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¿Se puede cometer un delito con emoticonos? La historia de un policía y dos pistolas

Policías, pistolas y un detenido. Aunque parezca una escena más de cualquier película 'made in Hollywood' llena de persecuciones y sazonada con el atraco a algún banco, no lo es. En realidad, todo tiene lugar en Facebook: salvo el detenido, los protagonistas son tan solo 'emojis'. En concreto, el emoticono de un policía acompañado por dos pistolas en versión 'emoji'. Estas figuras fueron la causa de que Osiris Aristy fuera detenido a finales del pasado mes de enero por amenazar a la policía y por inducción al terrorismo.

Los emoticonos formaban parte de una actualización de estado de Aristy en su muro de Facebook, y las palabras que acompañaban a estos dibujos no incluían amenaza alguna hacia el cuerpo de policía de Nueva York.

La detención de Aristy sorprendió a muchos, especialmente en Europa, un continente con una realidad jurídica en la que resulta difícil encajar lo sucedido. La detención de este joven nos llevó a explorar nuestro propio entorno normativo en busca de un marco con el que explicar la acción que llevó a Aristy a una celda. ¿Y si hubiera ocurrido en nuestro país?

Los emoticonos se han convertido en una manera habitual de ahorrar palabras en las comunicaciones a través de mensajería instantánea. Son útiles y realmente expresivos, pero ¿tanto como para interpretar que estamos ante una auténtica amenaza en el mensaje de Aristy?

Las distintas interpretaciones desde el punto de vista del derecho hacen que no haya una única respuesta a esta pregunta. En primer lugar, y siendo benevolentes, podríamos entender que los emoticonos quieren decir, simplemente, que los miembros de la Policía están autorizados para tener armas cortas. En este caso, no solo no habría delito por parte de Aristy en nuestro país, sino que, además, el parco en palabras protagonista de esta historia habría explicado una realidad legal solo con sus emoticonos: el Reglamento de Armas (aprobado por Real Decreto 137/1993, de 29 de enero) faculta a los policías a poseer un arma corta además de la que reciben como arma reglamentaria para el ejercicio de sus funciones.

Sin embargo, los 'emojis' de este neoyorquino podrían interpretarse de una forma bien distinta. Sus emoticonos podrían entenderse como una forma de incitar al odio hacia los policías. En este caso, la justicia española podría llegar a imputar al autor del mensaje un delito de provocación al odio, castigado por el Código Penal de nuestro país con una multa y entre uno y tres años de cárcel.

La tercera posible interpretación también podría suponer la imputación de un delito. En concreto, la cadena de 'emojis' podría entenderse como una amenaza directa a los miembros de la Policía. En este caso, Aristy podría enfrentarse a un período en la cárcel de entre 6 meses y dos años en caso de haber cometido este presunto delito en España.

Es necesario tener en cuenta que la defensa de Osiris aún sería posible en base a los requisitos mínimos necesarios para que cualquier prueba - los mensajes, en este caso - sea considerada suficiente para condenar a una persona. Entre ellos se encuentra la persistencia en el tiempo de la presunta amenaza. Así, cabría plantear si es creíble que unos emoticonos pueden ser considerados una amenaza y si dicha amenaza habría perdurado en el tiempo.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Intel Free Press y Wikipedia

Policías, pistolas y un detenido. Aunque parezca una escena más de cualquier película 'made in Hollywood' llena de persecuciones y sazonada con el atraco a algún banco, no lo es. En realidad, todo tiene lugar en Facebook: salvo el detenido, los protagonistas son tan solo 'emojis'. En concreto, el emoticono de un policía acompañado por dos pistolas en versión 'emoji'. Estas figuras fueron la causa de que Osiris Aristy fuera detenido a finales del pasado mes de enero por amenazar a la policía y por inducción al terrorismo.

Los emoticonos formaban parte de una actualización de estado de Aristy en su muro de Facebook, y las palabras que acompañaban a estos dibujos no incluían amenaza alguna hacia el cuerpo de policía de Nueva York.