Existe una valla y al otro lado de ella se encuentra el caos la amenaza y el peligro para nuestra democracia y el Estado del bienestar.
El coronel del cuerpo de Marines Nathan R. Jessup es el encargado de mantener el orden y la libertad en este caótico entorno.
La ciudadanía prefiere no mirar hacia allá y confía en el coronel, que hace lo que debe amparado por sus responsables políticos y por unos medios que llenan páginas y páginas de loas a las fuerzas del orden, y lo que sobra del periódico lo ocupa Kobe Bryant, en vez de hablar, tal vez, de otras cuestiones más importantes.
Esta es una de las frases más célebres del Coronel.
Y claro todo gira en torno a ese famoso ‘Código Rojo’, que no es sino una práctica ilegal. Ilegal, pero habitual y aceptada en el entorno del Coronel y en el lugar donde ejerce su mando, y que, oh sorpresa, se descubre al quedar a los pies de los caballos un Sargento y un Guardia Civ… digooo un Marine, ambos acusados de un homicidio, aparentemente efectuado bajo ese Código Rojo.
Esto, claro, es una película. Es difícil imaginar que algo así pase en realidad. Bueno no tanto. Se trata de ‘Algunos hombres Buenos’ (A few good men, Columbia Pictures, 1992) dirigida por Rob Reiner y protagonizada por Jack Nicholson como el Coronel Jessup del Cuerpo de Marines y Tom Cruise como el Fiscal Kaffee de la US Navy, el joven Teniente (fiscal militar) empeñado en descubrir la verdad y hacer justicia más allá de vetustas convenciones y códigos militares. Jus-ti-cia.
Una película, sí. Seguimos.
Existe una valla y al otro lado de ella se encuentra el caos la amenaza y el peligro para nuestra democracia y el estado del bienestar.
El Coronel de la Guardia Civil Ambrosio Martín Villaseñor es el encargado de mantener el orden y la libertad en este caótico entorno.
La ciudadanía prefiere no mirar hacia allá y confía en el Coronel, que hace lo que debe amparado por sus responsables políticos y por unos medios que llenan páginas y páginas de loas a las fuerzas del orden, y lo que sobra del periódico lo ocupa Messi, en vez de hablar, tal vez, de otras cuestiones más importantes.
Esta es una de las frases más célebres del Coronel.
El silencio. El silencio que mantuvo el señor Coronel ante las preguntas de los abogados de las acusaciones en el proceso por el que está imputado en el ejercicio de sus funciones en la frontera de Melilla. Es muy importante aclarar que el Sr. Martín Villaseñor además de Coronel de la Guardia Civil es un ciudadano y tiene todo su constitucional derecho a guardar silencio en una toma de declaración en sede judicial, faltaría más. Otra cosa es la opinión que nos merezca que todo un Coronel Jefe con un mando, o sea un importante “cargo otorgado a dedo” y con tantas implicaciones políticas se permita hacerlo. ¿Qué mensaje manda eso a la ciudadanía? Vemos constantemente en los medios campañas de las fuerzas de seguridad en los colegios con los niños y ahora vemos a sus mandos guardando silencio en los juzgados... Bueno. Es su derecho, insisto. En este país nadie asume responsabilidades políticas y no va a empezar el Coronel Jefe, claro.
La cuestión es que esta segunda “película”, lamentablemente es de verdad. O sea: los heridos, la sangre, los golpes, el mismo desamparo de los Guardias Civiles en la valla, las violaciones de derechos humanos, las deportaciones ilegales (eso llamado “devoluciones en caliente”), las palizas a subsaharianos, etc, etc, etc son reales. No hay atrezzo. No hay sangre de mentira. No hay maquillaje.
En Melilla también tenemos un ‘Código Rojo’ de estos. O sea, unas prácticas mas o menos aceptadas y extendidas pero que parece que no se ajustan a la legalidad. En nuestro caso la cosa se llama “Protocolo Operativo de Fronteras” y hay un juez en Melilla que cree que dichas prácticas incumplen distintas leyes y tratados internacionales. El juez dice además, que la forma que tiene la Guardia Civil de hacer su difícil trabajo incumple asimismo su protocolo que ya incumple la ley…
Esto lo dice un juez de Melilla, además de organismos internacionales, la Comisión Europea y decenas de ONGs nacionales e internacionales que llevan años alertando sobre esto y documentándolo incansablemente, y, por cierto, sufriendo la persecución de esas mismas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado protagonistas de estos desgraciados hechos.
Pues en esta “película”, nuestro 'Código rojo', el protocolo, queda expuesto al denunciar y documentar con multitud de vídeos una serie de ONGs locales esas deportaciones ilegales en la frontera Melillense. Algunas veces con violencia y negando una a veces necesaria atención sanitaria a las personas que han entrado en territorio nacional y negándoles asimismo su derecho a solicitar asilo.
Pues ahora resulta que el Coronel Jefe tiene que responder sobre esto ante la justicia. Sus superiores políticos, por cierto, se ponen, oh sorpresa, de perfil y sí, muchas declaraciones públicas de apoyo en la prensa pero ahí le dejan. Cobardes. (Ya hablé de esto por cierto, por si a alguien le interesa).
Está situación que describo se da en las fronteras de Ceuta y Melilla, y está pasando. Delante de nuestras narices. Todos los días.
Y sí, entiendo que hay otros 234523452454562346 ángulos y matices sobre este tema:
- ¿Qué hacemos?
- No podemos abrir las fronteras.
- ¡Viva la Guardia Civil!
- Desde Madrid se ve todo muy fácil.
- ¡Mételos en tu casa so perroflauta!
- La desigualdad...
- Europa nos deja sola.
- No es tan fácil.
- Ceuta y Melilla sólo se conocen por esto.
- Hipócritas...
- ¡Los EREs, PARACUELLOOOOOS!
- etc, etc, etc…
Y podemos, y habrá que hablar de ellos pero siempre después de una de las únicas cosas de las que estoy seguro en mi vida. Una de las pocas líneas rojas: el respeto a los derechos humanos. Eso no se negocia. Eso, sencillamente se cumple. Y ahora, lo estamos violando casi cada día.
A día de hoy hay dos procesos abiertos. Uno en Ceuta sobre la muerte de unas personas el 6 de febrero que intentaban entrar en la ciudad y otro en Melilla sobre el protocolo este de devoluciones. De momento hay todavía que ver si abre juicio oral. Y estos juicios no serán tan glamourosos como los de la película norteamericana. Y además hay uno de los papeles protagonistas en todo esto que tristemente me temo que va a faltar, ¿adivinan cuál?
Es nuestra tarea como ciudadanos, como personas, apoyar a las ONGs querellantes en la búsqueda de la verdad. En hacer país, en reforzar la democracia. En mirar allí donde nos resulta incómodo pero tenemos que hacerlo. Sencillamente: en conseguir que se cumplan los derechos humanos.
Después, cuando consigamos esto, justo después, el primer día, y temprano, comenzamos entonces a ocuparnos de la primera de esas otras 234523452454562346 cosas pendientes. No va a ser fácil, no, pero oye, nosotros no queremos que nuestra película de producción nacional se titule: ALGUNOS HOMBRES MALOS, ¿no?