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El 27 de julio de 1999 fue un día inédito en Balears. Por primera vez en la historia democrática de las islas, un presidente de izquierdas, el socialista Francesc Antich, se alzaba con la presidencia del Ejecutivo autonómico. Lo hacía encabezando un gabinete insólito hasta entonces. Compuesto por hasta cinco fuerzas políticas (PSIB-PSOE, PSM, Esquerra Unida, Els Verds y Unió Mallorquina), aquel laboratorio de ideas y acuerdos rompió con décadas de hegemonía de derechas en un archipiélago azotado por las pugnas de poder, la especulación y el desarrollismo. Cuando la fórmula de las alianzas entre fuerzas de similar espectro era aún una rareza en España, en Balears echaba a andar el que la historia recordaría como el primer Pacte de Progrés.
Como proclamaba entonces un exultante Antich, se trataba de la “victoria total del cambio”, que -enfatizaba-, lejos de ser una “curiosidad localista y pintoresca”, conectaba Balears “con las grandes corrientes de modernidad y progreso”. Entre otras numerosas medidas, el Pacte, de la mano de su conseller de Turismo, Celestí Alomar, impulsó la popularmente conocida como 'ecotasa', cuyo objetivo pasaba por compensar el elevado consumo de recursos y el deterioro del territorio como consecuencia de la actividad turística. Pese a seguir el ejemplo de países como Francia o Suiza, el nuevo impuesto, que logró una recaudación de 160 millones de euros durante los dos años en que estuvo vigente (2002–2003), se topó con la furibunda resistencia de gran parte del imperio hotelero, alzado en bloque contra la medida.
La feroz campaña llegó incluso hasta Alemania, donde el sensacionalista Bild Zeitung emplazó a sus lectores a enviar cartas al rey Juan Carlos para que paralizase la puesta en marcha del gravamen y llegó a titular así una de sus portadas: “Los tiburones en la playa y la ecotasa hacen huir a los turistas de Mallorca”. Las manifestaciones en contra de este rotativo frenaron en seco cuando una encuesta a sus lectores reveló que un 77% de todos ellos aseguraba estar de acuerdo con el pago de impuestos de protección ambiental.
Antich: “El Pacte supuso una transformación brutal”
“El Pacte supuso una transformación brutal, con los sectores económicos enfrente acostumbrados a que las instituciones estuviesen a su lado. Los terratenientes no querían parques naturales, los hoteleros no querían ningún tipo de control sobre el turismo. Hicieron una batalla durísima contra la ecotasa y hoy en día ya nadie la discute. Fue algo revolucionario”, recuerda Antich. Veinticinco años después, el ex líder socialista cita a elDiario.es en un restaurante de las afueras del municipio de Algaida, del que fue alcalde durante seis años. Pide un refresco y, de inmediato, comienza a dar rienda suelta a todo lo que supuso aquella alianza innovadora: “Fue un auténtico cambio a la hora de hacer política y, sobre todo, el impulso de un nuevo modelo de crecimiento y de una nueva cohesión social”.
No en vano, el nuevo modelo de pacto entre fuerzas de izquierdas y de centro comenzó a ser mirado con atención en toda España, convirtiéndose en el espejo y el ejemplo a seguir para otras autonomías. Tuvieron que pasar cuatro años para que, en 2003, Pasqual Maragall instaurase en Catalunya el llamado Govern tripartito, que venía a ser, en palabras del PSIB-PSOE, un “primo hermano” del balear.
Antich habla ahora como ya lo hacía cuando en 1999 cogió las riendas del nuevo Govern. Ya entonces manifestó que los ciudadanos habían entendido que “la modernidad y el futuro estaban dentro de las fuerzas progresistas” y que “la derecha de siempre”, la que gobernaba “desde el paleolítico” -tomando las palabras del ensayista valenciano Joan Fuster-, acabaría por conducir a Balears “a una vía muerta, a una situación poco menos que irreversible”. Y así lo plasmaron en las urnas.
El fin de la hegemonía del PP (y un soborno de 50 millones)
Alianza Popular, primero, y PP, después, fueron las formaciones que durante varias legislaturas habían dominado hasta entonces la arena política en las islas. Una soberanía encarnada, sobre todo, en la figura de Gabriel Cañellas, quien en 1983 se había convertido en el primer presidente del Govern balear, previo -y opaco- acuerdo con una incipiente Unió Mallorquina nacida al abrigo de la implosión de UCD. Mientras el partido regionalista sacaba partido de la condición de bisagra que durante años le brindó la Ley d'Hont, Cañellas gobernaría durante tres legislaturas, hasta 1995, cuando José María Aznar forzó su dimisión tras ser acusado del cobro de un soborno de 50 millones de pesetas por la adjudicación de las obras del túnel de Sóller, convertido en foco del primer gran caso de corrupción impulsado en Balears.
Alianza Popular, primero, y PP, después, fueron las formaciones que durante varias legislaturas habían dominado hasta entonces la arena política en las islas. Una soberanía encarnada, sobre todo, en la figura de Gabriel Cañellas, quien en 1983 se había convertido en el primer presidente del Govern balear. En 1995, Aznar forzó su dimisión tras ser acusado del cobro de un soborno de 50 millones de pesetas por la adjudicación de las obras del túnel de Sóller, foco del primer gran caso de corrupción impulsado en Balears
La crisis abierta en 1992 entre AP y UM hizo vislumbrar la posibilidad, hasta entonces inimaginable, de que la izquierda pudiera gobernar en Balears, a pesar de que los conservadores buscaban por todos los medios evitar cualquier atisbo de poder en manos de las izquierdas y gobernar las islas in secula seculorum. Sin embargo, el pacto alcanzado entre éstas en el Consell de Mallorca en 1995 abrió la veda para que este modelo pudiese ser exportado a nivel autonómico. Y así sucedió cuando el 13 de junio de 1999 el entonces presidente balear, Jaume Matas (PP), perdía su mayoría absoluta y las mismas fuerzas que cuatro años antes habían ensayado el pacto en el Consell Insular negociaron el que constituiría el primer Pacte de Progrés de Balears. Antich se hacía con la presidencia del Ejecutivo autonómico y Maria Antònia Munar, histórica dirigente de UM, revalidaba la de la institución supramunicipal de Mallorca.
El primer gran escándalo electoral protagonizado por Matas
Ese mismo año se destapaba, además, el primer gran escándalo electoral de Balears y la primera gran trama que salpicaría a Jaume Matas. Apenas unos días antes de aquellos comicios, 74 residentes de Argentina habían sido inscritos de forma masiva en el censo electoral de residentes ausentes (CERA) de Formentera, cuyo escaño era capital para inclinar el gobierno regional en favor del PP o de las fuerzas de izquierda. Ninguno de los nuevos empadronados tenía una relación directa con la isla. El objetivo, según trascendió de las investigaciones, pasaba por canalizar sus votos hacia los conservadores. Tan sólo un año antes, Matas, en su primer mandato como presidente del Govern, había iniciado un viaje por Latinoamérica bajo el pretexto de dinamizar las casas regionales radicadas en el exterior. Su primera parada fue Argentina, país que su entonces número dos y consellera de Presidencia, Rosa Estarás, visitaría meses después hasta en dos ocasiones.
El recuento de votos de esos comicios desveló que más del 90% de los recién censados habían votado a la Agrupación Popular Independiente de Formentera, vinculada al PP. Matas, sin embargo, saldría indemne de aquella causa, que finalmente quedó reducida al papel ejercido por tres funcionarios, los “peces chicos”, como los llamó el fiscal, frente a los “peces gordos” que se libraron de toda responsabilidad penal.
“La unión era imprescindible”
En medio de aquel escenario, el Pacte de Progrés vio finalmente la luz. Un referente comunista, Eberhard Grosske (EU), tomaba posesión en la Conselleria de Trabajo, un nacionalista, Damià Pons (PSM), en la de Educación, una ecologista, Margalida Rosselló (Els Verds), en la de Medio Ambiente... “Fue un un laboratorio de acuerdos impresionante y de una gran generosidad por parte de todas las fuerzas políticas. Había una gran voluntad de pacto por parte de todos y, en este sentido, se hizo un esfuerzo muy grande”, recuerda Antich, visiblemente agradecido: “Desde una gran variedad de programas fuimos capaces de crear uno conjunto que debatimos y pusimos en marcha”.
El ex presidente balear enfatiza la “gran importancia” que supuso aquella alianza teniendo en cuando al adversario “tan fuerte” que tenían delante, en alusión al PP, que puso en marcha un amplio calendario de denuncias políticas y campañas de prensa, manifestaciones de tractores y disturbios en los ayuntamientos: “La unión era imprescindible, todas las fuerzas políticas lo vieron y el resultado fue realmente extraordinario”.
Además de la oposición de los populares en el archipiélago, el Gobierno de José María Aznar, que temía que el nuevo modelo de izquierdas fuese replicado en otras Comunidades Autónomas, no lo puso fácil al nuevo pacto. Su mantra: “España va bien, menos Balears, porque su Gobierno se está cargando el turismo”, repetía el exlíder popular. Como señala Antich, el Gobierno del PP, “desde el primer momento, vio el Pacte como una amenaza. Ya no era el Aznar que hablaba catalán en la intimidad. Era el Aznar que había ganado las elecciones tan potentes del año 2000. Con lo cual ya vino con un descaro brutal”. “Nos paralizaron inversiones y no nos ayudaron en nada”, lamenta.
El Gobierno de Aznar, desde el primer momento, vio el Pacte como una amenaza. Ya no era el Aznar que hablaba catalán en la intimidad. Era el Aznar que había ganado las elecciones tan potentes del año 2000. Con lo cual ya vino con un descaro brutal. Nos paralizaron inversiones y no nos ayudaron en nada
El socialista recuerda con sumo detalle la única entrevista que mantuvo con Aznar en La Moncloa: “Él fumando un puro y distante y nosotros explicándole nuestros problemas”. “Me acuerdo incluso de la huelga de autocares que se convocó en el aeropuerto y que nos creó tales problemas que nos pasamos tres días en el Consolat [sede de la Presidencia balear]. Recuerdo que dormí en el sofá para al día siguiente seguir negociando con los sindicatos y las patronales. Y Aznar, desde América o no sé dónde, diciéndonos que el presidente de Balears seguro que en vez de arreglar la huelga estaba de vacaciones. Era un descaro. Nosotros queríamos hacer un modelo de carreteras más acorde al territorio e íbamos a hablar con Francisco Álvarez-Cascos [exministro de Fomento]. Y Cascos nos decía: 'Autopistas o nada'. Y que si no teníamos más espacio, que buscáramos un páramo. Yo le decía que en Balears no teníamos páramos”.
Fue la época, además, en que Aznar acabó nombrando como ministro de Medio Ambiente a Matas, el primero de la larga nómina de cargos de aquel gabinete del PP que acabaron empantanados en los fangos de la corrupción y que años antes habían llegado al poder clamando contra “el paro, el despilfarro y la corrupción” de la última era de Felipe González. “Matas se iba a Aragón cuando el presidente era Marcelino Iglesias (PSOE) y había problemas de agua allí. Marcelino pedía que en la costa se pusieran desaladoras y Matas le decía que las desaladoras calentaban el planeta. Y venía aquí, donde nosotros no queríamos desaladoras, y nos ofrecía veinte. Era un disparate todo”.
El sistema de financiación de Aznar
Antich recuerda, asimismo, cómo el Ejecutivo de Aznar “impuso” a Balears un sistema de financiación bajo la admonición de que “fuera hacía mucho frío”. “Fue un sistema de financiación que nos dejó 21 puntos por debajo de la media, que era de 100 puntos en España y nosotros estábamos a 79. Éramos la comunidad peor financiada de toda España. Y esto fue 'gracias' a Aznar. Después vino [José Luis] Rodríguez Zapatero (PSOE) y con su sistema nos pusimos 14 puntos por encima de la media. Hubo un cambio brutal”.
Pese a los escollos, el Govern del Pacte logró impulsar medidas sin precedentes en las islas. Entre otras, materializó reivindicaciones históricas como llevar el tren hasta los municipios de Sa Pobla y Manacor, dio luz verde a la primera ley de paridad del Estado, racionalizó el sistema de autocares, elevó de 8.000 a 27.000 las hectáreas protegidas, quintuplicó el parque de vivienda pública, aprobó el primer plan energético de Balears, estimuló el federalismo insular, impulsó la normalización lingüística de la lengua catalana... “También dimos más financiación a los Consells Insulars y dimos forma al eslogan que pusimos en marcha: 'Quatre illes, un país, cap frontera' ('Cuatro islas, un país, ninguna frontera'), trabajando en conjunto y respetando la diversidad de cada isla. Quedó mucho trabajo hecho”, destaca Antich, quien recuerda cómo los siguientes gobiernos de izquierdas continuaron reforzando la labor que inició aquel primer pacto.
Pese a los escollos, el Govern del Pacte logró impulsar medidas sin precedentes en las islas. Entre otras, materializó reivindicaciones históricas como llevar el tren hasta los municipios de Sa Pobla y Manacor, racionalizó el sistema de autocares, elevó de 8.000 a 27.000 las hectáreas protegidas, quintuplicó el parque de vivienda pública, aprobó el primer plan energético de Balears, impulsó el federalismo insular e impulsó el fomento de la lengua catalana
De entre todas aquellas iniciativas, la ecotasa fue la que se encontró con la oposición más virulenta. Pese al contexto de desaceleración económica mundial, la crisis de Alemania y la guerra de Irak, hechos que acabaron impactando en el turismo a nivel internacional, los empresarios del sector veían en la ecotasa la causa de todos los males. “Los hoteleros pasaron las cenas de Navidad al verano para decirles a sus trabajadores que si votaban al 'partido del progreso' no abrirían los hoteles. Hubo un ataque muy brutal. Usaron incluso a los turoperadores. El presidente alemán se reunió con nosotros en el Consolat y tuvo que pedir a los alemanes que pagasen la ecotasa con toda tranquilidad. Era una cuestión de 'quién manda aquí'”, asevera el expresidente balear, quien subraya que aquel impuesto turístico, por el que se pagaba un euro por turista y día, “fue la batalla de todas las batallas”.
“Nos trataban como si fuéramos tercermundistas, cuando en Barcelona, en Berlín y en muchas otras ciudades ya estaban aplicando un tributo similar. Y además era una forma de dar una posibilidad a los hoteleros de participar en los proyectos que se tenían que hacer. Era una manera de mejorar el producto turístico. Costaba poquísimo y de alguna forma solidarizaba el turismo con la gente”, añade el exsecretario general del PSIB-PSOE.
Junto a los hoteleros, recuerda, también estaban los constructores y los terratenientes, que “de alguna forma manejaban los pozos a su manera. En definitiva, había que poner en orden todas estas materias, que afectaban a los intereses creados por mucha gente”.
Los hoteleros pasaron las cenas de Navidad al verano, antes de las elecciones, para decirles a sus trabajadores que si votaban al 'partido del progreso' no abrirían los hoteles. Hubo un ataque muy brutal. Usaron incluso a los turoperadores. Era una cuestión de 'quién manda aquí'
El regreso de Matas
A pesar de las numerosas medidas impulsadas por el Pacte en materia social, educativa, medioambiental y económica, en mayo 2003 Matas se haría de nuevo con la presidencia del Govern. Lo hizo tras una campaña electoral de altos vuelos, aunque no tanto como la que protagonizaría en 2007, cuando haría gala de sus megalómanos proyectos. El PP se había erigido en símbolo del “milagro económico” y, con estos mimbres, llegaron al archipiélago las promesas de pleno empleo, la construcción de más carreteras y autopistas y la conversión de las islas en abanderadas del crecimiento económico y turístico. Apenas cuatro meses después de arrancar la nueva legislatura, los conservadores derogaron la ecotasa.
Las investigaciones judiciales impulsadas años después revelarían cómo en los prolegómenos de los comicios autonómicos de 2003 y con unos gastos de campaña desorbitados que rebasaban con creces las cantidades a las que legalmente los conservadores podían hacer frente, éstos se encomendaron a las contabilidades en B y a los pagos opacos al fisco.
Para cuando en 2007 concluyó aquel mandato precedido de grandes promesas, Matas había dejado un legado de ambiciosas infraestructuras bajo cuyas alfombras se ocultaban contratos ilegales y numerosos tratos de favor. Sobrecostes, cohechos y enriquecimientos ilícitos bajo sospecha que, con el exlíder del PP ya desterrado de Balears tras el batacazo electoral que aquel año lo abocó al abandono de la política, constituyeron el epicentro de una vorágine de casos de corrupción en los que acabaron imputados y condenados, además de Matas, gran parte de sus subordinados.
Antich lidera el segundo Pacte
Antich volvería a tomar las riendas del Govern balear en 2007, de nuevo en alianza con UM y los ecosoberanistas del Bloc. Durante esa legislatura, el expresidente recuerda especialmente medidas como el pacto por la competitividad, el empleo y la cohesión social. Sin embargo, la crisis de 2008 supuso un duro golpe para aquel segundo Pacte, al igual que, afirma, la pandemia de la COVID también lo sería para el Govern de Francina Armengol (2015-2023), quien, con todo, “logró que Balears fuese una de las Comunidades Autónomas que mejor salió de la crisis sanitaria y con unos esfuerzos impresionantes del Gobierno de Pedro Sánchez”.
“Aquella crisis [la de 2008] nos destrozó, pero aprendimos que las crisis se tienen que afrontar invirtiendo y apostando”, apunta. Además, bajo su mandato llegó el que en su opinión es el “mejor” sistema de financiación que ha tenido el archipiélago: “Normalmente recibíamos 160 millones en inversiones y pasamos a casi 400 cada año. Las inversiones estatutarias fueron el precedente de lo que luego Armengol consiguió con el Régimen Especial de Balears (REB)”.
Antich volvería a tomar las riendas del Govern balear en 2007, de nuevo en alianza con UM y los ecosoberanistas del Bloc. Durante esa legislatura, el expresidente recuerda especialmente medidas como el pacto por la competitividad, el empleo y la cohesión social
El exlíder socialista considera que se necesitan “más políticas de continuidad” en materia social en Balears, donde en la actualidad gobierna el PP gracias al acuerdo de investidura que alcanzó con Vox a inicios de este mandato. Antich tilda de “insostenibles” sus políticas “ante un problema social tan grave como es el de la vivienda”. En las islas, como en muchos otros puntos de España, el acceso a una vivienda digna es prohibitivo fruto de un proceso especulativo alimentado a través de las burbujas inmobiliarias y cuya gravedad se acentuó con las sucesivas crisis del sistema financiero. “No puede ser que un país que progrese expulse a su gente joven”, comenta el expresidente balear.
En este sentido, critica el “doble discurso” del PP al anunciar medidas encaminadas a reducir la masificación turística en Balears pero aprobando, en paralelo, leyes que que van en sentido contrario. Lamenta, además, que “la ultraderecha está destruyendo la democracia”: “Cada vez es más difícil hacer política. Todo está muy polarizado. Ya no hay adversarios políticos, sino enemigos”. Por ello, envía un mensaje de aliento a la izquierda: “Tiene que remar en unas aguas que no son nada fáciles. La lucha es muy dura y se necesita mucho esfuerzo. Nos jugamos muchísimo. Y aquí lo que se necesita es más cohesión, más igualdad y más cultura. Y, sobre todo, no dejar pasar ni una en contra de la democracia”.