La verde nació para protestar contra los recortes en educación, la blanca para defender la sanidad pública y la naranja para hacer lo propio con los servicios sociales. Sin embargo, no todas las mareas surgen asociadas a un color de los presentes en el arcoíris. Evocando al universo de unos y ceros surge la marea binaria, un movimiento ciudadano que llega para denunciar las injusticias laborales que sufren los informáticos en España.
“Nuestro sector está plagado de puestos de trabajo con unas condiciones precarias”, leemos en el manifiesto que desgrana los principios de esta nueva marea tecnológica. “Abundan los despidos colectivos, los abusos horarios, las horas extra no pagadas con jornadas de sol a sol, los trabajos por encima de categoría y los contratos de autónomo o por obra en claro fraude de ley”, prosigue.
Con la reivindicación de que estas y otras situaciones dejen de producirse, a las siete de esta tarde está convocada una primera concentración a las puertas del emblemático edificio de Telefónica en la Gran Vía madrileña. Sin embargo, ni la iniciativa es nueva ni lo son las protestas.
“Esto no nace ahora”, explica a HojaDeRouter.com José Miguel Martín, uno de los dos afiliados a la Coordinadora de Informática del sindicato CGT que están detrás de esta nueva oleada de movilizaciones. “Ya tuvimos dos concentraciones similares por este tema en 2012, promovidas desde CGT, y desde entonces la habíamos tenido ahí [la idea] un poco en la recámara”.
Las reivindicaciones son las mismas que hace cuatro años, pero no así el convocante de esta concentración. Tal y como explica Martín, el objetivo es desvincular en parte las protestas de las siglas del sindicato anarquista y crear una suerte de marca blanca (la marea binaria) para que lo importante sea la propia movilización y no quién la organice. “Decidimos sacar antes de verano la marea binaria mucho más abierta y directamente publicar una URL sin que hubiera nadie detrás para que nadie se sintiera en un principio ni atraído ni contrario”, cuenta Martín.
Así, a lo largo de los últimos meses se han organizado distintas asambleas en el Espacio Sociocultural Liberado (ESLA) Eko, un edificio 'okupado' en Carabanchel, para darle forma no solo a esta primer manifiesto, que recoge las principales preocupaciones laborales de los informáticos españoles, sino para esbozar los fundamentos de esta nueva marea ciudadana. “A partir de aquí, el objetivo es ver si podemos seguir con un calendario un poco más concreto, sobre todo ampliándonos a otras ciudades, y concienciar un poco sobre cómo es nuestro trabajo”, anuncia uno de los impulsores del movimiento.
La subcontratación es la norma
El propio Martín sufre en sus carnes cada día uno de los principales problemas del sector: la interminable cadena de subcontratación a la que las ‘cárnicas’ (el nombre con el que los propios profesionales denominan a las consultoras informáticas) someten a los empleados. Este sindicalista trabaja para el Banco Santander, pero en realidad su pagador no es el gigante financiero de los Botín. La relación se establece “a través de una empresa tecnológica que no tiene convenio de banca, tiene el de consultoras”.
La cuestión es todavía más compleja. Martín ni siquiera es empleado de esa empresa subcontratada por el Santander, sino que en realidad trabaja para otra consultora a la que recurre la primera para desarrollar la labor encomendada por el banco. “Es otro nivel más de subcontratación y son peores condiciones”, comenta.
Lo más impactante es que, según el propio Martín, el suyo es un nivel de subcontratación reducido en comparación con lo que se ha llegado a ver en el sector. “La mayoría de consultoras no son más que ETTs disfrazadas de empresas tecnológicas en las que se dan constantes casos de cesión ilegal de trabajadores a costa de los impuestos de todos”, denuncian a través del manifiesto de la marea binaria.
No obstante, este no es el único problema al que se enfrentan los profesionales del sector. Si las reivindicaciones de la marea son prácticamente las mismas que en 2012 es porque, a la hora de la verdad, no hay nada nuevo bajo el sol para los informáticos. “Han pasado cuatro años y el convenio sigue parado”, protesta Martín, “y la crisis ha hecho que la situación con los grandes clientes –incluso la propia Administración- haya empeorado, porque lo que no mejora, al final empeora”.
La guinda de la precariedad la puso la reforma laboral. Con ella llegaron los temidos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) y situaciones de lo más kafkianas: mientras grandes compañías y consultoras tecnológicas como Indra o Atos recurrían a los ERE para despedir a miles de empleados, se publicaban anuncios para buscar nuevos trabajadores. “Mientras despiden por un lado, están contratando por otro con unas condiciones mucho peores”, sentencia Martín.
De hecho, algunas compañías parecen haberse vuelto adictas a esta fórmula de reestructuración de plantilla: “Empresas como Cap Gemini acumulan ocho procedimientos de despido colectivo en la última década”, denuncian en el manifiesto.
Si bien el propio informático reconoce que estos problemas no son exclusivos de su sector, desde la organización de la marea binaria creen que es el momento de presionar para que sus reivindicaciones se escuchen. “Lo que tenemos es que dar el callo para conseguir los objetivos, independientemente de siglas, objetivos personales o intereses ocultos”, sentencia Martín.
Si bien no esperan que esta tarde se concentren miles de profesionales a las puertas del número 28 de Gran Vía, el objetivo de los organizadores de la marea binaria es que esta movilización sea un primer paso para conseguir que colectivos muy distintos terminen adhiriéndose a las reivindicaciones.
Por ahora, solo una parte de la sección de informática de Comisiones Obreras se ha unido a la movilización (sin firmar, eso sí, el manifiesto), mientras profesionales no vinculados a CGT ya han mostrado su interés en las distintas asambleas preparatorias.
Todo, en definitiva, para revertir la situación y desmitificar el papel del informático: “Somos superfelices haciendo nuestro trabajo y, como buenos frikis, no despegamos la cabeza del monitor hasta que dan las 9 de la noche, pero lo hacemos muy contentos”, lamenta con ironía Martín.