterior
De una forma similar, Miguel Blesa insistió en que en la época de su antecesor, Jaime Terceiro, ya había tarjetas opacas. Para apoyar su declaración, Blesa presentó varias actas de la época de Terceiro, que le había facilitado la Fundación de Caja Madrid, según las fuentes consultadas y que remontarían la existencia de las tarjetas a la década de los ochenta. La conclusión de Blesa es que el plástico era “una práctica consuetudinaria e institucionalizada”.
En cuanto a la devolución del dinero, Rato ha devuelto los 99.000 euros a sendas cuentas de Bankia y de la Fundación Caja Madrid (esta última procedió ayer a devolver lo que le habían entragado ya que considera que no es de su competencia sino del Frob). Blesa, sin embargo, no ha devuelto un euro. Hoy dijo al juez que no tiene nada que devolver porque se trataba de una retribución complementaria. Ahora bien, anunció que había regularizado las cantidades ante Hacienda y que si no lo había hecho antes era porque creía que lo había hecho la entidad.
El interrogatorio todavía dio para otro sobresalto. Fue cuando el fiscal Luzón le preguntó a Rato por qué había ingresado 6 millones de euros en 2011 en una transferencia del banco de inversión Lazard, en el que llegó a trabajar. El exvicepresidente del Gobierno explicó que recibió el dinero porque en 2011 estaba fijada la fecha de vencimiento de la opción sobre las acciones de las que disponía. Se da la circunstancia de que Lazard fue una de las entidades que lideró y cobró grandes comisiones por la salida a bolsa de Bankia.
El informe del FROB y los correos de Blesa
La Fiscalía Anticorrupción abrió diligencias después de que el FROB le informara el pasado 4 de julio de las conclusiones que había recibido de una auditoría de Bankia. Eran 86 exconsejeros y antiguos directivos de Caja Madrid que gastaron 15,2 millones entre 1999 y 2010. Este último año y el siguiente, el gasto correspondió a la cúpula de Bankia, a la que dio tiempo a gastar 242.000 euros.
El FROB ponía de manifiesto en un informe jurídico que no existía contrato que formalizara las tarjetas 'black' y que los gastos no eran de representación sino personales. Respecto al posible desconocimiento que pudieran alegar los usuarios de las tarjetas, el FROB destacaba que personas “con responsabilidades y experiencias en puestos de diferente índole” no deben tener difícultad para distinguir “el patrimonio particular del patrimonio de la entidad”.
Además, el hecho de que cuatro consejeros no hicieran uso de la tarjeta pone de manifiesto, según el FROB, que “era posible advertir lo indebido de un uso personal o impropio”.
Por tanto, el informe jurídico que sirvió a Anticorrupción para comenzar a investigar, ofrecía dos opciones a los titulares de las tarjetas para justificar su actuación: que argumenten que es una tarjeta de empresa, “lo cual no legitima el uso particular de la misma”; o que lo consideren una remuneración, “en cuyo caso debieron declarar y tributar por tal concepto”.
Pero si el FROB partió de la información remitida por Bankia, esta comenzó a investigar, según ha reconocido, por el correo de Blesa que publicó eldiario.es el 23 de diciembre de 2013, y en el que un directivo de la entidad daba cuenta de la existencia y funcionamiento de las tarjetas 'black'. Aquellos correos llegaron a eldiario.es de una fuente anónima derivada por el Partido X.