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MajorDocs, el refugio secreto del cine frente a un mundo acelerado: “Vivimos bajo un régimen de imágenes víricas”

El festival MajorDocs se ha convertido en un enclave fuera de todo radar donde lo más importante son los creadores, el público y la lentitud.

Alejandro Alcolea

Mallorca —
7 de octubre de 2024 22:02 h

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Cuando los estímulos que recibimos nos desbordan, la atención se evapora. La saturación de ofertas culturales e información es un signo de nuestro tiempo, donde la lucha por alcanzar nuestro interés, cada vez más escaso, es constante. Ante tal cultura del exceso, el festival MajorDocs se ha convertido en un enclave fuera de todo radar en el cual lo más importante es el encuentro entre los creadores y el público, desde una lentitud enriquecedora y completamente subversiva, donde uno pueda pararse a pensar.

“Vivimos un momento histórico de crecientes distracciones que juegan a la contra de la experiencia cinematográfica. Por ello, desde nuestros inicios nos hemos centrado en defender un festival sin ningún tipo de contraprogramación, en el que puedes ver todas las películas y asistir a todos los coloquios sin tener que renunciar a nada del programa”, explica Miguel Eek, director de MajorDocs.

Lejos de desalentar a nadie, este espacio de resistencia frente a la aceleración de los tiempos ha seguido creciendo en una sexta edición donde alrededor de 3.000 personas han pasado por sus diferentes actividades en CineCiutat, s’Escorxador y el Estudi General Lul·lià. La clave del éxito, según el director del festival, está en ofrecer la posibilidad de acercar a los autores y al público “de una manera íntima y alejada de las formas jerárquicas” que permite mostrar y conocer cómo surgen y se desarrollan los procesos creativos para crear las películas.

“La mayoría de festivales de cine padecen una enfermedad infantil”, lamentó el director de cine francés Nicolas Philibert durante la inauguración, donde expresó que “todos tienen tendencia a querer crecer: más espectadores, más programación, más secciones... Este, por suerte, no”. Esta llamativa declaración despertó los aplausos, pero también las voces de cineastas como Macià Florit, miembro del jurado del festival, quien afirma a elDiario.es que “MajorDocs es un festival más cercano a la naturaleza del cine por su poder para parar el tiempo y, a su vez, un refugio para el cine desde la cercanía”.

Del 1 al 5 de octubre, se han proyectado, dentro de la sección oficial, películas de países como Hungría, Palestina y Chile, entre otros, que han invitado a reflexionar sobre el peso de la historia, la vida en los centros penitenciarios o la relación entre los humanos y la naturaleza. En esta sección, los documentales Objeto de estudio de Raúl Alaejos y Kix, dirigido por David Mikulán y Bálint Réves, han sido galardonados con los premios del jurado y del público, respectivamente, mientras que La hojarasca, de Macu Machín, ha recibido una mención del jurado. 

Una de las novedades de esta edición del festival ha sido la incorporación de una sección de cortometrajes baleares con la participación de nueve obras que han sido valoradas por un jurado que ha escogido Charlie, últimas palabras, de Anthony Neitzke, como el mejor cortometraje de la sección. Por otra parte, el jurado de la sección también ha decidido otorgar una mención especial a Valeria, Gerard, Gery, de José Aragón.  

En cuanto al premio al mejor pitch de la sección profesional del festival, patrocinado por la asociación DOCMA, ha sido para The path that walks, de Efthymia Zymvragaki, con las menciones especiales a los proyectos Level de Anna Berkhof y Carlos Mora, y Como dos extrañas, de Carolina Astudillo.

Además de la programación y los reconocimientos, el festival ha mantenido su apuesta por acercar la programación a los centros educativos con el programa MajorDocs Educa, así como también ha reforzado los encuentros con los cineastas y creadores. En esta edición, una veintena de profesionales baleares, nacionales e internacionales han ofrecido clases magistrales y han participado en debates. Entre ellos han destacado Nicolas Philibert, director del documental Sur l’adamant, Oso de Oro en Berlín, el fotógrafo Mauro Herce, premio Goya por la dirección de fotografía de la película O que arde, y la pensadora Marta Azparren. 

Cine y revolución

En su masterclass ‘Cine ciego’, Azparren analizó de qué modo la monocromía [composición artística producida por un solo color], el vacío o la pausa pueden cambiar el modo en que percibimos las imágenes y de qué manera la ausencia de imagen despierta también la consciencia de quien mira y, en ocasiones, los grandes cambios sociales. 

Durante la conferencia recorrió desde el Cuadrado negro, de Kazimir Malévich, primera pintura monocroma y previa a la Revolución rusa, hasta el BlackOut Tuesday que fundió a negro las redes sociales tras el asesinato de George Floyd en Estados Unidos el año 2020. “En momentos de saturación de imágenes, puede llegar un deseo para interrumpirlas y de que alguien diga hasta aquí. Puede parecer casual, pero realmente no lo es, como vimos tras las imágenes violentas del asesinato de George Floyd”, cuenta la pensadora.

“Actualmente vivimos bajo un régimen de imágenes víricas que nos impide pensar. Un ejemplo claro es el del atentado a las Torres Gemelas, cuando recibimos un aluvión de imágenes de todo el mundo. Teníamos las imágenes, pero no el conocimiento de lo que estaba ocurriendo realmente. La relación que tenemos con la imagen no nos deja lugar para la imaginación”, añade.

Mallorca, más allá de un plató

La reivindicación de Mallorca como un espacio de creación se palpaba en el ambiente del festival y de las conversaciones. Para los organizadores, la isla está directamente conectada con el sector cinematográfico, no sólo como plató o punto de partida de proyectos, sino también como un lugar de debate y reflexión sobre el cine. 

Según Miguel Eek, “el documental es el género más prolífico en las Illes Balears y, a su vez, España es el país que más documentales produce de toda Europa”. “Sin embargo, sigue existiendo mucha confusión sobre lo que entendemos por documental. Cuando se menciona, en la cabeza de cada persona pueden aparecer ideas muy diversas”, explica el director del festival. La insularidad que aleja al territorio de los circuitos comerciales es un elemento crucial en este sentido para Marta Azparren, quien afirma que “la apertura al cine puede servir para mostrar el producto local puede ser una línea de actuación política interesante para redirigir el modelo turístico”.  

El documental es el género más prolífico en las Illes Balears y, a su vez, España es el país que más documentales produce de toda Europa. Sin embargo, sigue existiendo mucha confusión sobre lo que entendemos por documental. Cuando se menciona, en la cabeza de cada persona pueden aparecer ideas muy diversas

Miguel Eek Director de MajorDocs

“En las Illes Balears hay mucho talento y sensibilidad por el cine documental. Hace años no teníamos referentes ni medios para trabajar, pero la realidad cambió con la llegada de la televisión autonómica, que apostó junto con las instituciones y festivales por la producción de cine local”, cuenta Macià Florit. Este expresa que, sin embargo, sigue habiendo problemas para la industria balear: “Es un pez que se muerde la cola, porque si no hay producción, no hay personas que puedan vivir de ello, y es una situación difícil de revertir”.

En las Illes Balears hay mucho talento y sensibilidad por el cine documental. Hace años no teníamos referentes ni medios para trabajar, pero la realidad cambió con la llegada de la televisión autonómica, que apostó junto con las instituciones y festivales por la producción de cine local. Pero es un pez que se muerde la cola, porque si no hay producción, no hay personas que puedan vivir de ello, y es una situación difícil de revertir

Macià Florit Miembro del jurado de MajorDocs

El género documental también se deconstruye

Finalmente, en esta fiesta del cine y el pensamiento no solamente se ha reflexionado sobre las historias que cuentan los documentales, sino también sobre el propio documental y su posible deconstrucción como género audiovisual. “Hay muchas películas que ya no sé cómo categorizar porque hay propuestas que pueden contar la historia de una vida real pero, a su vez, estar interpretándola a través de cierta ficción y películas de ficción con escenas de personajes reales dialogando con actores”, explica Marta Azparren.

“Son esos espacios intermedios entre el documento y la ficción que Roberto Rossellini ya practicaba en los años 40 con Stromboli, sacando a los pescadores en sus películas”, añade la pensadora, concluyendo que “ser puristas del documental no tiene sentido, porque toda ficción contiene una parte de nuestra realidad”.

En este sentido, para Miguel Eek no cabe hablar del documental como género ya que, según su opinión, “es un lenguaje o gesto creativo donde cada vez más los límites se están disipando”. Sin embargo y pese a la confusión alrededor del documental, los profesionales celebran el renacimiento de este enfoque para contar historias en los últimos años porque, tal y como señala Macià Florit, “necesitamos historias reales para revisar nuestro pasado, construir una memoria colectiva y reivindicar las voces olvidadas de nuestra historia”. 

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