El derecho al olvido puede borrar (también) la historia

“Los individuos vamos creando la historia, pero no tenemos derecho a falsificarla”. Con esa contundencia, alguien nos advierte de que la historia, esa que nos enseñaron en el colegio a escribir en mayúscula, corre peligro. Las palabras pertenecen a la exdirectora de la Biblioteca Nacional Milagros del Corral, y con ellas defiende que el futuro de la historia se encuentra irónicamente amenazado por un derecho: el reciente derecho al olvido.

En un mar legal en el que intimidad, privacidad y el debate sobre la libertad de expresión protagonizan la ya famosa sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, asoma una perspectiva que añade algo más de complejidad al asunto: si Google (y el resto de motores de búsqueda) comienzan a borrar resultados, ¿cómo podrán los historiadores del futuro estudiar e investigar nuestra época?

Este punto de vista fue planteado por Milagros del Corral en la reunión pública celebrada en Madrid el pasado martes por el Consejo Asesor de Google sobre el Derecho al Olvido, en la que participaba como parte del grupo de expertos nacionales:

“Si un investigador del siglo XXVII, por poner un ejemplo, quiere estudiar la España de hoy, tendrá la necesidad de buscar datos que a nosotros pueden parecernos irrelevantes u obsoletos, pero para la historia nada es irrelevante u obsoleto”, afirma Del Corral en declaraciones a HojaDeRouter.com.

Si en la actualidad no cabe duda de que las fuentes de información y la mayor parte de los recursos de investigación se encuentran en la Red, lo más probable es que el día de mañana internet sea la gran fuente de información. Y, claro, en ese caos de información el papel de los motores de búsqueda, liderados por Google, es fundamental. Así, tenemos el dilema: si Google y compañía retiran enlaces tras una solicitud realizada en base al derecho del olvido, los historiadores de un futuro quizás no tan lejano perderán una referencia que sumar a sus investigaciones.

Es aquí donde pueden surgir dudas sobre la perspectiva planteada por la exdirectora de la Biblioteca Nacional. La sentencia del TJUE deja claro que solo se podrá ejercer este reciente derecho en casos sin relevancia pública lo que, en principio, deja vía libre para que los historiadores del mañana estudien a los personajes públicos del presente y las noticias que permanezcan en los buscadores, es decir, las más relevantes. Esto, tal y como señala Del Corral, no es suficiente.

“La historia no la escriben solo los líderes, los ejércitos y los reyes. La historia, sociológicamente hablando, se escribe desde lo que hacemos los individuos, los ciudadanos corrientes”, asegura. Y no ya el estudio de las formas de vida, sino que, según Del Corral, incluso las biografías de personajes históricos y famosos requieren de esos pequeños y aparentemente irrelevantes detalles de sus vidas protagonizados por ciudadanos anónimos: “Es un trabajo de puzle, armar un puzle con muchos pequeños datos aparentemente irrelevantes que se demuestran relevantes en el contexto”.

Así, el riesgo que Milagros del Corral ve en la forma en la que se está ejecutando el derecho al olvido actualmente no es otro que la visión que puedan tener en el futuro los historiadores de nuestra época, una etapa histórica que podría llegar al futuro totalmente sesgada. “También existe, o debería existir, un Derecho a la Memoria, y resulta que la imagen que este siglo podría dar dentro de un tiempo es el de la Arcadia, donde nadie ha hecho nada mal”, teme Del Corral, quien además asegura que se trata de algo “intolerable porque es una falsificación de la historia”.

¿Una solución clasificada?

Una de las cuestiones más complejas relativas al novedoso derecho al olvido es quién toma las decisiones. Por ahora, es Google quien, a través de su propio formulario, recibe solicitudes para eliminar resultados de búsquedas y los atiende en base a la sentencia del TJUE. Es una compañía la que está decidiendo qué se queda en el buscador y qué es eliminado. Así, sería Google (y el resto de motores de búsqueda) la que determina qué es irrelevante a día de hoy, eliminando de esta forma enlaces que sí podrían ser relevantes desde el punto de vista de un historiador futuro.

“Google no tiene por qué conocer las culturas de cada uno de los países en que opera, así que ¿por qué encargarle que sea ella la que suprima bajo su criterio lo que proceda?”, se pregunta Del Corral. Google también quedaría excluida de la solución que propone la exdirectora de la Biblioteca Nacional: eliminar los enlaces de las búsquedas solo durante un tiempo.

Al igual que los estados protegen cierta información catalogándola de “clasificada”, el Derecho al Olvido podría ejercerse de la misma manera. Información confidencial durante un periodo de años que, con el paso del tiempo, volvería a ser pública. Volvería a estar en el buscador. En este caso, el problema es el mismo que con la toma de decisiones a la hora de suprimir resultados de las búsquedas: ¿quién decidiría cuánto tiempo deben estar los enlaces ocultos a los ojos del buscador? Del Corral tiene clara la respuesta, así como la dificultad que entraña: “Alguien tendría que tomar esa decisión a nivel europeo, pero no creo que fuera posible porque cada estado tiene su tradición en materia de información clasificada”.

Desaparecen del buscador, pero siguen ahí

La perspectiva aportada por Milagros del Corral el pasado martes dejó a pocos indiferentes. Incluso dentro del propio panel de expertos del que formó parte, algunos ponentes expresaron su punto de vista respecto a la vertiente histórica del derecho al olvido.

Fueron los casos del magistrado del Supremo Pablo Lucas Murillo y del exdirector de la Agencia Española de Protección de Datos, que defienden que la investigación histórica no se ve perjudicada por el derecho al olvido ya que, en palabras de este último, “la información sigue estando en internet. Se podrá localizar de una manera o de otra”.

Sin embargo, esto afectaría claramente a la forma de trabajar de los historiadores de un futuro no muy lejano, que deberán llevar a cabo una verdadera labor de arqueología en la Red para localizar la información que buscan, algo con lo que Del Corral no está de acuerdo. “Parece totalmente contrario a la propia historia de la humanidad y al progreso que, en la llamada sociedad de la información, los investigadores tuvieran que trabajar como si estuvieran viviendo en el siglo XIX”, afirma la exdirectora de la Biblioteca Nacional.

Probablemente, de las reuniones que el Consejo Asesor de Google celebrará en los próximos meses saldrán nuevas definiciones, conceptos y criterios referentes al derecho al olvido que, más tarde, los tribunales terminarán apoyando o rechazando. Después de todo eso, cuando pasen los años, será la historia la que cuente qué pasó. Si es que Google lo recuerda, claro...