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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Santiago Abascal se reúne en Madrid con el líder de la extrema derecha chilena que reivindica a Pinochet

José Antonio Kast, líder del partido de extrema derecha chileno.

Meritxell Freixas

Santiago de Chile —

Si alguien en Chile se alegró de los resultados de Vox de las elecciones españolas fue José Antonio Kast, líder del nuevo Partido Republicano y de la vieja extrema derecha chilena. “Felicitamos a Santiago Abascal y a todo Vox por el gran resultado electoral. España ahora tiene una fuerza parlamentaria de verdad para enfrentar a la izquierda y es un ejemplo electoral a seguir para el resto del mundo”, escribió en su cuenta de Twitter tras conocerse los resultados de los comicios.

El próximo lunes 24 de junio, Kast podrá trasladarle a Abascal su reconocimiento en persona. Ambos se reunirán por primera vez en España como parte de una gira europea de dos semanas que ha iniciado el chileno, según han confirmado desde el departamento de prensa del político. La reunión tendrá lugar a las 10.30 en Madrid. eldiario.es ha contactado con la formación española, que no ha querido brindar ningún tipo de información a este periódico.

En marzo, representantes de Vox ya viajaron a Santiago de Chile para establecer alianzas con sus pares al otro lado del Atlántico. En aquella ocasión, sin embargo, Kast solo pudo contactar con el líder de la extrema derecha española a través de una carta.

El encuentro se produce en un momento dulce para ambos: José Antonio Kast –JAK para los medios y redes sociales– acaba de presentar su flamante partido; mientras que Vox en pocos meses ha dado el salto a la política institucional. El futuro secretario general de la formación y miembro de la comitiva que lo acompaña en su viaje, Antonio Barchiesi, ha explicado a la prensa los puntos en común entre ambas fuerzas: “Es uno de los mejores símiles nuestros en el extranjero”. Y añadió: “Por una parte, defiende valores tradicionales como la defensa del derecho a la vida y la promoción de la familia como eje fundamental. Segundo, hay un tema de austeridad fiscal que es muy relevante en ambos casos. España tiene mucho gasto público en burocracia y Vox plantea la reducción del gasto y la burocracia, como nosotros lo hemos sostenido”, precisó.

El discurso de JAK gira en torno a temas como la migración, el orden público, la seguridad ciudadana y los valores tradicionales. Una agenda que difunde en sus numerosas tribunas mediáticas y que le permite hacer campaña con una retórica populista contra las minorías. Instala conceptos como “la derecha desacomplejada”, “la defensa del sentido común”; o que su partido no es de “extrema derecha”, sino de “extrema necesidad”, expresión utilizada también por Vox.

En los 18 puntos que recoge la declaración de principios del partido habla de la existencia de un “orden moral natural” que no puede ser modificado “ni por autoridad política alguna, ni por ninguna mayoría electoral o parlamentaria”, y de “proteger y promover la familia, el núcleo fundamental de la sociedad”. Además, se adscribe a la “economía social de mercado”, por lo que se declara “férreo defensor” de “la libre iniciativa privada en materia económica”. Es partidario de echar marcha atrás con la nueva ley que despenaliza el aborto en tres supuestos básicos (riesgo para la madre, inviabilidad fetal y violación) y vocifera sin eufemismos un discurso homófobo y tránsfobo.

Críticas a la “derecha light”

Con 53 años, José Antonio Kast no es un personaje político nuevo en Chile: fue concejal de un municipio de la Región Metropolitana durante cuatro años, diputado durante otros 16 y secretario general del partido conservador Unión Democrática Independiente (UDI), que integra el ala más radical de la coalición de derecha que gobierna. En 2017 se presentó por primera vez a las elecciones presidenciales, tras protagonizar una escisión del que había sido hasta entonces su espacio político. Desde aquel momento, para él, la coalición liderada por el presidente Sebastián Piñera no es más que una “derecha light” que no ha tenido reparos en criticar públicamente. Tampoco se ha mordido la lengua para acusar al mandatario de “ambiguo”, “faltarle carácter” y “ceder ante las presiones de la izquierda”.

Tras la separación, Kast decidió crear su propia fuerza política y, por ahora, no le está yendo nada mal. Desde hace meses lleva a cabo una precampaña presidencial en la que se ha propuesto recorrer las 345 comunas (subdivisiones territoriales) del país para dar a conocer su proyecto. La encuesta Criteria del mes de abril lo colocó (junto a otro candidato) en la segunda posición de las preferencias presidenciales de los chilenos, con un 10% de las menciones. Sin embargo, los resultados de la última encuesta CEP lo sitúan como el cuarto político peor evaluado, con un 43% de desaprobación. Pese a los altibajos de las encuestas, JAK aumentó exponencialmente su popularidad con la llegada al poder del exmilitar Jair Bolsonaro en Brasil, a quien apoyó durante su campaña, y el auge de la ultraderecha a nivel mundial.

Como ha ocurrido en España con Vox, el surgimiento de una fuerza ultra ha obligado a la derecha tradicional a desplazarse ideológicamente hacia el extremo. Al igual que ocurrió con el PP, muchas de las figuras que conforman el Partido Republicano proceden de las filas de la UDI. De hecho, más de la mitad de la directiva llega de esa formación, lo que ha encendido las alarmas de una eventual fuga de militantes, alcaldes y parlamentarios hacia el partido de Kast.

Defensor de la dictadura

Abogado de formación, José Antonio Kast defiende a la dictadura de Pinochet y a los exmilitares condenados por crímenes de lesa humanidad, para quienes pide el indulto alegando motivos de salud.

De hecho, su apellido siempre estuvo muy vinculado al pinochetismo. Su hermano Miguel fue uno de los discípulos de Jaime Guzmán, artífice de la dictadura, y se convirtió en el primer ministro civil bajo las órdenes del dictador. Una investigación del periodista chileno Javier Rebolledo, basada en varias declaraciones judiciales, apunta a la participación de Miguel Kast, entonces ministro de Desarrollo y Planificación, en asesorías a la Policía secreta de la dictadura, la DINA, que operó como una máquina de exterminio entre 1973 y 1990.

Su posición sobre el pasado de Chile es tal que durante la campaña presidencial defendió públicamente a Miguel Krassnoff, brigadier retirado del Ejército condenado a más de 640 años de cárcel por secuestros y desapariciones. Después de visitarlo en la cárcel de Punta Peuco, dijo que al momento de los crímenes Krassnoff “sólo estaba cumpliendo órdenes” y puso en duda “todas las cosas que dicen de él”.

El negacionismo de Kast no representa ningún inconveniente para Vox, que podrá compartir con el chileno y su comitiva algunas de las estrategias exitosas de su campaña electoral, aunque al final no obtuvieran los grandes resultados que las encuestas pronosticaban. Quién sabe si Kast correrá la misma suerte en 2022. Y quién sabe si Abascal se acordará de JAK para esta fecha como él lo hizo con Vox en la previa del 28 de abril, cuando dijo: “Llamo a los españoles con derecho a voto en Chile que vayan, recojan la cédula y voten por Vox”.

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