Aplicar la tecnología para desarrollar una economía circular que reduzca residuos y optimice recursos tan escasos como el agua

La cuarta y última mesa de debate de 'Economía balear. Turismo y mucho más', organizada por la delegación balear de elDiario.es, se ha centrado en analizar el papel que tienen la circularidad y las energías renovables en las empresas baleares. Neus Tomàs, directora adjunta de este medio y responsable de la delegación catalana de elDiario, ha viajado a Mallorca para moderar una conversación en la que han intervenido Pedro Juan Planas (director de la Agencia de Estrategia Turística de las Illes Balears), Carmen Planas (Presidenta de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares), Marta Pons (Gerente del Clúster de Transició Ecològica de les Illes Balears) y Laura Garrido (Directora de Ético y experta en sostenibilidad).

Pedro Juan Planas ha trazado una línea invisible –pero importante–: según varios estudios, el 70 por ciento de los visitantes de Balears están sensibilizados con cuestiones medioambientales. En cambio, “más de la mitad” relaja sus costumbres cuando está de vacaciones en las islas. “Ahí habrá que aplicar la tecnología” para corregir el exceso de residuos (“el mejor residuo es el que no se genera”) y el gasto energético que causan los foráneos, ha reconocido el director de la AETIB. ¿Cómo? Con inversión, sobre todo, del maná que representarán hasta 2026 los fondos Next Generation y del estímulo que supone la ecotasa. De los 700 millones que provienen del Impuesto al turismo sostenible, 200 se destinan, por ejemplo, “a mejorar el ciclo del agua”, seguramente, la cuestión que más inquieta a Pedro Juan Planas: “Estamos aislados, no tenemos ríos, y la desalinización no se puede estirar ad infinitum. Hay que evitar las fugas y pérdidas de la red. En algunos municipios llegan al 40 por ciento cuando la Unión Europea recomienda un máximo del 15 por ciento”.

El director de la AETIB alaba las iniciativas del sector privado en pro de la circularidad a la vez que reconoce que la burocracia administrativa es, a menudo, farragosa. “Debemos reconocer que no somos fáciles. De los 33 millones inyectados por Bruselas que hemos gestionado en la Conselleria de Turisme, sólo el 10 por ciento ha ido a la empresa privada. Pero las convocatorias han tenido mucho éxito. Se ha apostado por la circularidad y la eficiencia energética (placas fotovoltaicas, mejorar cerramientos, camas elevables)”.

Carmen Planas ha ido por el mismo apartado, reclamando más flexibilidad y menos fiscalidad a las instituciones que administran el archipiélago. “Espero que la Ley de Simplificación administrativa sea efectiva. En Balears, somos pioneros en circularidad: estamos alentando a las empresas para que lo integren en su ADN. A las pimes les cuesta más”, en apariencia, “porque muchas de ellas ya lo están haciendo y no lo saben. Hay que tener en cuenta que el tejido de estas islas, donde hay 22 mil empresas, está principalmente formado por sociedades que tienen cinco o menos trabajadores”.

Para acelerar en la aplicación de los objetivos sostenibles que marca la Agenda 2030, Marta Pons reivindica el conocimiento compartido. “Esos objetivos nos han dado un sitio al que ir. Ofrecen soluciones para que las empresas entren en un modelo de circularidad”, ha contado la directora de un clúster que forma parte de un proyecto europeo que les está permitiendo aprender cómo otras regiones insulares están superando las barreras que se encuentra una isla para desarrollar una economía circular. “Las islas italianas están dando grandes pasos y de forma muy decidida. Aquí podríamos hacerlo si se aplicara la Ley de Transición ecológica que se aprobó en 2019, pero esos decretos no se han aplicado totalmente. Hay que bajarla a la calle para que los ayuntamientos la apliquen”. Para ilustrarlo con un caso concreto, Pons ha mencionado el consorcio que ha creado la Dirección general de Energía y Cambio climático del Govern con los socios del clúster que dirige: “¿Oye, empresa, qué problemas tenéis? Esa es la pregunta que nos hacen llegar; tiene mucho valor porque se le aporta a la Administración los problemas que tienen en su día a día quienes trabajan con la gestión de los residuos”.

A nivel empresarial, Laura Garrido, por su parte, ve la asignatura pendiente de la sostenibilidad como oportunidad en vez de como amenaza. “Ser sostenible significa ser resiliente, que tu actividad dure más en el tiempo”, ha dicho la directora de Ético. Y anima a hacer balance. Sin echar la vista demasiado atrás, puede presumirse de un cierto cambio de mentalidad: “Como sociedad se ha avanzado. Si miramos diez años atrás vemos que el plástico no era un problema. Tampoco, el cambio climático en general”.

La clave de bóveda, según Garrido, es el consenso: “Los acuerdos comunes son esenciales. Es importante tener la opinión de todas las personas que conforman un sistema turístico. Hay que montar mesas de trabajo con expertos en cada área para que cada uno aporte, no sólo su opinión, también su conocimiento”. Avanzarse al futuro, como pide Pons: “Van a venir tecnologías nuevas y desde el clúster tenemos que identificar qué perfiles vamos a necesitar y qué estamos haciendo desde Balears para cubrir ese gap de talento”.

La anécdota sobre este tema la ha dejado Carmen Planas, que además de presidir la CAEB recibió el encargo de Antonio Garamendi, mandamás de la CEOE, para encabezar la comisión social y medioambiental de la patronal española. “Es verdad que de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible, sólo se está cumpliendo un 15 por ciento, pero cada vez sabemos mejor para qué sirven y de qué tratan. Mis nietas tienen una asignatura en el Bachillerato donde les dan a conocer la importancia de esos objetivos”.