Un día de Halloween, a finales de los 70, Dan Bricklin se disfrazó de calculadora. Era una de esas calculadoras científicas con funciones y pantalla solar. La anécdota es una buena muestra de la enorme pasión que este hombre siente por las matemáticas. Tanto le entusiasmaban (y le entusiasman), que se convirtió en el inventor de la primera hoja de cálculo digital y comercial que conocemos, un antecedente de Excel que sentó las bases de las filas, columnas y fórmulas. Bricklin es el padre de VisiCalc.
Nacido en Filadelfia en 1951, a Bricklin le gustó desde pequeño todo lo relacionado con la electrónica. “Cuando era muy joven, uno de los primos de mi madre me introdujo en los circuitos eléctricos. Me enseñó cómo usar pilas o bombillas para hacer circuitos simples. Me pareció apasionante y comencé a interesarme por las cosas técnicas”, explica ahora a HojaDeRouter.com. Como su padre regentaba una pequeña imprenta en la ciudad, el joven Dan le vio gestionarla con sus libros de cuentas, llenos de hojas de cálculo analógicas.
En 1966, cuando tenía 15 años y aún estaba en el instituto, aprendió a programar. “Era muy difícil encontrar ordenadores con los que trabajar en aquellos días”, recuerda. Tras ello, fue a la universidad; en concreto, al MIT, donde se licenció en Ingeniería Eléctrica e Informática. Allí fue donde conoció a su amigo Bob Frankston, que se convertiría en alguien esencial en su carrera.
El sueño de crear una hoja de cálculo electrónica
VisiCalc comienza a gestarse en 1978, cuando Bricklin era estudiante de la Escuela de Negocios de Harvard. Estaba cursando un MBA porque su objetivo era fundar su propia empresa. A la vez, en las prácticas del máster, tenía que vérselas con grandes rollos de papel cuadriculado en los que se desarrollaban planes financieros. En ese lugar y en ese contexto le llegó la idea de crear una hoja de cálculo electrónica: “Era una cosa que vi que sería útil. Programar problemas [matemáticos] llevaba mucho tiempo y necesitabas algo que fuera fácil de usar como un procesador de textos para ser capaz de trabajar con números y en la pantalla con asuntos de negocios”, recuerda.
Se imaginó cómo sería su calculadora si estuviera disponible en la pantalla de un ordenador, frente a sus ojos, “como en un avión de combate, donde podía ver una imagen virtual colgando del aire, frente a mí”. En su mente fue creando la disposición en columnas y filas, en las que se mostrarían de forma visual todas las fórmulas matemáticas.
Bricklin lo diseñó teniendo en mente el Apple II, que había salido en 1977, y escribiendo el código en Apple BASIC. Pensó que un sistema de celdas (con cinco columnas y veinte filas en el primer prototipo) era el mejor y el más visual para ejecutar las operaciones y ordenar los elementos de una fórmula. Así, si uno de estos elementos era erróneo, bastaba con ir a su coordenada y modificarlo, sin necesidad de comenzar desde el principio. Él y su colega Frankston crearon Software Arts, la empresa con la que comercializarían el producto.
Un año después, en octubre de 1979, el equipo presentó VisiCalc, un acortamiento de Visual Calculator, disponible en los antiguos disquetes de 5 ¼. “Algunas personas estaban muy interesadas, pero en aquellos días la mayoría de la gente no mostraba interés por los ordenadores. No entendían el valor de un ordenador personal. Entendían el valor de un ordenador corporativo que se usara para nóminas, inventario… pero no veían el valor de tener tu propio ordenador”, explica Bricklin.
Sin embargo, un puñado de personas sí vieron ese potencial, sobre todo cuando los primeros ordenadores de Apple se popularizaron, antes de que IBM presentara sus modelos personales. Así, “la respuesta inicial entre gente que estaba interesada en ordenadores personales fue relativamente buena”. Aquellos que lo comenzaron a usar descubrieron que les ayudaba en su trabajo y, poco a poco, se fue corriendo la voz. Los propios disquetes venían con un manual de instrucciones con ejemplos para realizar operaciones básicas y que podían resultar de utilidad a los clientes: presupuestos para el hogar, proyecciones de costes o ventas, cálculos científicos…
Un espaldarazo fue que VisiCalc se pudiera ejecutar en el IBM PC, el primer ordenador personal del gigante, cuando este salió a la venta en 1981. “Era uno de los pocos programas que podías comprar” para esa máquina. Bricklin también señala que parte de la popularización del 'software' se debe a las destrezas de algunos vendedores a la hora de ofrecerlo, con demostraciones de sus usos en las tiendas.
La competencia de los años 80
Sería ya a mediados de los 80 cuando las hojas de cálculo comenzaran a popularizarse en oficinas, negocios y casas. Tras el impacto de VisiCalc, otras compañías intentaron crear su propia hoja de cálculo digital, como la presente en el paquete de AppleWorks, de 1984, o la Lotus 1-2-3, en 1983. Hubo más programas: SuperCalc, Multiplan… Sin olvidar al que ha llegado hasta nuestros días con enorme popularidad: Excel, de 1985.
De todos ellos, Bricklin destaca el Lotus 1-2-3 como el que más o mejor hizo la competencia a VisiCalc por aquel entonces, ya que tenía un diseño muy parecido, permitía realizar operaciones similares y también podía usarse en los ordenadores de IBM.
En 1983, Lotus 1-2-3 ya superaba en ventas a VisiCalc. Solo el primer año, la compañía Lotus obtuvo ingresos por valor de 53 millones de dólares (128 millones de dólares con la inflación ajustada, unos 120 millones de euros) y salió a bolsa, mientras que al año siguiente los ingresos se triplicaron. Entre las virtudes de Lotus 1-2-3 estaba la posibilidad de poner nombres a las celdas o crear macros.
Ya en 1985, Lotus compró Software Arts, la compañía que desarrollaba VisiCalc, y con ello paró la producción de este 'software'. Un portavoz de Lotus dijo entonces que el 1-2-3 era un producto “mucho mejor” y que, por tanto, VisiCalc “no era necesario”.
Pero sobre Lotus 1-2-3 o AppleWorks acabaría triunfando un programa que ha llegado con fuerza a nuestros días: Excel. “Microsoft tenía una ventaja comercial, porque estaban vendiendo [también] el sistema operativo”, dice Bricklin. Con Excel, “la hoja de cálculo se hizo muy popular para trabajar con datos y presentar esos datos de un modo que fuera útil”. Bricklin alaba el producto de la compañía de Bill Gates: “Excel ha hecho de la hoja de cálculo la principal herramienta para los negocios. Me siento bien por que mi herramienta continúe siendo usada”.
Él ni siquiera patentó su VisiCalc. Según ha explicado, no lo hizo porque a finales de los 70 no era tan común registrar las creaciones de 'software': “Los programas eran pensados como meros algoritmos matemáticos, y los algoritmos matemáticos, como las leyes de la naturaleza, no eran patentables”. Según el relato de Bricklin, lo intentaron, pero un abogado especialista los disuadió porque hubiera sido difícil de justificar.
Y si Bricklin alaba Excel, fue el propio Steve Jobs quien en los años 90 alabó el papel de VisiCalc en la revolución de la informática. Durante una entrevista en los años 90, Jobs reconoció que VisiCalc había sido responsable de que el Apple II tuviera tanto éxito, y que las hojas de cálculo fueron uno de los detonantes del desarrollo de la industria de los ordenadores personales: “Si VisiCalc hubiese sido escrita para algún otro ordenador, ahora mismo estarías entrevistando a otro”.
Tras la desaparición de VisiCalc, Bricklin no descansó. Fundó otra compañía, Software Garden, cuyo principal producto fue el Dan Bricklin’s Demo Program, una herramienta para crear demostraciones. “Fue muy popular entre los programadores, para diseñar programas”, cuenta Bricklin. La compañía todavía opera, mientras él ha desarrollado SocialCalc, una hoja de cálculo de código abierto que se ejecuta en el navegador.
Otra de sus creaciones es la 'app' para tomar notas a mano Note Taker HD, para iPad, que arribó cuando la tableta de Apple era una recién llegada al mercado. “Fue un producto muy popular en la App Store en 2010 y aún se vende”, cuenta. Al mismo tiempo, VisiCalc aún se puede descargar desde la web personal de Bricklin. Para ejecutarlo, hace falta un ordenador con el sistema operativo DOS o el emulador correspondiente. Él, mientras tanto, sigue trabajando para crear nuevos programas, con el orgullo de aquel hito que alcanzó hace más de tres décadas.
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