Antes de leer estas líneas, empieza por buscar en Google las palabras 'Comic Sans'. Tras la impepinable entrada de Wikipedia, los resultados que devuelve el buscador son de lo más reveladores: una web para rehabilitar a los “criminales” que utilizan la tipografía, otra que aboga por prohibirla y varias listas de razones para odiarla publicadas en medios de comunicación.
Las cosas como son: Comic Sans es la tipografía más detestada del mundo. Nunca debería haber salido de su hábitat original, el mundo de los cómics, ni mucho menos haber sido incluida entre el paquete de fuentes preinstaladas de un sistema operativo. Y, sin embargo, se ha utilizado en todo tipo de contextos claramente inapropiados, desde en la presentación del hallazgo del bosón de Higgs, hasta en una nota policial dirigida a las víctimas de violaciones o en la inscripción de una lápida, pasando por un videojuego de la popularidad de Los Sims.
Tal es la dimensión del odio, la inquina y la rabia que provoca Comic Sans, que sus más acérrimos detractores han invertido horas (tal vez demasiadas) en producir estudios, monólogos y hasta videojuegos con el único objetivo de abominar y combatir el uso desmedido y sin control de este infantil tipo de letra.
Y, sin embargo, decenas de personas – incluso personas con certificados académicos relacionados con el diseño – lo siguen utilizando. Algunos incluso la defienden o, con menos redaños, la justifican. Sin ir más lejos su creador y la empresa que pagó por ella. ¡Qué remedio!
“Es extremadamente legible en pantallas de reducidas dimensiones, lo que hace de ella una tipografía útil para textos”, reza la web de Microsoft, que incluyó por primera vez este tipo de letra en Windows 95. ¡Ni de lejos! Cualquiera en su sano juicio reconocería que Comic Sans no es apropiada para redactar documentos largos, medianos o cortos. Ni siquiera Vincent Connare, el padre de la criatura y un hombre al que le pitan los oídos con inusitada frecuencia, sería capaz de sostener tal afirmación.
De hecho, él es el primer interesado en poner las cosas en su sitio: “Comic Sans NO fue diseñada como una tipografía, sino como la solución a un problema”, reconoce en su web. “Cuando la diseñé, no tenía intención alguna de incluir la fuente en otras aplicaciones que no fueran aquellas diseñadas para niños”. Y ahí está el quid de la cuestión.
Connare comenzó a trabajar en Comic Sans en 1994, cuando descubrió que Microsoft estaba utilizando Times New Roman para rellenar los bocadillos de un software infantil llamado Microsoft Bob. “Los diseñadores e ingenieros de Microsoft dedicaron una gran cantidad de tiempo a dibujar y programar una interfaz con personajes de cómic, pero no se preocuparon de usar un tipo de letra de cómic”, explica. Así que se puso manos a la obra y, echando mano de Batman y otros tebeos que tenía por la oficina, diseñó la ínclita Comic Sans.
“Cuando diseñas una fuente ya no es tuya. Especialmente como yo la diseñé para Microsoft. Yo era un asalariado, un empleado. Haber diseñado una tipografía como esta no te hace sentir nada especial”, se justifica en una entrevista para la web del Congreso Internacional de Tipografía. Y en su página personal lo desarrolla: “El problema es que el software ya estaba terminado y todos los cuadros de diálogo y bocadillos estaban ya adaptados a las medidas de Times New Roman […] así que en aquel momento no podían utilizar la fuente”.
Al menos puede decirse en su defensa que el hombre no tenía mala intención. Tal vez si hubiera sabido las atrocidades que se iban a cometer en el futuro haciendo uso de su obra, se lo hubiera pensado dos veces antes de traer al mundo a la criatura. Al fin y al cabo, su historia no es tan distinta a la de Alfred Nobel y la dinamita o la de Frederick Roberts y los campos de concentración, ¿no crees?