Wikipedia suele ser una referencia en cuanto a proyecto que ha asumido el paradigma contemporáneo de la comunicación. Ciertos datos lo avalan: casi 5 millones de páginas en 237 idiomas. 5 millones de visionados por hora. Y fundamentalmente algo que jubiló a los viejos y gruesos libros de historia formados de tomos (y átomos) y no por bits: la posibilidad de tener una enciclopedia actualizada en tiempo real por un grupo de editores dispersos geográficamente. Wikipedia ha sido puesto por miles de conferenciantes como modelo de proyecto ejemplar que fomenta la inteligencia colectiva y la producción colaborativa de contenidos. Es el gran palimpsesto contemporáneo. Y hasta aquí estamos de acuerdo. Pero…¿qué ocurre si hacemos un análisis de género de Wikipedia?
El resultado es demoledor: en 2011 El 90% de los editores eran hombres. Sue Gardner fue directora ejecutiva de Wikimedia Foundation (la fundación sin ánimo de lucro que gestiona Wikipedia) y en su blog escribió ese mismo año también un post explicando las razones por las que ella creía que las mujeres no editan la wikipedia: una interfaz poco amigable, la falta de tiempo de las mujeres que además de su carrera profesional suelen tener más carga en labores de cuidados, una atmósfera misógina basada en la lucha con constantes Intimidaciones en los debates y no ser un lugar acogedor donde cualquiera pueda sentirse bienvenido, entre otros argumentos. La propia Wikimedia Foundation ha reconocido el problema y ha comenzado a hacer campaña.
Para atajar este problema se han organizado a lo largo del mundo una serie de sesiones de trabajo organizadas por mujeres para fomentar su uso y tratar de cubrir esa brecha. Este pasado fin de semana, Patricia Horrillo (una de las mediadoras culturales de Medialab Prado) organizaba un Editatón titulado “Editando juntas para visibilizarnos en Wikipedia #7M'. Como dice Silvia Font en este texto que contextualiza perfectamente el evento «según una reciente investigación en Wikipedia en español, a la que hacen referencia los organizadores de la maratón de edición de Medialab-Prado, el 26,8% de las palabras en los artículos biográficos de mujeres hacen referencia a condiciones de género o relaciones personales y familiares (mujer, madre, hija,…), sin embargo, en los artículos de hombres esta circunstancia sólo sucede en un 3,8% de las palabras». Por lo que tal y como concluye la propia Silvia, «no se trata sólo de quién y qué escribe sino, lo que tal vez sea más importante, el cómo».
Con estos datos y estás reflexiones no es sensato oponerse o criticar estas iniciativas. Pues bien, tal y como cuenta Patricia Horrillo en su blog, varios hombres se han mostrado muy indignados y le han enviado algunos emails.
«Buenas tardes. He soportado con desagrado vuestra aparición en el Telediario de TVE justificando con argumentos banales y absurdos la nula participación de las mujeres en Wikipedia. Las mujeres no editan en Wikipedia porque se trata de una actividad INTELECTUAL, GRATUITA Y GENEROSA PARA CON EL PRÓJIMO. Las feminazis se dedican, os dedicáis, a parasitar del hombre y a atacar al hombre. Buenas tardes. Ramón».
Otro correo de un tal Alejandro, que probablemente estaría en copia oculta puesto por Ramón:
«Magistral. Hoy es día 8 de marzo, antiguamente día de la mujer, hoy día del FeminaZismo“. Un día como hoy es cuando se publican y emiten todos los mantras falsos del feminazismo, probados como mentiras desde hace años: brecha salarial, techo de cristal, etc. El problema es que nadie dice nada y muchos incluso no se dan cuenta de lo falso que es. Datos de esta semana: la ingenierías tienen un 75% de alumnos hombres…¿cómo van a ganar lo mismo las mujeres si siguen dedicándose a carreras de pinta y colorea? Insisto: no inventan nada, no mejoran el diseño de nada, no producen nada...Solo mueven papeles de un lado a otro, descargan la responsabilidad en los hombres de su círculo e implantan su visión nociva del ser humano en el mundo de la empresa vía RRHH».
En el propio texto de Silvia Font también encontramos dos «brillantes y documentadas» intervenciones similares a esta:
«La Wikipedia está bien como está, con artículos ecuánimes, respetuosos. No quiero imaginarme a un grupo de chicas escribiendo la biografía de un famoso, menuda marujada saldría».
«(…) Con esta clase de artículos lo que se consigue es lo contrario de lo que probablemente se pretende. Me explico, se pone en el punto de mira que las mujeres no editan en la wikipedia tanto como los hombres, y se buscan las razones para ello (personalmente lo considero una tontería en tanto en cuanto una enciclopedia online debe ser objetiva por completo, y el subjetivismo masculino o femenino debe ser abolido en todos los casos,por lo que el sexo del editor/a no debe intervenir ni ser siquiera importante)».
Tristemente estos cuatro ejemplos son representativos. La heteronormatividad masculina y sus atributos son hegemónicas y se defienden como el estado natural de las cosas. Como el comentarista que usa la objetividad, los hombres que suelen sentirse atacados y aludidos por la lucha feminista acuden rápidamente al mantra de la «normalidad». Eso sitúa al feminismo en la anormalidad. Y más concretamente a organizar un evento para paliar la brecha de género en Wikipedia como algo extraño. Supongo que estos hombres, en su profundo prejuicio, deben imaginarse que la sesión que se produjo en Medialab Prado era en realidad una reunión de brujas para hacer vudú 2.0, y planear agudos pinchazos a distancia en los testículos de ciertos hombres. Y aunque más de uno realmente se merecería algo así, lo cierto es que, como explica Jaron Rowan en “Por qué persiste el machismo en la izquierda”, se llama hegemonía cultural.
«La hegemonía cultural escapa del discurso público y opera en un nivel mucho más sutil, porque la hegemonía es lo que va por dentro. Son esas ideas preconcebidas que nos acompañan y que nos permiten ver nuestro entorno cultural como algo normal. Son asunciones a las que no le damos mucha importancia pero que repetimos en momentos determinados. Está compuesta por un sistema de creencias y de valores que nos parecen de lo más normal. Para funcionar, la hegemonía ha de pasar desapercibida. Su poder reside en su invisibilidad».
Lo más preocupante es que muy probablemente estos comentarios partan de hombres que se consideran así mismos de izquierdas. Por eso resulta urgente apoyar a los espacios, proyectos y colectivos que promueven prácticas feministas en favor de la diversidad (de géneros, de razas y de otro tipo de condiciones que generan discriminaciones sociales). La izquierda sin feminismos no es izquierda. Porque como insiste Jaron, «para acabar con la hegemonía es necesario desnaturalizar, poner en evidencia lo invisible. Revelar dependencias del rumbo y las estructuras invisibles de poder. De esa forma, el cambio de hegemonía no tiene que ver con un cambio ideológico sino que implica una transformación de la sensibilidad».
Y en un momento político como en el actual en el que la obsesión por ganar se impone desde la izquierda como lo normal, no dejemos que en ese pack también se incluya el masculino-genérico como forma de convivencia y relación social. No permitamos que los espacios del común sean por defecto heteronormativos. No dejemos que, por ejemplo, lo normal sea que la Wikipedia sea en realidad la Machipedia.