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¿Olimpiadas biónicas en 2016? Sí, pero con muchos obstáculos en el camino

Sus organizadores la pintan como una revolución en el mundo del deporte paralímpico, pensada para ayudar a los atletas, mediante robots, a reforzar su capacidad humana gracias al avance de la biotecnología. Si nada se tuerce, la cita tendrá lugar el 8 de octubre de 2016 en Suiza, y pretende proporcionar una plataforma para el desarrollo de nuevas tecnologías de asistencia que sean útiles en la vida diaria de estos deportistas.

Es “una pena” que la tecnología biónica no haya encontrado “aún un camino real en el mundo del deporte”, explica Kundert Robinson, uno de los impulsores del evento, a HojaDeRouter.com. Considera que pocas veces se tienen en cuenta las dificultades a las que se enfrentan los competidores cuando utilizan sus prótesis, y que ha llegado la hora de crear unas nuevas. Esa es otra de las intenciones de esta ‘Cybathlon’: ayudar a resolver los problemas diarios de las personas con alguna discapacidad. De esta forma, tal vez, en el futuro “tengamos una mejor tecnología adaptada a sus necesidades”.

Está planteada, prácticamente, como una competición entre empresas tecnológicas. De hecho, la competición no tendrá lugar entre países, como es habitual en unos juegos olímpicos, sino entre compañías que desarrollan exoesqueletos y prótesis avanzadas o que actualmente estén llevando a cabo investigaciones vinculadas con el tema. ¿Habrá ganadores? Por supuesto. Concretamente se disputan dos medallas: una para la empresa que fabrique la prótesis y otra para el deportista que se proclame vencedor utilizando su invento.

Conectando la mente con el cuerpo

Antes de nada, conviene aclarar a qué se refiere el término “biónico”. El técnico protésico Christos Georgiou, de Ortopedia Axis, entiende por biónica aquella prótesis que está directamente conectada al cerebro. “No hay ningún amputado que actualmente lleve una prótesis biónica para hacer deporte. No está en el mercado”, asegura. Aunque tampoco considera que se esté empleando en otros escenarios más cotidianos, opinión que otros expertos y deportistas no comparten. “Estamos cerca, pero aún no hemos llegado a lo realmente biónico”.

Habitualmente, los deportistas que utilizan prótesis entrenan con unas de tipo mecánico que no tienen ninguna capacidad electrónica. Funcionan como muelles: el usuario comprime sus pies protésicos y empuja para coger impulso y correr. “Actúa como el gemelo que le falta”. Lo hacen porque en los juegos paralímpicos no está permitido el uso de componentes electrónicos, algo con lo que quieren acabar los organizadores del 'Cybathlon' “para que las personas con mayores discapacidades puedan participar”, explica Kundert.

¿Cuáles serán los principales retos?

La situación plantea grandes desafíos de aquí a 2016. Primero por la inexistencia de este tipo de prótesis en el mercado. Segundo porque, tal y como se entiende una competición, la importancia de una tecnología así es que ayude al deportista a ser lo más ágil posible, “que no le resulte tan pesado como una prótesis biónica”, explica a este medio Jens Müller, ortopédico que ha trabajado en varias paralimpiadas.

Por otro lado, Müller nos cuenta que los exoesqueletos están diseñados para andar. Cualquiera que lleve uno tiene un máximo de movimiento y de desplazamiento de 2 kilómetros por hora, algo que dificulta enormemente la competición. Además, hoy en día no hay prótesis a la venta que una persona pueda utilizar tanto en su vida diaria como en el deporte. Por eso se ven obligados a usar varias.

Mariluz Del Río, fisioterapeuta y campeona de España de esquí adaptado, explica que utiliza una prótesis biónica -ella sí la define como tal - para caminar. Está programada específicamente para ella, en base a su forma de andar. Le ayuda a bajar escaleras, a no caerse, a dar el paso más natural… Pero no le sirve para hacer deporte. “Yo no podría competir con ella porque una prótesis de rodilla de este tipo no está preparada para correr”, sentencia.

BCI, sillas, piernas y brazos protésicos

Serán seis las pruebas que se disputarán en Suiza dentro de dos años. Los organizadores aún no pueden especificar en qué consistirán, pero es seguro que una de ellas utilizará el sistema BCI, otra será en silla de ruedas, otra en bicicleta adaptada, otra con un excoesqueleto corporal y otras dos con prótesis de pierna y brazos.

Los sistemas BCI consisten en una suerte de casco con electrodos que ayuda a personas con discapacidad a monitorizar la actividad del cerebro y registrarla para que éste pueda controlar un determinado dispositivo mediante ondas cerebrales. Así, por ejemplo, puede manejar una silla de ruedas con la mente, según explica a este medio Roberto Hornero Sánchez, catedrático de ingeniería biomédica de la Universidad de Valladolid.

Georgiou cuestiona que este tipo de prueba se pueda considerar deporte porque, a su juicio, la persona no hace esfuerzo muscular, mientras que cualquier atleta paralímpico tiene una preparación física detrás. En el caso de los juegos olímpicos biónicos, “solo habría que adiestrar su mente, más que entrenarla”. Algo similar sucedería con la carrera en bici - “Si utilizan una biónica, ¿su pierna se moverá sola?” - y con el baloncesto.

Según Georgiou, lo biónico siempre acaba conectando alguna parte viva de la persona con una máquina. Cree que en el deporte debe haber un límite, una forma de determinar cuándo la máquina ha superado a la persona, y está convencido de que es necesario delimitar dónde está el esfuerzo y dónde aparece la tecnología.

La deportista Mariluz Del Río no está del todo de acuerdo. “El ajedrez también es considerado un deporte para mucha gente y no requiere un esfuerzo físico real”, argumenta. Y matiza que, si utiliza una prótesis en una pierna pero en la otra no, “también hay esfuerzo”. Simplemente se adapta el deporte a la incapacidad de la persona, tal y como suele hacerse en los Juegos Paralímpicos.

Jens Müller es más tajante: no entiende el sentido de esta competición. “No hay por dónde cogerla”, asegura, aunque admite que tiene cierto valor para probar avances tecnológicos que están en desarrollo. Georgiou es más optimista. Cree que iniciativas como estos juegos biónicos pueden ser la solución para personas con grave discapacidad que no tienen otra oportunidad de hacer deporte.

¿Llegará a confundirse al deportista del futuro con una máquina? “Para eso aún queda mucho”, afirma Mariluz, pero muchas veces se pregunta por qué no podría utilizar ella una pierna como la que tienen algunos robots que bailan o caminan. “Este puede ser el futuro, pero aún lo veo lejano”.

El horizonte es una competición “transhumanista”, que vaya más allá de lo humano. Desde atletas más veloces que un caballo hasta deportistas capaces de disparar armas de fuego con total precisión utilizando ojos biónicos, pasando por nadadores capaces de permanecer durante horas bajo el agua sin respirar.

Parece que el destino del deporte biónico se plantea aún más allá de lo futurista.

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Las imágenes utilizadas para este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Chris Eason, Kosala Bandara, Anders Sandberg, Wikipedia y Cybathlon.ethz.ch