Los españoles que analizan las drogas de la internet profunda

Desde 1997, el proyecto Energy Control de la Asociación Bienestar y Desarrollo trabaja para reducir los riesgos asociados al consumo recreativo de drogas. Entre otras cosas, sus trabajadores, casi todos voluntarios, analizan sustancias que los propios consumidores envían o llevan personalmente a sus cuatro delegaciones españolas (Barcelona, Madrid, Málaga y Mallorca), aunque las pruebas se realizan sobre todo en los laboratorios de Barcelona y Madrid. El objetivo es comprobar si han sido adulteradas con algún producto, de qué producto se trata y qué efectos puede tener sobre el organismo. Después será él propio usuario quien decida si la consume o no.

El laboratorio comprueba todo tipo de sustancias, algunas de las cuales han sido compradas en un mercado (físico) que no está regulado y pueden haber sido mezcladas con casi cualquier cosa. “Por eso nuestra información es muy valiosa para que se pueda hacer un consumo responsable”, explica el biólogo Iván Fornís, que trabaja como técnico superior desde la sede catalana (es uno de los pocos científicos que lo hace a tiempo completo).

El compromiso de Energy Control es que la información sea objetiva y sin apuntes morales como los que suelen acompañar a las campañas contra la drogadicción. Su trabajo va más allá de un simple análisis: profundiza en el consumo que hace la persona, el tipo de mezclas, la frecuencia, si tiene algún problema o necesita algún tratamiento. Aunque según Fornís, en general, quienes consumen droga hoy en día hacen una vida normal y suelen dejarlo en una época determinada (por ejemplo, cuando se casan o tienen hijos), aunque “luego haya gente que se enganche”.

El pasado mes de abril se cumplió un año de la puesta en marcha de un servicio internacional para que cualquiera, desde cualquier país, pueda enviar sus muestras hasta las delegaciones españolas. Un servicio especialmente pensado para aquellos que compran drogas en la internet profunda, ese conjunto de páginas que Google no indexa porque están ocultas, a menudo bajo el paraguas de la red Tor.

La idea fue del médico Fernando Caudevilla, también conocido como Doctor X (por el éxtasis que tantos años lleva analizando), que se dio cuenta de que en internet se estaban vendiendo drogas y “los usuarios necesitaban información y asesoramiento personalizado sobre lo que estaban consumiendo para que ese consumo se hiciera con los menores riesgos posibles”, explica a HojaDeRouter.com.

Antes de que existiera este programa, casi todas las sustancias que llegaban habían sido compradas en el mercado negro 'offline', pero ahora las cosas han cambiado. La experta en salud pública Ana Muñoz, que comenzó a colaborar con la delegación de Madrid en 2007, explica que, aunque el equipo no cuenta con registros que especifiquen dónde ha sido adquirida una droga, entienden que la mayoría de las que reciben a través del servicio internacional se han conseguido a través de la Red, ya que fue en foros de la 'deep web' – en los que los usuarios debaten, buscan información y se preocupan por lo que compran – donde se empezó a anunciar el servicio.

El equipo analizó unas 4.600 muestras solo en 2014. Señala Fornís que suelen recibir entre 300 y 400 al mes, aunque las del servicio internacional aún son bastante menos que las tradicionales. Como el proyecto está financiado por el Plan Nacional sobre Drogas, los análisis que se hacen para España son gratuitos. El precio para los encargos que provienen del extranjero ronda los 50 euros, aunque varía en función de las sustancias. Como algunos usuarios de otros países corren grandes riesgos por cuestiones legales, el pago puede hacerse a través de Paypal o incluso con Bitcoin.

La mayoría emplea la criptomonda para mantener el anonimato y que el envío de dinero no quede registrado, ya que “las leyes de fiscalización de drogas de algunos países son muy duras”, explica Fornís. Además, los consumidores no tienen que especificar su nombre, sino un código o pseudónimo que se corresponde con las referencias que han enviado previamente a través de internet. Tal vez por todas estas garantías, opina Arranz, el servicio “ha tenido una acogida tan buena”.

Internet, un mercado regulado

Las drogas que más se adquieren y consumen siempre son las mismas: cocaína, cannabis y LCD. La sustancia más adulterada suele ser la primera, aunque “la que se compra en la 'deep web' habitualmente tiene mejor calidad, mayor pureza y está menos cortada”, afirma Fornís, “ya que este mercado se autorregula, cosa que con el mercado negro normal no pasa”. Cuando un usuario se dispone a comprar puede ver las valoraciones que otros han emitido previamente. “Si es mala no compra; si es buena, sí”.

Según Arranz, los usuarios de internet no están tan desprotegidos como “un chaval en una discoteca o en un festival”. Los que compran drogas en la internet profunda suelen preocuparse por la calidad de lo que van a consumir y por sus efectos, “y se ven respaldados por el apoyo de la propia comunidad virtual donde la gente habla abiertamente de estas cosas”. Sin miedo a nada. Tras analizar sus conversaciones, la experta considera que es gente muy bien informada, con un nivel de conversación superior al que podría encontrarse en otros ambientes.

Los técnicos de Energy Control han aprendido muchas cosas durante estos años. Ahora saben, por ejemplo, que la cocaína suele adulterarse con Levamisol (la mitad de las muestras lo contienen), un fármaco que utilizan los veterinarios para eliminar las infecciones parasitarias de los animales, y que perjudica el sistema inmunológico del ser humano si se consume de forma prolongada.

En uno de sus últimos análisis, el equipo encontró pastillas con el sello de Superman, de color rosa salmón, adulteradas con una cantidad muy alta de PMMA, una sustancia muy tóxica que podria llegar a provocar al muerte. “No es un ejemplo frecuente pero sí muy peligroso, que ha provocado algunas hospitalizaciones”, dice Arranz. También comenta que hace varios veranos comenzó a circular por festivales españoles una pastilla con el logo de Apple que contenía una sustancia alucinógena. “Nosotros la detectamos, la analizamos y dimos los resultados a los usuarios. Algunos decidieron consumirla igualmente y otros prefirieron no hacerlo”. Por casos como estos es tan importante el análisis de las sustancias.

¿Una paradoja?

Desde fuera, hay quien podría señalar que resulta paradójico hablar de drogas y, al mismo tiempo, de un servicio orientado a la salud. Sin embargo, quienes trabajan en Energy Control están convencidos de que, aunque la mejor forma de reducir los riesgos es no consumir, quienes ya han decidido hacerlo también necesitan ayuda para tener los menos problemas posibles. “No les podemos dejar desamparados”, dice Arranz.

Cuando una persona envía a analizar una sustancia, “si está adulterada, lo que recomendamos es no consumirla”, explica Fornís. Si no lo está, los especialistas conversan con el usuario para explicarle cómo mejorar ese consumo. ¿No se le dice que deje de hacerlo? “Pues depende de si a la persona le está sentando mal o no”, responde el experto. Además, Caudevilla afirma que pronunciarse en contra del consumo “no ha sido efectivo”, y que hay cosas “mucho más peligrosas que las drogas”.

“Si no las analizáramos, no contactaríamos con tantos usuarios”, añade Fornís, y eso hace posible que ayuden a más gente que otros servicios de detección de drogas. Además, completan su labor con talleres y charlas para institutos, padres o profesionales de la salud, y cuentan con un servicio de información 'online' y telefónica disponible las 24 horas del día. Su trabajo también sirve para encontrar nuevas sustancias y nuevos patrones de consumo, que se comunican a las autoridades competentes en el marco del Plan Nacional sobre Drogas para que puedan actuar.

“Hemos salvado algunas vidas al comunicar que ciertas sustancias eran tóxicas”, afirma Fornís, aunque todavía hay quien hace oídos sordos a las advertencias de estos profesionales arriesgando su propia salud. “Puedes tirarte por un puente al vacío o hacerlo con arneses”, sentencia Arranz. Mientras exista el 'puenting', alguien tendrá que fabricarlos.

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Las imágenes que aparecen en este articulo son propiedad de Energy Control