Visto para sentencia. Pasadas las 19.00 horas, el Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJIB) ha dado por concluido este viernes el juicio que durante cerca de tres meses ha sentado en el banquillo al juez y al fiscal que durante varios años buscaron desentrañar las supuestas actividades corruptas del empresario mallorquín Bartolomé Cursach dirigidas a salvaguardar su autoridad en la noche. Bajo peticiones de condena de más de cien años de prisión -la Fiscalía Anticorrupción les acusa de desplegar supuestas prácticas ilegales para incriminar al considerado 'rey de la noche mallorquina' y a varias decenas de investigados más por hechos de los que, tras un turbulento peregrinaje judicial, acabaron absueltos-, los dos juristas y los cuatro policías que también han sido juzgados por su papel al frente del caso Cursach han clamado por su absolución, se han aferrado a su inocencia al defender con contundencia el trabajo que llevaron a cabo y han relatado el “miedo” con el que viven desde que instruyeron la causa.
“Si algún día aparezco muerto no será porque me haya suicidado, que se investigue”, ha proclamado el exjuez Manuel Penalva durante su turno a la última palabra. Durante una intervención que, como la del resto de procesados, ha sumido en el silencio a toda la sala, el exjuez ha manifestado que está “condenado a vivir con miedo”, relatando lo que, desde hace seis años, “por desgracia” está “soportando, callado y en silencio”: “Declaraciones altisonantes, calumnias, descalificaciones, una persecución mediática tremenda. Nos han dicho que somos el 'cártel de la toga', que soy manipulador de testigos, un corrupto, un delincuente”.
En concreto, la Fiscalía les acusa de incurrir en supuestos delitos de detención ilegal, obstrucción a la justicia por presionar e intentar ablandar a varios investigados, prevaricación judicial a la hora de acordar arrestos y revelación de secretos al filtrar información mientras el caso Cursach se encontraba bajo secreto sumarial. Anticorrupción enmarca tales prácticas en una de las líneas de investigación en las que se desgajó la macrocausa, la relativa al supuesto amaño del concurso para adjudicar el servicio de regulación del aparcamiento (ORA) en Palma y el presunto cobro de comisiones por parte del exconcejal y exdiputado del PP Álvaro Gijón y el exdirigente histórico popular José María Rodríguez.
Penalva ha aseverado que la situación derivada del hostigamiento que asegura sufrir no es la que “realmente” le “duele”, ni siquiera los 118 años de cárcel que la Fiscalía Anticorrupción reclama para él -“que no me son indiferentes, claro”, ha apostillado-: “Lo que más me duele es que haya personas que quiero que puedan pensar que les he fallado. Incluyo a mi núcleo familiar, a mi pareja, a mis amigos íntimos. A mi padre profesional y a su mujer. Lo siento de verdad, porque sufren”. Y ha reconocido que “jamás habría pensado” que se “alegraría” del fallecimiento de su padre. “Precisamente, una funcionaria me ha dicho hoy: 'Menos mal que tu padre no vive, con lo orgulloso que estaba de ti; si hubiera vivido esto, le habrían matado'”, ha enfatizado.
Penalva ha recordado asimismo las palabras pronunciadas durante el juicio por el número dos de Cursach, Bartolomé Sbert, cuando manifestó que esta ha sido “una causa de perdedores”, a lo que el exjuez ha añadido: “Todos los que estamos aquí hemos perdido mucho y nos ha cambiado, y probablemente cada uno de nosotros tengamos nuestra cuota de culpa”. En esta línea, ha asegurado que nada de lo actuado “ha venido provocado por una animadversión”: “No conocía a absolutamente nadie, ni a testigos ni investigados. Era un juez vocacional, y una de las cosas que más me gustaban era el buen ambiente que había entre todos. Por eso yo era Manolo. Siento de verdad que esas relaciones se hayan deteriorado”.
El Juzgado “no era una sala medieval de torturas”
El exinstructor ha defendido tajante su labor al frente del caso Cursach y ha negado cualquier tipo de presión a los testigos que declararon ante él, rebatiendo con contundencia las acusaciones de la Fiscalía: “No es verdad que el 12 [en alusión a su entonces Juzgado] se convirtiese en una sala medieval de torturas. Hubo muchas actuaciones de abogados inaceptables que tuve que tolerar para no elevar el nivel de tensión”. Del mismo modo, ha recriminado que se les acusara de “contubernio para acabar con la cúpula del PP”. “Estoy seguro de que se podía haber hecho mucho mejor. Aceptaré que el tribunal considere que he hecho algo injusto, y pido disculpas por ello, pero lo que es absolutamente falso, y está en su mano creerme o no creerme, es que haya amenazado y coaccionado absolutamente a nadie. Y lo que no puede ser es que se sostenga que todo lo que se hizo se hiciera mal, porque siempre hemos buscado la verdad”.
“Estoy condenado a vivir con miedo”, ha abundado Penalva, quien ha asegurado, además, sentirse “muy orgulloso, pase lo que pase”, de los policías con los que trabajó al frente del caso Cursach: “Son unos grandes y magníficos profesionales, con sus aciertos y sus desaciertos. ¿Y quién no comete errores? Quien crea que no los comete es un cretino. Por mi parte, yo no tenía ninguna intención de ser un juez estrella”, ha asegurado.
Subirán: “Nos han destrozado el alma”
Por su parte, el exfiscal Miguel Ángel Subirán ha iniciado su exposición reconociendo no saber qué decir más allá de lo manifestado por Penalva: “Creo que ya lo ha dicho mi compañero, amigo y últimamente como si fuéramos siameses”. A continuación, ha lamentado la ausencia, durante el turno a la última palabra, del fiscal anticorrupción Tomás Herranz, quien ha capitaneado durante estos años las pesquisas contra los antiguos investigadores del caso Cursach: “Quien pide 120 años de prisión, quien representa un interés publico, tenía la obligación de escucharnos hoy. ¿Dónde está ese señor? No tenía más que escucharnos”.
Y ha asegurado que se trata de 120 años de cárcel que “nos ha destrozado el alma, personal, humanamente. Ha sido un bombardeo total y absoluto. Si algún día alguien dice que me he tirado por la ventana, es mentira: será porque me han tirado por la ventana”, ha manifestado en línea de lo apuntado por su excompañero.
En este sentido, ha abundado: “Hay una cosa que no superamos. Estamos jubilados y tocados del ala por este padecimiento. Es estrés postraumático crónico agudo e irreversible, conciliar el sueño es insoportable. No he vuelto a dormir solo en mi casa. Nos han condicionado la vida totalmente. No conseguimos vivir”, ha manifestado, aseverando, incluso, que “por ahí hay dos desalmados, dos sicarios a los que tenemos un miedo terrible y absoluto”. “Me han jodido, me han destruido”, ha insistido.
Asimismo, ha recordado el “miedo” que sufrían algunos testigos que declaraban ante ellos: “Era imposible que un testigo dijera o pronunciara la palabra Cursach. Era imposible”. “Después de todo lo que me ha pasado, ¿qué fiscal podría ser yo? Tendría miedo hasta de pedir una medida cautelar. Pero cuando esto se acabe, se terminó ir con la cabeza agachada”, ha añadido, aseverando que desde que las investigaciones iniciales del caso Cursach fuesen impulsadas en 2013, se han sucedido los jueces instructores mientras que él “estaba ahí, ahí, ahí”. “Puede haber habido algún error, sí. ¿Denunciable? No. Ni se han quejado. ¿Cómo no les da vergüenza decir que hemos cometido torturas estando el Juzgado al lado del decanato, y en la pared de atrás el secretario judicial, y que nos andábamos a gritos? Nadie formuló ni una triste protesta”. “La imaginación no tiene límites cuando se trata de hacer daño”, ha sentenciado.
El inspector José Luis García: “Jamás me han abierto un expediente”
Tras los dos juristas ha tomado la palabra el que fuese inspector del grupo de Blanqueo de la Policía Nacional, José Luis García, quien ha defendido su forma “escrupulosa” de trabajar y el hecho de que “jamás”, en 34 años de servicio, se le haya abierto un solo expediente. “Durante toda la investigación, se nos ha intentado denigrar y menospreciar. Al menos, en mi caso, mis superiores lo hubieran tenido muy fácil si dudaban de mi capacidad”, ha recalcado. “Al final, esto se ha convertido en un proceso judicial contra nosotros. Hemos tenido incluso que bajar la basura con una pistola en una mano”, ha asegurado para relatar el temor que han sufrido en el marco de estas investigaciones.
También ha hablado la subinspectora Blanca Ruiz para agradecer la “infinita paciencia” del tribunal durante estos meses de juicio, al tiempo que ha pedido disculpas por si ha hecho “algo no conveniente” y, finalmente, ha reiterado su inocencia: “Creo que ha quedado demostrada”. Mientras tanto, otro de los procesados, el también subinspector Miguel Ángel Blanco, ha afeado también la ausencia “del señor que nos pide que no volvamos a ver la luz del sol”, en alusión al fiscal Herranz, y ha calificado la situación derivada del caso Cursach como “el peor trago” de su vida. “Siempre he respetado la legalidad. Entre otras cosas, porque de lo contrario no podría dormir”, ha afirmado.
El subinspector Miguel Ángel Blanco: “Al fiscal Herranz le lavaron el cerebro”
Respecto al concurso de la ORA, Blanco se ha reafirmado en que fue “amañado”: “Uno pagó y otro cobró. Pero ya no se podrá saber nunca. Se actuó con absoluto rigor”. “¿Por qué estoy aquí sentado? Por escribir en un chat de WhasApp”, ha espetado refiriéndose al grupo de WhatsApp que mantenían abierto los acusados cuando investigaban el caso Cursach y, para la Fiscalía, piedra angular de sus investigaciones contra ellos al considerar que las conversaciones revelarían la supuesta coordinación de los inculpados a la hora de cometer supuestas prácticas ilícitas. “Sin embargo, quiero romper una lanza a favor de Herranz, porque le respeto. El mejor fiscal que conozco es Horrach [en alusión a su ahora abogado], y Herranz estoy seguro de que también lo es. Pero le susurraron a los oídos y le lavaron el cerebro. Lo trastornaron”.
Para concluir, poniendo la Biblia sobre la mesa, ha acudido al pasaje sobre la muerte y resurrección de Jesucristo: “Jesucristo resucitó e hizo apariciones, una de ellas ante los apóstoles, que estaban cenando, pero faltaba uno de ellos. Al día siguiente, los apóstoles se encontraron con el que faltaba y le explicaron lo que habían visto, respondiéndoles: 'Cuando vea, creeré'. A los pocos días, los 12 cenaban de nuevo, incluido el que faltó en la anterior cena, y se les apareció Jesucristo. Fue el primero que se levantó y, tras tocarle la mano, Jesucristo le dijo: 'Has creído porque has visto; bienaventurados los que creen sin ver”. Acto seguido, el subinspector ha añadido: “Pensaba que había una persona aquí que iba a ver y a creer. Se llamaba Tomás, con todos mis respetos a Tomás Herranz”. Finalmente, el cuarto de los policías acusados, Iván Bandera, ha expresado sus agradecimientos a la Sala desde el banquillo.
La abogada del Estado se opone a que las acusaciones sean indemnizadas
Antes de que los acusados tomaran la palabra, la abogada del Estado Dolores Ripoll se ha opuesto al pago de las indemnizaciones -de hasta un total de 5,6 millones de euros- que reclaman los antiguos investigados del caso Cursach por el tiempo en prisión preventiva que permanecieron en su día así como por el perjuicio personal, familiar, profesional y reputacional que aseguran haber sufrido. La letrada considera que las cantidades no han quedado suficientemente justificadas durante el juicio.
Mientras tanto, durante la fase de informes finales, las defensas de los acusados han puesto de manifiesto los motivos por los que reclaman la absolución de sus patrocinados. El abogado y exfiscal Pedro Horrach, en representación del subinspector Blanco, ha justificado las detenciones y los registros practicados a la familia del expolítico Álvaro Gijón en la instrucción del caso ORA por sospechas de blanqueo. “Había indicios, erróneos, pero indicios”, ha admitido.
“Confianza ciega y absurda en el testigo 19”
“¿Que no era estrictamente necesaria la detención de los padres del señor Gijón? No. Como tampoco lo fue la de mi representado”, ha señalado, antes de reconocer que la incriminación de los familiares de Gijón derivó de una confianza “ciega y absurda” en la declaración del testigo protegido 19, quien apuntaba a la existencia de un soborno de 1,2 millones de euros y de un piso como pago por el amaño del concurso.
En esta línea, Horrach ha rechazado los delitos que se le imputan a Blanco y, en relación a las presuntas presiones a detenidos y al delito de obstrucción a la justicia de los que se le acusa, el letrado ha recordado algunos episodios expuestos en la vista oral como los relativos a Miguel Ángel Femenía y a Antoni Roig -dos de los arrestados en el caso ORA-. El primero reconoció que no fue intimidado, ha explicado Horrach, mientras que al segundo, Blanco le sacaba del calabozo, le invitaba a café y a fumar. “Esa fue la gran tortura”, ha ironizado.
El representante legal del subinspector ha reconocido que se pudo extralimitar en hablar a solas con el detenido, extremo que sería una actitud reprochable desde el punto de vista administrativo, pero nunca penal.
Por su parte, el abogado de la inspectora Ruiz, Juan Ignacio Fuster-Fabra, ha pedido al tribunal que su sentencia, que ha reclamado absolutoria, se base en “prueba, prueba y prueba” y en los principios del derecho “alejados del odio expuesto en la vista oral, porque están en juego 100 años de prisión”. Ha apuntado, por otra parte, a la “escasa” participación de su defendida en la investigación de la ORA.
Percepciones “subjetivas e inexactas” en las investigaciones
Fuster-Fabra ha indicado que asumió el caso porque vio en Ruiz y en el resto de agentes “lealtad a sus mandos, subordinación a la ley y disciplina por el trabajo bien hecho”. Por el contrario, ha valorado las pesquisas de los policías que investigaron las supuestas prácticas ilícitas de los seis acusados plagada de “percepciones subjetivas e inexactas”.
El letrado ha insistido en las irregularidades, igualmente, en la incautación del teléfono de la inspectora Ruiz, la entrega de las claves y el trasladado del dispositivo a Palma. “No fue precintado de ninguna manera y se rompió la cadena de custodia. Solo querían el móvil, no les importaba la declaración”, ha recalcado.
“No hubo libertad en la detención. No hubo entrega de elementos como el teléfono móvil con garantías legales. Hemos llamado a testigos objetivos que presenciaron los hechos y han manifestado que esto fue irregular, que estuvo mal hecho y que así no se hace”, ha subrayado.
Blanca Ruiz, “vilipendiada, agredida y sojuzgada”
Fuster-Fabra ha advertido de que durante el juicio se ha invertido el principio y han tenido que ser las defensas las que prueben la inocencia de sus clientes. Sobre las filtraciones, ha insistido en que Ruiz no tenía el teléfono de ningún periodista y que los mismos periodistas que declararon ya negaron que ninguno de los acusados fuera el autor de las filtraciones.
El abogado ha acusado asimismo a Herranz de llamar a Blanca Ruiz a declarar en el juicio del caso Cursach para tenderle una trampa. “Querían que cayera en una revelación de secreto. Ha sido vilipendiada, agredida y sojuzgada. Ha pasado a ser una apestada”, ha indicado. El fiscal ha intervenido al final del informe para aclarar que Ruiz fui citada por Miguel Ángel Subirán.
“Esto seguramente se analizará en las facultades de Derecho, como lo que no debió suceder y lo que no se tenía que haber permitido. Hay tantas irregularidades flagrantes en las investigaciones [de los policías que los investigaron] que suponen una traición máxima al uniforme que visten. Por ello tengo que darles las gracias a todos ustedes [a los acusados], por su señorío, por saber estar y por aguantar estoicamente los envites injustos de este procedimiento. Espero, deseo y quiero que pronto vuelvan a vestir y lucir con orgullo el uniforme azul. Palma merece funcionarios como ustedes”, ha concluido.
La absolución, “un triunfo de la justicia, la verdad y el estado de derecho”
Finalmente, la defensa de Bandera, ejercida por el abogado José Acha, ha clamado por la absolución del agente al alegar su intervención en las investigaciones del caso ORA fue “nula” como también lo fue respecto a las decisiones de practicar las detenciones. “Por supuesto, conocía la investigación y lo que se indagaba, pero no participó en el análisis de los expedientes porque carece de los conocimientos necesarios sobre contratación publica, ni tiene por qué tenerlos. Su participación fue accesoria”, ha remarcado.
“Nos piden casi una vida. Y no se justifica”, ha recriminado el abogado sobre las condenas de prisión que las acusaciones solicitan para el policía. Asimismo, ha manifestado que la detención de Bandera se llevó a cabo “con el único y exclusivo fin de obtener su móvil sin asistencia letrada. Es dantesco”.
Sobre las quejas de algunas acusaciones acerca de las condiciones en las que se encontraban los calabozos cuando sus clientes fueron detenidos, Acha ha espetado: “¿Sólo importa eso cuando el detenido es funcionario? No sean hipócritas”, al tiempo que ha recordado las manifestaciones de algunos testigos sobre el buen trato dispensado por Bandera: “Lo recuerdan como el policía alto y amable. Este es el carácter de este señor”.
Finalmente, ha lamentado los intentos de los antiguos investigados del caso Cursach -ahora acusaciones- por “intoxicar” el juicio, que han querido “convertir en un medio para limpiar su nombre”. El abogado ha apelado, para concluir, a la absolución del agente, sentenciando: “En estas islas se ha escuchado que la absolución es un fracaso. Todo lo contrario: la absolución es un triunfo de la justicia, la verdad y el estado de derecho”.