Joan Perelló, químico: “La calcifilaxis tiene una tasa de mortalidad más alta que la del cáncer metastásico de páncreas”

Desde las aulas de la Universitat de les Illes Balears hasta liderar una de las transacciones más importantes en la biotecnología española — valorada en hasta 375 millones de euros—, Joan Perelló (Binissalem, 1979) y su socio, Bernat Isern, han convertido a Sanifit Therapeutics en un referente global en innovación médica. Su trabajo en el ámbito de la calcificación, particularmente en enfermedades raras y devastadoras como la calcifilaxis no solo abre nuevas puertas en la ciencia, sino que también demuestra el inmenso potencial de transformar investigaciones académicas en avances terapéuticos de impacto mundial.
A lo largo de su trayectoria, Perelló ha enfrentado los retos de trabajar en un sector altamente competitivo, contribuyendo además al fortalecimiento del ecosistema biotecnológico en Balears. Sus esfuerzos han ayudado a posicionar la región como un espacio con potencial para la innovación biomédica y a generar un impacto más amplio en el ámbito nacional e internacional.
Las calcificaciones patológicas representan un desafío médico importante. ¿Qué las hace tan problemáticas?
Existen enfermedades relacionadas con la calcificación que representan necesidades médicas no cubiertas. El calcio en el cuerpo humano puede estar en dos estados: sólido, como en los huesos y dientes, o disuelto en fluidos, como la sangre y la orina. En condiciones normales, el calcio sólido solo debería encontrarse en los huesos y dientes, lo que se conoce como calcificación fisiológica, es decir, sana y natural.
Sin embargo, cuando el calcio sólido aparece en otros lugares del cuerpo, hablamos de calcificación patológica, asociada a enfermedades. Por ejemplo, si se forma en los riñones, se convierte en cálculos renales; en la cavidad bucal, en cálculos salivares o en sarro; y en las arterias y corazón, en calcificaciones arteriales o cardiovasculares.
Dentro de las calcificaciones cardiovasculares, la más grave es la calcifilaxis, una enfermedad extremadamente agresiva y mortal. En esta condición, el cuerpo genera hueso en tejidos donde no debería, especialmente en las pequeñas arterias subepiteliales. Esto ocurre porque ciertas células interpretan erróneamente su entorno y se transforman en células óseas, comenzando a hueso donde no toca. Esta enfermedad causa complicaciones muy graves para los pacientes.
Vuestro estudio de las calcificaciones patológicas comenzó en un contexto académico. ¿Cómo evolucionaron estas investigaciones hacia los avances actuales?
Inicialmente, el equipo trabajaba en problemas como las piedras renales, una patología con alta prevalencia en Balears, favorecida por una elevada exposición al sol, lo que representa un factor de riesgo importante. El trabajo con moléculas diseñadas para frenar este proceso patológico había comenzado antes, pero en 2004 creamos una spin-off de la Universitat de les Illes Balears.
Con el tiempo, el foco de la empresa evolucionó hacia las calcificaciones cardiovasculares y, en particular, la calcifilaxis. Este proyecto se ha convertido en nuestro principal hito, aunque su tecnología tiene aplicaciones potenciales en otras enfermedades. De hecho, ahora hay otro fármaco derivado de esta misma tecnología que se está desarrollando.

Desde el punto de vista científico, ¿cómo se desarrollaron los inhibidores de calcificación y cuál es su potencial en medicina?
Los inhibidores de calcificación, desde el punto de vista químico, no son algo nuevo. Esta tecnología tiene sus raíces en los años 60. Estos compuestos se diseñaron para evitar la formación de sólidos dentro de entornos controlados en el laboratorio. Nuestra innovación fue trasladar este concepto al campo de la medicina, aplicándolo para prevenir que estos procesos ocurren dentro del cuerpo humano.
Nuestro compuesto, SNF472, es el inhibidor de calcificación más potente conocido actualmente. Este fármaco, que se encuentra en fase III de ensayos clínicos para tratar la calcifilaxis, funciona uniéndose a los sólidos patológicos de calcio que se forman en el cuerpo, evitando que crezcan o que se generen nuevos depósitos, con el potencial de frenar o detener la progresión de la enfermedad.
¿A qué tipo de pacientes afecta principalmente la calcifilaxis y por qué es tan devastadora?
La calcifilaxis se da principalmente en pacientes con insuficiencia renal, la mayoría de ellos tratados con diálisis, este colectivo representa el 98% de los casos. Estos pacientes son mucho más vulnerables a esta enfermedad. Solo un 2% de los casos ocurre en personas con función renal normal.
La calcifilaxis es nuestra primera y más urgente línea de trabajo. Es una enfermedad que afecta a las arteriolas, las arterias más pequeñas que se encuentran justo debajo de la piel. Cuando estas se calcifican, se interrumpe el flujo sanguíneo y el tejido no recibe oxígeno, lo que causa necrosis.
Esto deriva en lesiones cutáneas graves que no sanan porque el problema es interno y cardiovascular. Las lesiones suelen infectarse, lo que lleva a sepsis, y la mortalidad alcanza el 80-85%, una tasa incluso más alta que la del cáncer metastásico de páncreas. Es una enfermedad rara que afecta a unas 10.000 personas entre Europa y Estados Unidos.
Nuestra tecnología está diseñada para frenar este proceso, siendo SNF472 el primer fármaco en desarrollo para tratar esta enfermedad, que actualmente no tiene tratamientos aprobados. Aunque es una enfermedad rara y poco visible, creemos que abordar este desafío marcará una gran diferencia para estos pacientes.
Nuestro objetivo es claro: mejorar la supervivencia y reducir las hospitalizaciones de pacientes con calcifilaxis, una enfermedad con una mortalidad del 80%. Estamos avanzando para ofrecer la primera solución aprobada para esta devastadora condición
¿Qué impacto real podría tener este fármaco en la calidad de vida de los pacientes con calcifilaxis?
El objetivo principal del desarrollo clínico del SNF472 es reducir la mortalidad y las hospitalizaciones en pacientes con calcifilaxis. Hasta la fecha, hemos llevado a cabo seis estudios clínicos y estamos trabajando en un último ensayo adicional que esperamos confirme los resultados clave.
En el estudio más reciente de fase III, publicado hace unos meses, observamos una señal de eficacia prometedora. Esto significa que hubo reducciones numéricas tanto en la mortalidad como en la frecuencia de hospitalizaciones, aunque aún estamos en proceso de confirmar estos resultados en un segundo estudio de fase III.
El impacto clínico sería muy relevante: mejorar la supervivencia y reducir las estancias hospitalarias de estos pacientes, lo que supondría un cambio significativo en la gestión de esta enfermedad devastadora.
El fármaco SNF472 podría mejorar la supervivencia y reducir las estancias hospitalarias de los pacientes, lo que supondría un cambio significativo en la gestión de esta enfermedad devastadora
¿Existen otras patologías relacionadas con la calcificación que podrían beneficiarse de estos avances tecnológicos?
El segundo programa que desarrollamos se centra en la enfermedad arterial periférica calcificante, una variación más grave de la enfermedad arterial periférica común. En esta última, que es muy prevalente, se acumulan depósitos de colesterol en las arterias de las piernas, lo que reduce el flujo sanguíneo, causando dolor al caminar (claudicación), pérdida progresiva de movilidad y, en casos avanzados, amputaciones.
Sin embargo, en la forma calcificante, el problema no es tanto el colesterol, sino la calcificación de arterias como las femorales o tibiales, lo que ocurre principalmente en pacientes con insuficiencia renal, quienes tienen una prevalencia mucho mayor de esta condición, con unos 300.000-400.000 entre Europa y EEUU.
Con la misma tecnología que utilizamos para la calcifilaxis, hemos diseñado un segundo fármaco que busca bloquear este proceso de calcificación en las arterias para la enfermedad arterial periférica calcificante. Este proyecto está en una fase mucho más inicial, actualmente en fase preclínica, pero podría ofrecer una solución innovadora a esta grave patología.

El desarrollo de fármacos es un proceso muy largo y complejo. ¿Cómo mantienen el enfoque y la paciencia en proyectos que pueden tardar más de una década?
En general, los fármacos cardiovasculares, como los que trabajamos, pueden tardar entre 15 y 18 años en completarse, mucho más que las vacunas, que suelen desarrollarse en 5 a 7 años. Esto ocurre porque los estudios clínicos necesitan demostrar mejoras en resultados clave como reducción de accidentes cardiovasculares, mortalidad u hospitalizaciones, lo que implica observar diferencias entre los grupos tratados y no tratados a lo largo de años. En nuestro caso, comenzamos los estudios de fase I en 2014, y aunque los tiempos son extensos, estamos cada vez más cerca de llevar una solución al mercado.
Los fármacos cardiovasculares, como los que trabajamos, pueden tardar entre 15 y 18 años en completarse, mucho más que las vacunas, que suelen desarrollarse en 5 a 7 años
Empezaron investigando los cáculos renales, pero cambiaron la estrategia inicial hacia la calcifilaxis. ¿Cómo y por qué deciden realizar este cambio?
Sí, tuvimos que pivotar. Fundamos la empresa en 2004, pero no fue hasta 2010 cuando cambiamos el enfoque hacia la calcifilaxis. Aunque los años previos no fueron tiempo perdido, ya que avanzamos en la tecnología, este cambio de rumbo fue clave para el futuro de la empresa. Pivotar no es fácil. Los inversores llegan con expectativas sobre un camino concreto y, cuando cambias de dirección, existe el riesgo de perder su confianza. Afortunadamente, en nuestro caso, logramos mantenerlos a bordo porque entendieron el potencial de la nueva estrategia.
¿Qué motivó ese cambio de estrategia?
Inicialmente, desarrollábamos el fármaco a través de un parche transdérmico. Sin embargo, descubrimos que esta ruta no permitía suministrar la cantidad suficiente de compuesto a los pacientes; la absorción a través de la piel era insuficiente para que el fármaco llegara a la sangre.
Por las características de los inhibidores de calcificación, era necesario administrarlos por vía inyectada, preferentemente intravenosa. Esto limitaba nuestras opciones a enfermedades que permitieran una administración en ese formato. Fue entonces cuando identificamos a los pacientes en diálisis como una población adecuada. Asisten a la unidad de diálisis tres veces por semana y permanecen sentados durante cuatro horas, tiempo en el que se puede administrar el tratamiento por vía intravenosa.
Curiosamente, en los inicios de nuestra investigación ni siquiera conocíamos la calcifilaxis. Fue a través de conversaciones con nefrólogos del Hospital Clinic de Barcelona y el Hospital Son Llàtzer, aquí en Mallorca, que aprendimos sobre esta enfermedad. Colaborando con ellos, comenzamos a desarrollar el enfoque que nos ha llevado hasta donde estamos hoy.
Dar el salto desde el mundo académico a liderar una empresa biotecnológica no es algo común. ¿Cómo afrontó ese proceso?
Ha sido un proceso paralelo al crecimiento del sector en España. A principios de los años 2000, había muy pocas empresas biotecnológicas en el país y prácticamente ningún referente al que acudir para buscar orientación. Yo tenía 25 años y no había emprendedores a los que pudiéramos preguntar cómo hacerlo.
Tampoco existían inversores especializados en ciencias de la vida. Por ejemplo, Caixa Capital Risc, nuestro primer inversor de capital riesgo, contrató un director de inversiones especialista en biotecnología, quien lideró la primera inversión en Sanifit. Ysios Capital, uno de los principales fondos en ciencias de la vida en España, no se fundó hasta 2008, e invirtió en nosotros en 2015.
Hoy, un emprendedor en biotecnología en España tiene acceso a al menos 7 u 8 fondos especializados, lo que da un cierto abanico de opciones iniciales. Pero cuando empezamos, atraer capital extranjero era muy difícil. Nos decían: “Si en España nadie confía en vosotros, ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?”. El problema no es que no confiaran, sino que no había nadie.
Pasar del laboratorio a liderar una empresa fue un aprendizaje constante. Sin referentes ni inversores especializados en España, cada paso fue un desafío, pero también una oportunidad de abrir camino
¿Cómo ha gestionado el equilibrio entre la investigación académica y el liderazgo en proyectos biotecnológicos?
Ha sido un proceso de aprendizaje, un auténtico learning by doing. Con los referentes adecuados y una inversión al estilo de Estados Unidos, lo que logramos en los seis años podríamos haberlo hecho en tres.
Sanifit, como otras iniciativas similares, nació desde el mundo académico. Pasar de ahí al ámbito empresarial implicó un aprendizaje constante para todos. Creo que un punto clave llegó en 2011 con el cambio del marco normativo, cuando se aprobó la Ley de Ciencia. Esta ley permitió compatibilizar trayectorias académicas con trayectorias empresariales, algo fundamental para las spin-offs académicas, como la nuestra, que surgen de universidades, centros de investigación o incluso hospitales.
En mi caso, soy profesor de la UIB, pero gracias a esta ley pude compatibilizar esa actividad con mi carrera en Sanifit. Este cambio normativo fue crucial. En aquel momento, Cristina Garmendia era ministra de Ciencia e Innovación en un gobierno socialista, aunque ella era independiente. Garmendia, fundadora de Ysios Capital y de empresas como Cellerix —que luego fue adquirida por Takeda en una operación millonaria— entendía perfectamente las necesidades del sector.
Desde su posición tomó decisiones estratégicas vitales, como crear un marco que facilitara a quienes quisieran intentarlo. Porque emprender ya es suficientemente difícil como para que además te enfrentes a trabas legales y administrativas. Este cambio marcó un antes y un después, abriendo el camino para iniciativas como la nuestra.
En el ámbito de la investigación y desarrollo, las crisis financieras pueden ser un obstáculo importante. ¿Cómo afrontaron los desafíos durante un periodo complicado como el de 2012?
Fue un periodo muy complicado. La crisis financiera global de 2008 tuvo un impacto prolongado en España, y en 2012 no había inversores capaces de apoyar rondas grandes. Estuvimos cerca de no poder continuar con nuestras investigaciones.
Para sobrevivir, licenciamos una de nuestras tecnologías a GSK para desarrollar un producto relacionado con el sarro dental en el ámbito bucodental y cosmético. Esta operación nos dio el oxígeno necesario para seguir adelante.
En 2014, logramos levantar una ronda de algo más de 3 millones de euros. Además de inversores como Caixa Capital Risc, se sumaron Health Equity (ahora In Vivo), un Family Office de Barcelona y varios business angels.
¿Qué impacto tienen las rondas de financiación en el avance de proyectos de investigación biotecnológica?
Las rondas de financiación son momentos clave en el desarrollo de proyectos biotecnológicos, ya que permiten dar pasos decisivos en la validación científica y clínica de las tecnologías en investigación. Una ronda de financiación exitosa puede marcar un punto de inflexión, como sucedió cuando obtuvimos los recursos necesarios para llevar a cabo ensayos clínicos de fase I. Estos ensayos son fundamentales para demostrar la seguridad del tratamiento en humanos, validando los resultados obtenidos previamente en modelos animales.
Además de apoyar directamente las investigaciones, este tipo de avances generan visibilidad y credibilidad en el ámbito científico y entre los inversores, lo que facilita atraer financiación adicional. De hecho, el éxito en una primera etapa suele abrir la puerta a la participación de capital internacional, crucial para garantizar el progreso de proyectos que requieren un alto nivel de inversión y largos plazos de desarrollo.
En 2022, Vifor Pharma adquirió Sanifit, marcando un hito en el sector biotecnológico español. ¿Cómo se gestó este acuerdo?
No fue algo repentino. Nuestro primer contacto con Vifor fue en 2011, y la compra ocurrió en 2022. Este tipo de acuerdos son el resultado de relaciones cultivadas durante años.
En 2015, cuando levantamos más de 30 millones de euros para financiar dos estudios clínicos de fase II, una media docena de fondos internacionales invirtieron en nosotros. Como parte de su due diligence, estos fondos consultaron a grandes farmacéuticas y todas ellas ya nos conocían porque llevábamos tiempo informándolas sobre nuestros avances.
Tras la compra por Vifor, llegó la integración en el gigante australiano CSL. ¿Cómo está siendo este proceso?
El acuerdo con Vifor marcó un hito, pero lo que pocos sabían es que, poco después, CSL anunció la adquisición de Vifor. Finalmente, la fusión se completó en agosto de 2022.
Desde entonces, CSL ha integrado el portafolio de Vifor, incluidos los productos de Sanifit, en sus cinco áreas terapéuticas principales. Este tipo de integraciones son complejas, especialmente cuando hablamos de una operación que incluye productos en desarrollo, otros ya en el mercado y más de 2.500 empleados.

El ecosistema de innovación en Balears ha evolucionado en las últimas décadas. ¿Cómo evalúa su estado actual y cuáles son sus principales fortalezas y debilidades?
El ecosistema de innovación en Balears ha experimentado un crecimiento notable, pero aún se encuentra rezagado en comparación con otras regiones de España. Cuando se inició la asociación empresarial en 2008, el sector biotecnológico era prácticamente inexistente, con solo tres empresas asociadas. Hoy, el clúster incluye cerca de 40 empresas, un claro indicativo de la maduración del sector.
A pesar de este progreso, persisten carencias significativas, especialmente en el ámbito del apoyo público. Las ayudas disponibles suelen ser limitadas, discontinuas y poco adaptadas a las necesidades reales del sector. Esto dificulta la planificación a largo plazo y la consolidación de proyectos innovadores. En contraste, en otros países, la colaboración entre administraciones públicas y empresas permite compartir el riesgo y fomentar un entorno más propicio para la innovación.
Es importante destacar el papel que desempeñaron las ayudas iniciales en el desarrollo de proyectos emergentes. Por ejemplo, durante los primeros años, una parte importante del presupuesto de las iniciativas innovadoras en Balears provenía de ayudas regionales. Sin ese soporte, muchos proyectos no habrían podido despegar. Sin embargo, este tipo de apoyo desapareció durante casi una década, dejando un vacío que afectó negativamente al crecimiento del sector.
Cuando fundamos el clúster, apenas éramos tres empresas. Hoy, con casi cuarenta, hemos demostrado que desde Balears se puede innovar y competir a nivel global
En Balears se habla mucho de la necesidad de cambiar el modelo económico hacia uno más sostenible e innovador. ¿Cree que se están logrando avances significativos o todavía queda mucho por hacer?
La idea de un cambio de modelo económico en Balears lleva más de 20 años sobre la mesa, pero las métricas muestran un progreso limitado. En algunos casos, incluso se observan retrocesos. Aunque la mayoría de los gobiernos reconocen la importancia de la innovación y la investigación, estas prioridades no se han traducido en políticas sostenibles a largo plazo que impulsen una verdadera transformación.
Para lograr un cambio real, es imprescindible fomentar proyectos tractores que sirvan como ejemplo y motor del ecosistema. Los casos de éxito no solo generan inversión, sino que también motivan y crean un círculo virtuoso. Las personas involucradas en estos proyectos a menudo se convierten en emprendedores o inversores, alimentando el crecimiento del sector y atrayendo más atención internacional.
Actualmente, a nivel nacional, hay varios proyectos en fases críticas que podrían marcar la diferencia. Si logran consolidarse, fortalecerán el ecosistema biotecnológico en España y servirán como modelo para impulsar sectores clave en Balears.
Ha liderado el clúster biotecnológico de Balears desde sus inicios. ¿Cómo ha sido su experiencia y qué planes tienes para el futuro?
Fui presidente de la asociación empresarial desde 2008 y del clúster desde su formalización en 2010. Ahora, tras casi 15 años, dejaré la presidencia este 2025, en el marco del 15º aniversario del clúster.
Cuando comenzamos, el sector biotecnológico y biomédico en Balears no existía. Hoy, tenemos un clúster consolidado, con una gestión profesionalizada y una junta directiva comprometida. Mi deseo es que alguien tome el relevo y continúe esta labor, ayudando a que el sector siga creciendo y afianzándose.
En el clúster siempre hemos trabajado de forma colaborativa, con empresas que comparten necesidades y se ayudan mutuamente. Invertimos tiempo y esfuerzo desinteresadamente para impulsar el sector. Este enfoque ha sido clave para superar las dificultades y construir una base sólida para el futuro. Hemos demostrado que desde Balears se puede innovar y competir a nivel global.
He sido la cara visible, pero siempre he trabajado con un equipo excepcional. Este trabajo en equipo ha sido fundamental para mantener nuestros valores y objetivos.
Gracias a ello, hemos logrado que tanto la empresa como el sector biotecnológico en Balears progresen. Es un esfuerzo conjunto que ha permitido consolidar un ecosistema que antes no existía y que ahora está en pleno proceso de crecimiento.
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