Vivir entre dos lenguas: un estudio matemático desvela cómo las creencias sobre un idioma determinan su futuro

Nicolás Ribas

Eivissa —
23 de noviembre de 2023 22:27 h

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Las actitudes e ideas individuales que tenemos sobre una lengua desempeñan un papel crucial a la hora de entender el uso de los idiomas dentro de una comunidad cultural, ya que engloban creencias, suposiciones y sentimientos compartidos hacia formas lingüísticas específicas. Las actitudes lingüísticas de los hablantes pueden hacer que, en situaciones de contacto de lenguas (catalán y castellano en el caso de Balears) con distinto grado de prestigio, la variedad menos prestigiosa se mantenga. Es una de las principales conclusiones de un estudio elaborado por investigadores del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (centro mixto de la Universitat de les Illes Balears -UIB- y el CSIC) basado en un modelo matemático, publicado en la revista Chaos y difundido por el Science Media Centre.

“Los investigadores suponen que las ideologías (actitudes y creencias hacia una lengua) moldean las preferencias lingüísticas y que cada individuo está dotado de una preferencia fija definida sobre un conjunto de dos variedades (estándar y vernácula) de una lengua”, explica José Ramón Uriarte, catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad del País Vasco. Según este estudio, las preferencias son estrictas: se prefiere una variedad o la otra, aunque esta preferencia no coincide siempre con la que se habla. Es decir, una persona puede preferir determinada lengua para hablar, y empieza hablando esa lengua, pero cambia a otra variedad influido por el entorno o grupo de hablantes que tienen preferencias diferentes.

Los expertos también apuntan a que cualquier estudio que pretenda tener validez empírica debe tener en cuenta la ideología de los hablantes, es decir, su posición política y su lealtad hacia una lengua y cultura afín. Así lo destacan en relación a las lenguas propias de Gales, Euskadi y Catalunya, que citan como ejemplos (galés, euskera y catalán, respectivamente). Los resultados del estudio indican que “cuando más se mezclan grupos de personas con diferentes preferencias lingüísticas, más difícil resulta para las distintas lenguas coexistir dentro de la misma sociedad”.

No obstante, en conversaciones con este diario, Uriarte matiza que “en la medida que en una sociedad multilingüe el soporte social de la lengua minoritaria se compone de individuos leales a esa lengua y a su cultura (...) mejor resistirá la competencia de otras lenguas, ya sean dominantes o no”. Es decir, si esos hablantes la usan en todos los dominios posibles y la protegen y promueven mediante “un sistema educativo multilingüe eficaz e innovador”, la lengua minoritaria tendrá más capacidad para pervivir.

Es decir, que en las sociedades multilingües, donde coexisten distintas variedades lingüísticas, las ideologías arrojan luz “sobre las percepciones sociales de las distintas variedades lingüísticas expresadas como actitudes lingüísticas”. El estudio, por tanto, introduce un enfoque que incorpora las ideologías lingüísticas a un modelo de variedades de contacto “considerando las preferencias de los hablantes como un parámetro”. Los resultados hacen hincapié en la importancia de la preferencia en el cambio de lengua, que puede incluso superar la influencia del prestigio lingüístico asociado, por ejemplo, a una variedad estándar. Asimismo, la investigación ahonda en el impacto del grado de interacción “entre individuos con preferencias opuestas en el proceso de cambio lingüístico”.

La esfera pública da prestigio a las lenguas

Magdalena Romera, profesora titular de Lengua Española en la Universidad Pública de Navarra, respecto al contexto sociolingüístico balear y en referencia a la normalización del catalán en la educación y las administraciones públicas, afirma que “es lo que da prestigio a las lenguas”. “Lo que da prestigio a las lenguas no es solamente la vitalidad lingüística (cuánto se habla), sino que se use en contextos sociales de prestigio”,“, detalla la doctora Romera, en conversaciones con este diario. ”Las instituciones, para prestigiar una variedad, se centran en tres campos: la educación, las instituciones y los medios de comunicación“, apunta la profesora titular de Lengua Española, que impartió clases en la UIB y conoce el contexto sociolingüístico balear.

Es decir, según Romera, si en las instituciones, en la educación y en los medios de comunicación se potencia el catalán como lengua vehicular, se aumenta su prestigio. “Los medios de comunicación son un medio de transmisión muy poderoso y si son públicos, como IB3 -la radiotelevisión pública balear-, el prestigio es aún mayor”, destaca. Este dato, indica la experta, no aparece en el modelo matemático, pero está sustentado por la teoría social. El modelo, detalla la profesora universitaria, solo recoge “la preferencia, lo que denominan ideología lingüística: si se prefiere hablar una u otra”. Romera matiza, sin embargo, que las actitudes lingüísticas son más complejas. “Se puede preferir una u otra dependiendo del contexto”, argumenta. Además, si una persona tiene una red social amplia es posible que, en el caso balear, además de catalán y castellano también hable inglés, alemán y otras lenguas.

“Eso hace que el grado de contacto con el catalán en la vida diaria sea más bajo”, destaca la profesora, algo que suele suceder más en las ciudades. En el caso balear, en las áreas más pequeñas y rurales, donde los habitantes se comunican habitualmente con las mismas personas predomina el uso del catalán. Esta es una de las limitaciones que tiene el estudio, como los propios investigadores indican. El estudio “considera que la sociedad es espacialmente homogénea, sin embargo, las variedades habladas en las zonas urbanas y rurales difieren junto con su prestigio y preferencias”, destaca en sus conclusiones.

En este sentido, argumenta Romera, en aquellas sociedades donde hay contacto de lenguas -hablantes bilingües habituales- las lenguas ejercen “funciones en situaciones comunicativas diferentes, es decir, se distribuyen de manera diferente”. Por ejemplo, probablemente en Palma (capital de Mallorca) se hable más el castellano, mientras que en un pueblo interior como Sa Pobla, el catalán puede ser mayoritario, ejemplifica. “La coexistencia (entre lenguas) siempre se da, lo que ocurre es que el nivel de jerarquía de esas variedades lingüísticas es diferente, dependiendo de varios factores”, aclara la profesora titular de Lengua Española.

En el caso balear, el catalán no era una lengua de prestigio durante el franquismo, y fue relegado exclusivamente al ámbito doméstico, como ocurrió en el resto de lugares del Estado donde hay lenguas propias más allá del castellano. En este sentido, apunta la doctora en Lingüística, es más probable que un individuo se exprese habitualmente en su lengua materna. “Si una persona pertenece a un grupo etnolingüístico catalanoparlante y presenta una identificación con su grupo, tratará de hablar catalán en todos los contextos,”, afirma Romera, es decir, a esto se refiere el estudio con “ideologías lingüísticas”. “La ideología lingüística incluye variables adicionales, pero para formalizarlo en el modelo matemático se ha hecho una reducción”, aclara.