El Google español de los 90 que ha sobrevivido hasta nuestros días
Internet aterrizó en España a principios de los 90, casi exclusivamente sobre terreno académico –los primeros nodos conectados pertenecían a universidades y centros de investigación−. El número de páginas registradas en castellano fue creciendo año tras año y, con su aumento, comenzaron a surgir los primeros buscadores.
En torno a 1996 nacían dos de los nombres más recordados, los directorios ¡Olé! y Ozú. Constituían en realidad una especie de catálogo: si el responsable de una web quería aparecer en estas guías virtuales, tenía que rellenar un formulario especificando, entre otros datos, el título, la dirección URL, la descripción del contenido y la localización. Imitaban el modelo de Yahoo!, que funcionaba por aquel entonces de manera similar.
Aunque existían, las famosas arañas de las que tanto presume Google aún escaseaban en la Red. Fuera del ámbito hispano, buscadores internacionales como Lycos y AltaVista ya utilizaban estos robots para indexar automáticamente las direcciones. En nuestro país, el pionero se llamaba (y se llama) Trovator.
“Eran los primeros años de internet en España, y continuamente aparecían cosas nuevas que probar y desarrollar”, cuenta a HojaDeRouter.com José Peris, creador de Trovator, el primer motor de búsqueda en español, un proyecto de la empresa valenciana ComBios.
“Admiraba a AltaVista y pensé en hacer algo similar orientado al mundo hispano”, prosigue Peris. El objetivo era ofrecer una alternativa a los motores de búsqueda anglosajones, que por entonces “no tenían un entorno en español ni tomaban en demasiada consideración otros idiomas”.
El nombre surgía de un juego de palabras entre “trovador”, “trobar” (encontrar, en valenciano) y “_tor”, en alusión a su funcionamiento basado en ‘bots’. En 1996 funcionaba como trovator.combios.es, pero al año siguiente el equipo de ComBios registró el dominio trovator.com.
La idea empezó a materializarse a finales de 1995. “Todos hacíamos un poco de todo”, recuerda Peris. “Apenas existían herramientas y nos veíamos obligados a utilizar diferentes lenguajes de programación para distintas partes del buscador, según las librerías que tuvieran disponibles”. Además, los pocos sistemas para el tratamiento de texto que encontraban solo procesaban bien el inglés.
Tampoco conocían el sistema que utilizaba AltaVista para “leerlo todo”. No había ningún programa en el mercado que pudiera hacer tal cosa. “No hubo más remedio que desarrollar nuestro propio ‘software’, que luego se convertiría en los llamados ‘bots’ o arañas”, dice Peris. Bautizaron su creación como Httpbot.
El trabajo de las arañas
El robot empezó indexando las páginas registradas en el directorio Señas, una base de datos creada por ComBios en 1995, donde los interesados daban de alta su web. “Nosotros revisábamos que todo fuera correcto, pero antes de que existiera Trovator su contenido no se indexaba, solo el título y la descripción”, indica Peris.
El catálogo no tenía dominio propio “porque no podían registrarse nombres con la letra eñe”, así que se localizaba dentro de la página de la empresa valenciana. “Lo teníamos hospedado en un servidor en Estados Unidos que usábamos como ‘espejo’, porque nuestra conexión aquí era muy lenta desde el extranjero”, explica el fundador. Recuerda el tiempo en que las nuevas entradas se limitaban a diez o doce por día, la mayoría provenientes de Latinoamérica. “Con el ‘boom’ de internet en España las cifras aumentaron exponencialmente”.
Tras estas primeras aproximaciones, Trovator se lanzó a explorar el ciberespacio, aunque el sistema continuó siendo mixto. Como otros buscadores de su época, siguió ofreciendo la opción de rellenar un formulario para ingresar en el registro. En 1998, había reunido 400.000 páginas en español400.000 páginas en español.
“Cada vez quedan menos buscadores que utilicen su propia base de datos, ya que confeccionarlas y actualizarlas son tareas cada vez más complejas a medida que internet crece”, explica Peris. Por esta razón, algunas plataformas deciden basarse en el motor de búsqueda de otra (Yahoo! lo hace actualmente con Bing y Google).
Acceder a internet fuera del entorno académico y habilitar un servidor privado era caro además de complicado. “Teníamos que ubicar los servicios que más tráfico generaban en servidores de Estados Unidos, porque nuestra línea en Valencia se saturaba constantemente”, recuerda el responsable de ComBios.
Una prueba de lo verde que estaba internet en España es que la mayoría de visitas de Trovator procedían de fuera, de Estados Unidos, Argentina y México. Los resultados podían filtrarse por país y aparecían ordenados según su relevancia, en forma de URL acompañadas por las primeras palabras de la página y los títulos cuando procedían de Señas.
El buscador ofrecía además la posibilidad de hacer pesquisas en ciertas áreas: prensa, revistas, arte, ciencia, informática, economía, juegos… “Adaptamos un ‘bot’ para que hiciera la clasificación temática en función de palabras clave y enlaces”, cuenta Peris. En general los resultados no eran muy buenos, pero en algunos temas era bastante eficaz, como juegos, salud, educación y motor“.
Más tarde, ya en el año 2000, ComBios añadió un servicio adicional para los usuarios de Trovator. Les brindaba los medios para que pudieran conectarse a internet gratuitamente utilizando los nodos de la empresa y de otras compañías de comunicaciones con las que tenía acuerdos. La conexión se realizaba a través de llamadas locales (había un número de teléfono para cada provincia), tanto vía módem como RSDI. “Tendrás acceso a la red de alta velocidad de Trovator conectada directamente a USA […] y con ancho de banda garantizado hasta cualquier rincón del planeta”, aseguraban los valencianos. “No encontrarás nada igual, ni siquiera pagando”.
Una evolución intermitente
Con el tiempo, Peris ha ido añadiendo otras opciones y funcionalidades, como búsquedas restringidas a videojuegos, enciclopedias virtuales y noticias. En un principio, el motor rastreaba estas últimas utilizando el mismo ‘bot’ que recogía las webs. “Cuando apareció el formato RSS, adapté un ‘bot’ para que leyera los ‘feeds’ de las fuentes”, explica. También incluyó páginas en otros idiomas.
Aunque no le dedicaba todos sus esfuerzos, el valenciano “intentaba aplicar las herramientas de indexado de textos orientadas a español a medida que aparecían”. Necesitaba que Trovator fuera más o menos autónomo “para que siguiera funcionando los periodos en los que no podía prestarle atención”.
Google irrumpió en el universo digital en septiembre de 1998, poco después del nacimiento de este buscador. “Desde sus inicios el motor era superior a los existentes, no porque fuera más potente o almacenara más información, sino porque su algoritmo los ordenaba mejor”, recuerda Peris.
Actualmente, los ‘bots’ de Trovator siguen actualizando datos aunque “a un ritmo que no puede compararse con el de otros con más capacidad”, admite su creador. El buscador es uno de los pocos supervivientes de la prehistoria de internet en España y un vestigio que nos recuerda el trabajo de aquellos pioneros que, como Peris, impulsaron su desarrollo.