La pseudociencia de las “constelaciones familiares” gana adeptos entre juristas
En las últimas dos décadas, tanto en España como en el resto del mundo, proliferan todo tipo de ‘terapias’ que, bajo el manto de lo alternativo, pretenden sustituir (en algunos casos, dicen, complementar) aquellas que sí cuentan con el respaldo de la comunidad científica. Entre estas prácticas se encuentran las constelaciones familiares, que nunca han sido contrastadas como método validado bajo parámetros empíricos. Los resultados positivos a los que se amparan sus promotores se pueden atribuir a procesos de sugestión y/o empatía, pero nunca a la evidencia científica.
Esta pseudociencia está traspasando el ámbito de la psicología (que no la reconoce como una terapia válida) para adentrarse en otros ámbitos: la aplicación de las constelaciones familiares a lo jurídico se conoce con el nombre de “Derecho Sistémico”. Al parecer, está muy implantado en Brasil, debido a su introducción por el juez Sami Storch. En España, una de las gurús es la abogada Naihara Cardona, que cuenta con un cargo público en el Consell d'Eivissa.
Pero, en primer lugar, ¿qué son las constelaciones familiares? Es una pseudoterapia desarrollada por el teólogo y espiritualista Bert Hellinger (Alemania, 1925–2019), cuya hipótesis viene a decir que los problemas físicos, emocionales y psicológicos de las personas se fundamentarían en la transmisión generacional. “Los conflictos, las preocupaciones familiares, las culpas no asumidas y los comportamientos problemáticos viajarían y afectarían a sus descendientes futuros”, explica José Miguel Cuevas, doctor en Psicología por la Universidad de Málaga, en una publicación titulada Constelando Inhumanidad. Cuando la psicoterapia provoca destrucción. Cuevas enmarca las constelaciones familiares dentro de la denominada “Terapia Gestalt”, aunque también se relaciona, afirma, con frecuencia a la “Psicología Transpersonal”.
La práctica también se basa en otras teorías no fundamentadas en criterios científicos, como el inconsciente colectivo (Carl Jung), la resonancia mórfica o campos morfogenéticos (Rupert Sheldrake) o el triángulo dramático de Karpman (Stephen Karpman) extraído del Análisis Transaccional. La “transmisión generacional” del conflicto –u otras cuestiones no resueltas– se produciría, según los seguidores de las constelaciones familiares, sobre todo, de forma inconsciente.
Conflicto vinculado a tus antepasados
Las constelaciones familiares cuentan con cierto arraigo –que no validez– en el ámbito de la psicología. “El sufrimiento actual de la persona sería un síntoma consecuente de su intento de equilibrar, de forma inconsciente, todas las desgracias vividas por sus antepasados”, detalla el psicólogo José Miguel Cuevas, citando a otros autores.
Detrás de esta pseudoterapia hay un marco espiritual, que se basa en lo que Bert Hellinger llama “los órdenes del amor”: ley del derecho a la pertenencia; ley de la jerarquía y ley del equilibrio. La primera “ley” indica que, en palabras de Hellinger, si un miembro de la familia queda excluido, la conciencia colectiva lo reemplaza con un miembro posterior del grupo, que se comportará como el excluido “sin que ni él ni los demás se den cuenta de que esto ocurre”. La segunda, de jerarquía, que el lugar que cada uno ocupa en la familia viene determinado por el orden de llegada; y la tercera, que los intercambios entre dar y recibir –en las relaciones– deben estar en equilibrio.
La “terapia” consistiría en que el “paciente” constelaría para “equilibrar” o “restablecer” el orden familiar, para así poder recuperar su bienestar. “Esto genera una gravísima falacia atributiva”, argumenta Cuevas, en referencia a que todos los problemas actuales quedarían vinculados “a las historias traumáticas de sus antepasados”. “Se parte de la creencia de que, aunque el cliente podría desconocer este ‘trauma’ del pasado, éste sería el verdadero detonante de todos sus problemas”, asevera.
De este modo se puede llegar a conclusiones bastante polémicas. Las ideas de Bert Hellinger, además, se pueden circunscribir en el espectro de las ideologías ultraconservadoras. “Violación o incesto crea una relación; el perpetrador debe recibir un ‘debido respeto’ antes de que la víctima pueda establecer relación con otro alguien”, es una de las “perlas” que se le atribuyen. Así, según los fundadores de esta teoría, una víctima de cáncer de mama “puede querer morir secretamente por un conflicto inconsciente con su madre” o la homosexualidad de un niño se puede explicar porque asume, de manera inconsciente, “los sentimientos de una tía o una tía–abuela fallecidas cuando no hay descendencia femenina en la línea descendente familiar (sic)”.
Según los fundadores de esta teoría, una víctima de cáncer de mama 'puede querer morir por un conflicto con su madre' o un niño es homosexual porque asume 'los sentimientos de una tía o una tía-abuela fallecidas cuando no hay descendencia femenina'
Constelaciones familiares aplicadas al derecho
Las constelaciones familiares se aplican, como profundizaremos más adelante, en el ámbito de la psicología, pero no se quedan ahí. Esta pseudoterapia ha traspasado dichos límites. Sami Storch, juez brasileño, es considerado el pionero del ‘Derecho Sistémico’, que básicamente consiste en aplicar las constelaciones familiares al ámbito jurídico.
Una seguidora del trabajo de Storch es Naihara Cardona, autora del libro Derecho sistémico: lo que no te enseñaron en la facultad, donde desgrana, entre otras cuestiones, las ideas de Bert Hellinger y Sami Storch. Cardona es licenciada en Derecho, experta universitaria en Mediación Civil, Mercantil y Familiar, y en posesión de un MBA, según figura en la web del Consell Insular d’Eivissa, institución en la que ostenta el cargo público de Directora Insular de Gestión del Territorio, Infraestructuras Viarias, Ordenación Turística y Lucha contra el intrusismo. Cardona asegura que no repetirá -en el cargo- cuando se configure el nuevo Consell Insular d’Eivissa.
Es abogada mediadora experta en Urbanismo, Vivienda y Familia y antigua miembro destacada de la principal plataforma de afectados por el elevado precio de los alquileres en la isla. Posee un máster en Psicología Sistémica en la Universidad doctor Emilio Cárdenas de México, aunque en su currículum no consta que sea psicóloga titulada. También es fundadora de la Asociación de abogacía sistémica y actualmente está cursando un posgrado en Derecho Sistémico y medios adecuados de solución de conflictos (MASC), indica.
Sami Storch, el juez brasileño que empezó a aplicar las constelaciones familiares en el ámbito jurídico, explica en el prefacio del libro de Cardona que el Derecho Sistémico es “una verdadera evolución en el pensamiento jurídico y en las prácticas de resolución de conflictos que viene encantando a los profesionales del derecho”, así como a los psicólogos, mediadores y a todos aquellos interesados en “soluciones pacíficas, profundas y verdaderas”.
El libro, que es complicado de resumir porque tiene 245 páginas, no es que apunte a que lo que Storch y la autora llaman 'Derecho Sistémico' tenga que sustituir a las formas de derecho convencionales que conocemos todos, pero sí que lo valida como un método complementario. En cualquier caso, es una práctica [las constelaciones familiares] que en el ámbito de la psicología se considera una pseudociencia que puede ocasionar graves daños en la salud mental de quienes la practican, afirman los expertos consultados por este diario.
“Es un libro para todos los públicos, de lectura amena, donde se cuenta de forma sencilla la base de lo que es la filosofía sistémica -según el enfoque de Bert Hellinger-, explicando parte de mi historia personal así como algunos casos reales, para acercar al lector a una mirada diferente para la resolución de conflictos”, asegura a elDiario.es Naihara Cardona, quien destaca que en la obra se aborda la importancia del trabajo personal del abogado y el autoconocimiento. “Cualquier profesional de la ayuda (y un abogado también lo es) debe tener recursos para cuidar su salud mental y emocional, y así poder ofrecer lo mejor al cliente”, afirma Cardona, algo que “no te enseñan en la facultad de Derecho”.
Este enfoque, según Cardona, ayudaría a reducir el estrés que sufren los abogados. “Un estudio de 2019 -realizado en España- muestra que el 80% de los abogados sufren estrés y tensión provocada por las condiciones agobiantes derivadas de la abogacía”, asegura, algo que se podría aliviar, en su opinión, “autoconociéndose y aplicando tanto los órdenes del amor como de la ayuda”. “Comprendiendo cómo funcionan las diferentes conciencias, según Bert Hellinger, la profesión se vuelve mucho más liviana, cosa que buscan muchos profesionales que están al límite y sin soluciones efectivas”, remarca.
Por este motivo, Cardona explica en su libro que el “Derecho Sistémico” es un método eficaz, y para ello hace referencia a una estadística que estaría en posesión de Storch. Según ella, a través de su aplicación, consiguió grandes resultados de resolución en parejas en conflicto, a quienes les contaba las ideas de Bert Hellinger. Según esta estadística, cuando las parejas en conflicto acudían a una charla del juez antes del juicio, donde se introducían estas ideas, se consiguieron después el 100% de los acuerdos; en los casos en los que solo acudió uno, el 93% y en los que no participó ninguno, el 80%.
“Puede generar daño psicológico”
“Que en una resolución de conflicto se aplique una pseudoterapia, que no tiene evidencia científica, no habla a favor de la profesionalidad de un abogado”, explica sobre esta cuestión a elDiario.es Carlos Bardavío, autor de la tesis doctoral Las Sectas en Derecho penal: Estudio dogmático de los delitos sectarios. “Se debe informar a la sociedad de que se introduce una pseudoterapia que no tiene evidencia científica”, afirma. A esta cuestión, Cardona responde que “la utilización de las constelaciones familiares, o sus principios básicos, no es excluyente de aplicar la Ley”. “Un abogado debe conocer la Ley y aplicarla siempre”, insiste y añade que dado que “los conflictos legales llevan aparejados asuntos propios del comportamiento humano”, a través de las constelaciones, se puede “ampliar la mirada para ofrecer una solución más eficaz”. “La justicia restaurativa (...) va muy de la mano de las constelaciones familiares en el sentido de reparación del daño buscando un equilibrio, siendo evidentes sus resultados”, defiende.
Carlos Bardavío asegura que si un abogado, en el ejercicio de una resolución de conflictos (que puede ser una mediación, arbitraje, etc.), aplica una terapia (sin evidencia científica) que bordea o limita con actos propios de la psicología, sin constituir tal, se puede estar extralimitando en sus funciones. Bardavío profundiza asegurando que las pseudoterapias, vinculadas al mundo psicológico, están en una situación “alegal”. “Uno puede, hablando con su cliente, aplicar una terapia de constelaciones familiares, pero tiene que informar de que esta no tiene evidencia científica”, matiza Bardavío. En este punto, Cardona insiste en que las constelaciones familiares “no son una terapia”. “Quien hable de ellas como tal, está claro que no sabe de lo que habla”, afirma. “La verdadera función de un abogado debería ser unir a las partes en desacuerdo, y ese es el objetivo de las constelaciones familiares”, asegura. Para argumentar su postura, Cardona indica que aunque la técnica jurídica sea impecable y el cliente obtenga una sentencia favorable, en ocasiones, no se alivia el malestar de la persona en conflicto. Esto provoca, según la abogada, que muchos asuntos se alarguen durante años en los juzgados.
El “Derecho Sistémico”, o la abogacía sistémica, argumenta el penalista, nadie sabe lo que es porque es un campo no regulado. “Abogacía sistémica se puede referir, no a las constelaciones familiares, sino a la teoría social de sistemas de Niklas Luhmann o a la teoría general de sistemas de Ludwig von Bertalanffy”, afirma el penalista, en referencia a líneas doctrinales o teorías que se extrapolan de la sociología –u otros ámbitos de las ciencias sociales– y que se pueden aplicar a diferentes ramas del derecho. “Aplicar una ‘terapia’ que no está reconocida por la psicología a la resolución de conflictos, sin informar y bordeando la psicología como acto propio, sin evidencia científica, puede ser una estafa para personas que podrían sufrir un daño psicológico”, asevera.
Cardona defiende que al cliente “se le debe no solo informar, sino permitir que decida lo que él quiere siempre”. “Las constelaciones familiares no son para todo el mundo ni siempre procede llevarlas a cabo”, matiza. “Otra cosa es que un profesional que aplique esta filosofía tenga lo que llamamos postura sistémica y por lo tanto pueda tener una amplitud en su mirada que le facilite el trabajo”, asevera.
En cuanto a que no sea una práctica avalada por la ciencia, Cardona se pregunta si hay alguna metodología que defienda la ciencia y produzca, en su opinión, tan buenos resultados, “porque si no es ciencia pero funciona, a mí personalmente me sirve”, manifiesta. “La mayoría de personas que conozco tienen estudios superiores y cargos importantes: médicos, jueces, psicólogos, directivos”, defiende.
Aplicar una ‘terapia’ que no está reconocida por la psicología a la resolución de conflictos, sin informar y bordeando la psicología como acto propio, sin evidencia científica, puede ser una estafa para personas que podrían sufrir un daño psicológico
La “terapia”
¿Y en qué consiste la “terapia” exactamente en el mundo psicológico? Detrás de toda constelación familiar existe un “facilitador” o “constelador” que va haciendo preguntas al “paciente” sobre su familia, con el objetivo de explorar múltiples opciones traumáticas acontecidas (enfermedades, fallecimientos prematuros, violaciones, abusos o maltratos en la familia, exclusiones de miembros de la familia, etc.). “Esto podría añadir una posible dirección e inducción dentro de un contexto muy sugestivo, en el que las emociones habitualmente fluyen con gran intensidad”, asegura Cuevas.
Así, explica el psicólogo, el “facilitador” intervendrá exponiendo al participante unas supuestas “frases sanadoras”, lo cual se realiza mediante varios formatos. Uno de ellos es la constelación familiar simbólica representada a través de figuras –muñecos de playmobil o figuras de ajedrez–, que representarían a los diferentes miembros de la familia involucrados en la constelación, y cuyo espacio y movimientos va controlando el facilitador. Otro formato es el grupal, a través de personas que no se conocen entre ellas, a modo de “teatro terapéutico”, detalla Cuevas. Los participantes “representan” el papel del familiar o ancestro que corresponda, según la información facilitada por la persona que quiere realizarla (los “representantes” no conocen a las personas que supuestamente “interpretan”, siendo dirigidas, normalmente, por el “facilitador”).
En la "terapia", una persona expone al paciente a supuestas "frases sanadoras". Una constelación familiar simbólica puede ser representada a través de muñecos de playmobil o figuras de ajedrez, que representarían a los miembros de la familia
Los participantes de las constelaciones familiares afirman que las sesiones suelen ser “muy sugestivas e intensas”. “Las personas salen muy ‘removidas’ y con la percepción subjetiva de haber hecho un importante ‘descubrimiento’ con respecto a su problema”, describe Cuevas. En este sentido, otros profesionales de la psicología afirman que muchas personas creen que las constelaciones familiares son algo que les puede ayudar porque no identifican que estén atravesando “un momento de baja salud mental o de riesgo para su salud mental”, sino que pasan por un “momento ‘trascendental’ para sus vidas”, dándole un sentido al dolor.
“Estos procesos, falsamente psicoterapéuticos, parece que se adaptan mejor que ir a un profesional de la salud mental”, afirma a elDiario.es Antoni Riera, vocal de Psicología Clínica y de la Salud del Colegio Oficial de Psicología de las Illes Balears (COPIB). El experto explica que hay personas que guardan una experiencia muy positiva después de haber realizado una constelación familiar. “Son momentos y vivencias en grupo, por lo general, que activan mucho, que pueden generar vivencias positivas en un momento dado y parece que van a conllevar cambios en la vida de la persona”, destaca Riera y añade que en estos procesos, aunque se puedan ‘desmontar’ muchas cosas a nivel emocional, también hay personas que quedan “muy tocadas” en cuanto a su salud mental. “No es un método válido”, sostienen, en definitiva, fuentes del COPIB, que detallan que se trata de un “cajón de sastre” de procesos sin fundamento junto con “procesos emocionales muy potentes”.
“Las constelaciones familiares no son psicología, aunque también se ocupen del comportamiento humano y puedan resultar terapéuticas”, afirma, sobre este punto, Cardona. “Son una práctica que tiene su propia estructura, que puede aplicarse a diferentes áreas profesionales y que siempre han atraído a un gran número de psicólogos que ven en ellas un recurso muy eficaz y complementario al ejercicio de su profesión”, matiza, algo que, según su punto de vista, ocurre también con abogados, médicos, maestros y otros profesionales.
Asimismo, Cardona advierte de que “el ámbito de las constelaciones no está exento de irresponsables e incompetentes, igual que todas las demás, reguladas o no”. “¿Ningún médico/psicólogo/abogado titulado ha arruinado la vida a su cliente por mala praxis?”, se pregunta. En definitiva, la abogada cree que el problema no es tanto la práctica de las constelaciones familiares en sí, sino “la profesionalidad y responsabilidad del profesional que lo lleva a cabo”. “Un cursillo de tres meses no habilita para aplicar esta filosofía de forma responsable”, matiza. “Este tipo de ‘profesionales’ están al servicio del dinero, y no de sus clientes”, critica y añade que esta práctica implica “un trabajo personal y entrenamiento que dura toda una vida”. “Para poder aplicar las constelaciones familiares con el respeto que el cliente merece, son años de formación, pasando primero por un gran trabajo personal para sanar los propios asuntos, además de un entrenamiento constante”, afirma y añade que la formación solo puede estar ‘acreditada’ por la fuente ‘original’, que es Bert Hellinger, y que implica, mínimo, “tres años de trabajo personal”.
Una práctica sin evidencia científica
La cuestión de las constelaciones familiares también ha sido analizada, desde una óptica científica, por Rocío Vidal –periodista especializada en divulgación científica–, en su canal de Youtube La Gata de Schrödinger, donde en un vídeo de más de 20 minutos alertaba del peligro de esta pseudociencia. En el colmo del absurdo, Vidal cita una frase textual de una consteladora, que afirma lo siguiente: “Los embriones que te implantaron y no 'agarraron' son hijos. Los que tienes congelados, también”. “Son hijos abandonados que te persiguen toda la vida”, ironiza Vidal.
La periodista especializada en ciencia resume que las constelaciones familiares son pseudociencia y no funcionan porque son terapias no demostradas científicamente –ni sus premisas ni su teoría en sí, porque no se puede probar su eficacia–; sus principios son infalsables –es decir, cuestiones que no se pueden comprobar–; utilizan un determinismo muy peligroso –tu destino está marcado por tus antepasados–; su método es inductivo –el “facilitador” tiene una idea de lo que pasa y diga lo que diga el participante, el primero no va a cambiar de opinión– y, por último, pone el foco de la responsabilidad en uno mismo, lo que para Vidal es, “una vertiente de ese liberalismo más agresivo”. “Si fallas, si has sufrido algo (...) es tu responsabilidad”, analiza. “Achaca la culpa a la víctima y exime al agresor”, concluye la divulgadora.
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