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Andreu Buenafuente: “¿Para qué voy a invertir en vino si puedo invertir en jóvenes talentos?”

Si hablamos de la figura del inversor, posiblemente nos venga a la mente la imagen del típico hombre de negocios, siempre elegante, de gabardina y maletín, que en base a su experiencia se decanta por una serie de proyectos, extiende una serie de cheques y se preocupa solo (o casi) de obtener beneficios. Pero no siempre es así. Por ejemplo en Estados Unidos, como ya contamos en Hoja de Router, son muchas las caras conocidas que han apostado por destinar parte de su capital a la financiación de 'startups' tecnológicas. No sabemos si se enfundan el traje para ir de reuniones, pero 'celebrities' como Asthon Kutcher o Leonardo DiCaprio han decidido zambullirse en la gestación de nuevas compañías en Silicon Valley.

Como suele ser habitual, esta tendencia originalmente norteamericana comienza a sumar adeptos en todo el mundo. En nuestro país, aunque aún son pocos los rostros conocidos que han visto el indudable atractivo a este negocio, ya hay quien comienza a poner de su bolsillo el dinero necesario para el nacimiento de nuevas compañías. Gerard Piqué o Álvaro Arbeloa no han dudado en subirse a la ola. Y hay más. Procedente de un ámbito completamente distinto, Andreu Buenafuente también ha querido ser partícipe de este fenómeno.

Aunque asegura ser un hombre tranquilo, su mente inquieta le ha empujado a tomar parte en Bananity, una red social capitaneada por Pau Garcia-Milà, Albert Martí y Sergio Galiano que acaba de presentar su nueva versión. Buenafuente asegura que, siempre con el dinero en un segundo plano, lo que más le atraía del proyecto era verlo crecer, aprender de todo lo que se estaba gestando y poder contribuir aportando ideas. “Me gusta que me consideren parte del equipo”, aseguraba durante la presentación. Y es que, sea o no sea algo 'cool', invertir en jóvenes talentos es necesario para regenerar el ecosistema económico. Palabra de Andreu.

¿Qué es lo que empuja a Andreu Buenafuente a zambullirse en el mundo de la inversión tecnológica?

Más que invertir en tecnología, yo diría que es en el matrimonio tecnología-comunicación. Yo me veo más alejado de cosas más técnicas, donde no sé si podría entrar. En mi caso, estoy siguiendo muy de cerca el fenómeno redes, me interesa mucho, porque creo que viene a multiplicar y a transformar el escenario de la comunicación como nunca jamás se había imaginado. Entonces yo dije: “hombre, a mí me gustaría estar en eso desde dentro”. Y ahí me quedé. Cuando conocí a Pau y me dijo que tenía una red en marcha, pensé: “es el momento. Creo que es el autobús que tengo que coger para vivir la transformación desde dentro”. Más que una inversión económica es una inversión en conocimiento, en experiencia.

Si en lugar de llamarse Pau Garcia-Milà se llamase... Qué te digo yo... ¿Adolfo Castillo?

¡Sí! También. [pullquote]Tengo como una debilidad por la gente joven que arranca sus proyectos[/pullquote]. No en vano estás ante un exjoven innovador. Yo empecé a los 25 años, me planté en Barcelona y me empujaron a crear una sociedad. Que bueno... No sé... “Sí, sí, tú para lo que tienes que hacer te conviene contratar a ti a la gente”, me decían. Y así nació mi productora. Entonces, cuando veo a jóvenes como Pau me recuerdan a mí mismo hace veinte años. Siento una empatía hacia ellos. El que lucha por un proyecto personal, a mí me ha ganado de entrada. Luego me gustará más o menos el proyecto. Me acerco a muchos, en algunos entro y en otros no. Lo que puedo.

En Estados Unidos el escenario es bien distinto. Desde Asthon Kutcher hasta Justin Bieber no dudan en invertir en 'startups' tecnológicas. ¿Por qué crees que en España no se ha impuesto esa tendencia?Desde Asthon Kutcher hasta Justin Bieber no dudan en invertir en 'startups' tecnológicas

No lo sé y no deja de inquietarme. Estamos comparando dos culturas, la anglosajona y la española, y son muy diferentes. En algunas cosas para bien y en otras para mal. Allí el emprendimiento, el riesgo, está socialmente muy bien aceptado. Incluso el otro día leía acerca de una nueva empresa donde se lucha por despenalizar el fracaso y despersonalizarlo. Eso dice mucho de una sociedad, porque aquí estamos siempre con el “te la vas a pegar”, “para qué te metes ahí”, y como dice Pau Garcia-Milà, es muy español lo de “te ha ido bien, has tenido suerte”.

Eso es terrible, porque son como unas piedras enormes en los zapatos que no tienen los anglosajones. Entonces ahí tienes 'celebrities' que ganan muchísimo dinero y que consideran invertir lo más normal del mundo. Supongo que le deben de ofrecer mil negocios, algunos los conocemos y otros no. Deben de estar en vinos, en mil cosas, pero estos son muy atractivos porque te completan, te enriquecen. Ojalá aquí tuviéramos ese tono. Yo no quiero dar lecciones de nada, pero me parece algo muy orgánico. ¿Para qué voy a invertir yo en vino si puedo invertir en comunicación y en jóvenes talentos? Es muy reconfortante.

¿Uno de los factores clave puede ser que vivimos en un país con una mentalidad cortoplacista, que nos arrastra a apostar siempre por el 'pelotazo'?

Estamos ante un país del 'pelotazo', donde nada es atractivo si no es rentable ya. Y, a poder ser, sobredimensionado, para luego borrarme y montar otra cosa. Eso no es nada, solo dinero fácil que, como hemos visto, también ha desaparecido. A mí me gustaba un negocio donde no tenías que invertir una fortuna y donde el recorrido era largo. Un día Albert Martí, el responsable de Bananity, comentaba que cuando llega a España una red social consolidada, por ejemplo norteamericana, olvidamos que se tuvo que crear y que pasó su travesía, sus problemas y su gestación. Puedes decir: “Twitter, que bonito”. Bueno, Twitter habría que verlo en el minuto cero...

Hay que tener paciencia y hacer del propio proceso algo bonito. A mí me gusta mucho ir a reuniones de Bananity, últimamente voy a pocas por el trabajo, pero no voy a ir preguntando cómo van los negocios o cuánto hemos vendido. Voy a disfrutar del proceso y luego ya vendrá, si tiene que venir, el rendimiento económico. Pero, efectivamente, tocas una tecla hispana muy viciada de “queremos el dinero ya”. Creo que, desgraciadamente, el momento actual nos ha demostrado que el dinero no existirá y a lo mejor nos pone en una senda de más profesionalidad, de trabajar las cosas poco a poco. Y eso parece ser, al menos, una garantía de que puede ir bien. Pero... ¡Déjate de 'pelotazos' ya!

Siempre se ha dicho que segundas partes nunca fueron buenas... ¿Con Bananity os aferráis a esa cocción a fuego lento para dar con la clave del éxito?

Yo admiro mucho eso, porque hay un primer momento en el que el producto aún no está acabado y ellos me demostraron su perseverancia. Yo no tenía ya más herramientas mentales, pensaba qué iba a pasar con todo esto y siempre recuerdo que, unos nueve o diez meses atrás, vinieron Albert, Sergio y Pau y me presentaron la nueva versión, que ya estaba muy avanzada. Yo me quedé alucinado y dije: “¿cómo pueden reinventar y mejorar tanto?”. Y me volví a enamorar del proyecto. Fue otra lección más de no dés nunca nada por cerrado, no te rindas nunca.

Bananity no se ha rendido y creo que ahora ya tiene su versión definitiva. Ahora será lo que tenga que ser, pero si miras toda la historia, efectivamente la historia es de no rendirse y de luchar por mejorar. Y de mucha humildad en eso, porque antiguamente se hacían negocios y se decía: “yo soy así y si quieren me compran...”. Aquí hay que tener humildad, modestia, ser muy poroso, y más en un negocio de redes donde, además, el público te está diciendo las cosas. Entonces todo eso se ha integrado en esta segunda versión.

Humildad, perseverancia... ¿Cuáles son los ingredientes que debe tener un proyecto para que Andreu Buenafuente se decida a apostar por él?

Solo uno: que haya talento. El talento es mi faro. Yo, sin darme cuenta, siempre intento ir donde hay talento para captarlo, para integrarlo en mi proyecto, para sumarme... Si estoy con alguien y le veo talento empieza a arder una llama por la cual pienso “yo quiero estar aquí”. Por ejemplo, en el caso del espacio Hub Madrid, y verás como lo mío es patológico, cuando lo conocí pensé “como mola esto” y el responsable me dijo: “pues en Barcelona no está”. ¡Pues ya me has dado la mañana! Me he quedado con su correo por si le puedo ayudar... Es una broma o no, a lo mejor me ves dentro de unos meses impulsando Hub Barcelona...

Es superior a mí. Para mí es casi el sentido de la vida. Estar siempre rodeado de talento, emoción por los retos, porque sino la vida es nada: es comer y dormir y quejarse. A mí esa vida no me gusta. Así que me muevo por estos territorios tan buscados...

¿En tus próximos proyectos televisivos tienes en mente dar cabida a jóvenes emprendedores para que, como Pau, puedan contar su historia?

Te digo directamente que sí, porque es un flanco de la realidad que me interesa mucho. Ya no tanto emprendedores, que es una palabra que se está viciando. Llámale, como decíamos antes, gente con proyectos personales, con ilusión, con talento, con buenas historias... Porque, al final, yo traeré a gente al programa para que cuente sus historias. A veces serán conocidos, pero quiero abrir una puerta, y es algo fundacional que pertenece al ADN de programa, a gente que no es conocida pero que su historia es muy buena. Porque hemos comprobado en nuestros últimos trabajos que eso genera interés. Tú estás en tu casa y aparece, de repente, un tipo o una tipa que te cuenta una historia nueva, una opinión bonita e interesante y un proyecto. Esto como medio creo que está muy bien, así que vamos a trabajar con eso.

Dices que la palabra “emprendedor” se está viciando en nuestro país. ¿Crees que las medidas que ha aprobado últimamente el Gobierno están bien encaminadas? ¿Serán útiles?

Al final tienes que ir a la cotidianidad. Montar una empresa en España es muy jodido. Hasta que no se simplifique... Alguien contaba que en Londres es tan sencillo como llevar 100 libras y en Estados Unidos aún más. Hay que cambiar radicalmente muchas cosas para que los jóvenes no vean como algo inasequible montar una empresa. Si es que lo hacen en todo el mundo... Una vez Ferrán Adriá me comentó una cosa, hablando de los sajones, y es que tú vas a una universidad de Estados Unidos y de las 100 personas que hay en un aula 85 tienen un proyecto personal, que van a intentar armar al salir de la universidad. En España de esos 100 igual hay 15, los otros 85 piensan en colocarse en una buena empresa.

Si consiguiéramos, no te digo dar la vuelta, pero sí cambiar eso... Y ahí las leyes tienen que ayudar para que tú y yo, que tenemos un proyecto, vayamos a un notario, nos rodeemos de buenos profesionales y no nos crujan. Entonces nos irá bien en la medida en que lo hagamos bien, pero no partiendo desde menos cero. Eso es una cosa que yo no sé si se podrá cambiar alguna vez, pero ahí hay una clave de crecimiento.

El hecho de que en esa clase la mayor parte de los alumnos piense en ser contratado por una gran empresa, ¿piensas que viene determinado por lo complicado de montar una empresa o porque en España quizá no tenemos esa pasión, esa ambición para llevar a cabo nuestros proyectos?

Es una mezcla de todo. A mí me parece ver que en la España actual los jóvenes como vosotros estáis cambiando, ya no sois los jóvenes de hace diez años. Creo que hay una nueva generación que, quizá por la urgencia o por la situación de supervivencia, dice: “venga, vamos a arremangarnos”. Hay un poco también de cultura. Somos un país de calle, de vivir. Aquí vivir está en una escala muy alta, trabajar en una escala muy baja. [pullquote position=“right”]No es que seamos gandules, es que nos gusta más vivir[/pullquote]. Habría que encontrar un punto medio porque el mundo de ahí fuera es muy competitivo. Vas a Estados Unidos, a Inglaterra, a Francia o a Alemania y hay un nivelón y unas personas dispuestas a currar muchas horas y a formarse mucho. Entonces, tenemos que encontrar el equilibrio entre vivir y ser muy competitivos.

Desde tu perspectiva como inversor, ¿deberían las leyes dar facilidades a aquellos que están dispuestos a financiar y apoyar proyectos innovadores?

Por supuesto, mucha más facilidad. Yo vengo del mundo de la cultura y del entretenimiento, donde la Ley de Mecenazgo es necesaria ya, no puede ser que estemos demorándola. En mi caso, vengo de un colectivo que está crujido por el 21% de IVA. Eso son indicadores muy dolorosos del poco apoyo que dan. Ahora quieres hacer una película y eso es un problema en este país. Tienes un buen guión y solo encuentras problemas y gente deprimida. ¿Quieres hacer una función de teatro? ¡Pero no ves cómo está el IVA! Son frenos, frenos, frenos... Si no se sueltan frenos tenemos bloqueado a ese colectivo, que es el que conozco yo. Imagínate los que no conozco, que cada uno tendrá sus problemas.

Volviendo a la televisión, ¿crees que los programas de emprendedores, que están brotando como las setas, ayudan a los emprendedores o no son más que una patraña?

Yo creo que es positivo, por supuesto, que saquéis la cabeza por donde sea. Pero tenemos mucho trabajo por hacer. Me gustaría ver programas regulares, serios, también competitivos, porque si no eres competitivo al final te van a relegar a un horario y a una cadena y va a ser meramente simbólico. Al final todo lo que hagamos por apoyar a ese colectivo, en el fondo, es apoyarnos a nosotros mismos, porque un emprendedor de ahora será un empresario solvente, y espero que honesto, en los próximos años. Eso es el futuro.

No es una banalidad, no es algo 'cool'. Es que sois las células de un tejido económico que se está regenerando. Entonces, apoyaros desde la televisión por supuesto. Por ejemplo, una televisión pública debería tener un espacio incuestionable destinado a eso.