Han pasado 16 años desde que los teóricos Rick Levine, Christopher Locke, David ‘Doc’ Searls y David Weinberger sentaran las bases del ‘social media’ y de la relación entre las empresas y el mundo digital en el famoso Manifiesto Cluetrain. Hablaban de aquella internet incipiente, del mercado interconectado gracias a la Red y de la necesidad de que ese mercado fuera resultado de la conversación y la participación de todos los que lo hacían posible.
Seguro que has leído alguna vez que “los mercados son conversaciones”, que “internet hace posible tener conversaciones entre seres humanos que simplemente eran imposibles en la era de los medios masivos de comunicación”, o que “estamos despertando y conectándonos”. ¿Te suenan estas frases? Son algunas de las 95 tesis iniciales que intentaban inculcar a empresas y usuarios un determinado modelo de comportamiento en la Red.
Teóricos que se modernizan
Hoy, tantos años y avances después, dos de sus autores originales, David Weinberger y Doc Searls, han publicado los frutos de seis meses de trabajo y años de estudio y observación: 121 nuevas tesis que tienen en cuenta en qué se ha convertido internet, qué es y qué no debe ser. Tesis que hablan sobre la pérdida de privacidad en la Red y que intentan provocarnos, hacernos reaccionar antes de que sea demasiado tarde para encauzar ese cuestionable camino que ha tomado.
Entre otras cosas, las nuevas tesis quieren recordarnos que “internet es nuestro” - “de nosotros, por nosotros y para nosotros” -, y que si Facebook es toda tu experiencia en la Red, entonces te has “incrustado las gafas de una empresa que trabajará para evitar que te quites esas gafas”.
Una renovación necesaria
Searls y Weinberger quieren dejar claro que las nuevas tesis no pretenden sustituir a las ya existentes. Son un complemento, una renovación exigida por la propia evolución de internet. “Hay que pensar y hablar de internet continuamente como una oportunidad de transformar nuestra cultura”, explica Weinberger a HojaDeRouter.com.
El manifiesto original estaba dirigido a medios de comunicación y empresas que no entendían que internet era una plataforma que nos permitía hablar, entendernos. “En 1999, esa internet parecía imparable”, afirman los teóricos. Ahora, en 2015, hemos puesto en peligro las posibilidades transformadoras de internet.
Searls explica que es el momento de hablar de cosas nuevas, de poner el acento, por ejemplo, en lo esencial que es el código abierto, precisamente para “volver a construir”. Cree que los protocolos que definen la Red se crearon gracias a algo parecido a ese código abierto, a la colaboración de unos con otros. Este es el momento de volver a aprovecharlo.
¿Corregir el desvío?
Weinberger considera que el primer paso para corregir la sena que ha cogido internet es “recordar su verdadera naturaleza”. Quieren que el Manifiesto Cluetrain vuelva a ser una herramienta útil cuando escribir en HTML y usar el correo electrónico casi han pasado de moda, “han sido enterrados” por grandes gigantes como Microsoft, Apple, Google, Facebook o Twitter.
“Internet fue creada para liberarnos del control de las empresas, los gobiernos y los sistemas. Nos dio una independencia sin límites”, afirma Searls. Una independencia que, a su juicio, se ha perdido.
¿Por qué ha cambiado internet?
¿Por qué las cosas ya no son como antes? “No tenemos respuesta”, admite Weinberger, aunque señala que tal vez tenga que ver con que internet se ha convertido en una plataforma donde unos venden servicios y otros son clientes. Esos clientes siempre dependen de quienes venden dicho servicio, y siempre están subordinados. Este “sistema feudal”, casi de “amo y esclavo”, dicen los teóricos, oculta la naturaleza original de la Red y hace que nos alejemos de crear, de participar, de utilizarla como un punto de encuntro social.
Estamos empezando a considerarla un simple contenido que otros nos ofrecen, “no lo entendemos como un lugar que nosotros mismos tenemos que crear”, afirma Weinberger. “Hay que volver a enmarcar internet en términos humanos y no técnicos”, añade Searls.
Además, para algunos usuarios, internet se ha convertido en un sitio o una web en particular. “Su experiencia en internet se limita a Facebook, por ejemplo”. Aunque es una gran herramienta social, si nos centramos solo en ella, la Red en su conjunto perderá sentido. “Facebook no es nuestro, pertenece a sus accionistas”, recuerda Weinberger. Es algo que hay que asumir: “la Red es demasiado vasta como para no aprovecharla”.
Conversación destructiva
Estamos en un momento en el que podemos comunicarnos con cualquier persona, en cualquier momento y desde cualquier lugar; y sin embargo, la conversación actual a menudo es “destructiva”. “Tenemos que hacer todo lo posible para que esa conversación vuelva a ir bien”, señala Weinberger. Su compañero añade que hará falta al menos otra docena de años para lograr que esas conversaciones vuelvan a normalizarse, al respeto mutuo, a ser positivas, al entendimiento, a que una mala actuación sea la excepción y no la norma.
Alguien leerá estas tesis
Los teóricos esperan que las nuevas generaciones lean su manifiesto. Creen que muy poco de cualquier cultura sobrevive al cambio generacional, y que sería “increíblemente arrogante” y poco realista pensar que su obra va a ser una excepción. Sin embargo, las cifras están de su lado. “La palabra ‘Cluetrain’ se tuitea a diario, aparece en libros nuevos cada día y tiene 382.000 resultados en Google más de una década después de su nacimiento”.
“No podemos arriesgarnos a perder, a permitir que las grandes empresas y los gobiernos nos acaben convenciendo de que la Red es menos de lo que realmente es”. ¿Seremos capaces de encauzarla? ¿Volveremos a tomar las riendas de una conversación que ya no es favorable a nuestros intereses?
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Las imágenes utilizadas en este artículo son propiedad de David ‘Doc’ Searls (2 y 3), Scott Zhang y Paul Downey