Es difícil elegir la cifra que mejor describa el impacto de la tienda china Shein en el mundo del comercio online. La etiqueta #sheinadict, por ejemplo, acumula en TikTok 1,3 millones de visualizaciones. En Instagram hay más de 8 millones de publicaciones etiquetadas con la palabra “shein” y en Twitter, la frase “adicta/adicto a Shein” suele ir acompañada de una imagen tan llena de bolsas de la tienda que es casi imposible ver dónde se ha hecho, o una lista con los pedidos realizados incluso antes de recibir el anterior.
Shein tiene su sede en China y, como Tiktok, ya está en el punto de mira de una nueva campaña en Estados Unidos para pedir a los legisladores que regulen sus operaciones en el país. Las razones van desde la violación de leyes de privacidad de EEUU hasta el temor por la seguridad de sus productos, pero también son comerciales. Mientras que Amazon tiene las puertas cerradas en China, a finales del año pasado Shein ya había superado el 50% del total de ventas online en el sector de la moda en EEUU.
El objetivo de Shein es “hacer que la belleza de la moda sea accesible a todo el mundo”. Vende en 150 países y, según su web corporativa, emplea a más de 10.000 personas. Fundada hace más de una década por Chris Xu, Shein se ha beneficiado del impulso al comercio online motivado por la pandemia. Sin embargo, puede que este sea un factor menor si se tiene en cuenta que en la última década la firma ha consolidado una combinación de logística, sistemas informáticos, algoritmos y campañas en redes sociales que le han convertido ya en la reina del comercio electrónico “en tiempo real”.
“Los fabricantes que trabajan para Shein pueden ver al instante qué está funcionando y qué tipo de productos pueden acelerar, o al revés, cuándo necesitan dejar de fabricar un estilo o un color en concreto”, afirma Elizabeth Shobert, directora de investigación comercial para Centric Pricing, una empresa especializada en software e inteligencia artificial para tiendas online.
Avalancha de producción “en tiempo real”
Shobert explica que la escala a la que opera Shein es incomparable con cualquier otra marca. Gigantes como Zara o H&M tardan al menos tres semanas en lanzar un producto nuevo, pero esta empresa consigue hacerlo en una. Según los datos de Centric Pricing, Zara tiene en el mercado solo la centésima parte de los productos que vende Shein.
La marca china, además, pone a la venta cada día entre 700 y 1.000 productos nuevos, según declaraciones de su responsable de marketing, Molly Miao, a la revista Forbes. “Hay muchas empresas en China copiando este modelo, pero Shein fue la primera en romper la barrera de las ventas ultrarrápidas”, dice la analista.
Esas ventas casi “en tiempo real” se basan en dos pilares. El primero es TikTok, la aplicación china a la que EEUU también quiere cerrar sus puertas y ya está prohibida en otros países como India. En TikTok, la firma ofrece descuentos a influencers a cambio de que recomienden prendas y publiquen vídeos de sus “hauls” o alijos, compras de decenas de productos de golpe. El análisis de datos permite a Shein conocer al instante qué prendas funcionan o no, para acelerar su producción o cancelarla.
Al otro lado de este sistema está una red logística de casi 6.000 fábricas con las que Shein cuenta en la región china de Guangzhou y en las que, como ya reveló el año pasado un documental de la cadena británica Channel 4, abundan los abusos laborales y las horas extra sin remunerar. Esas son las fábricas que ponen en marcha pedidos mínimos, de apenas 50 ejemplares, para que Shein los ponga a la venta, según datos de Bloomberg. Solo cuando se dispara la demanda online se pone en marcha la fabricación en masa. Si no funciona, prueban con el siguiente producto.
Esos proveedores, además, no trabajan exclusivamente para Shein. “Miles de fabricantes chinos pueden vender directamente a clientes internacionales, puenteando a las marcas que tradicionalmente compraban [en China] los productos para vender en su país”, concluye la investigación de Rest of the World. “Están equipados con perfiles en redes sociales en inglés, cuentas para vender en Amazon y cadenas de producción ágiles con las que han invadido los armarios de todo el mundo”, cuenta.
Y así es como marcas estadounidenses que tenían en China a los proveedores de sus productos, se han encontrado con que los fabricantes pueden venderlos directamente a través de tiendas online chinas en EEUU. Shein es la plataforma de la ropa y los accesorios baratos —desde 0,25 euros—, pero hay otra docena basadas en la misma estrategia y el temor es que salten del sector textil al resto.
“Shein está utilizando la venta de ropa barata que anuncia en TikTok como precursora de una expansión por todos los sectores de ventas”, asegura Chapin Fay, directora ejecutiva de Shut Down Shein, una organización que presiona a los legisladores estadounidenses para que pongan freno al avance de la tienda online china.
“No es ningún secreto que Shein es uno de los principales anunciantes en TikTok, por eso decimos que TikTok es la aguja y Shein es la droga”, dice Fey. Traducido en cifras, la etiqueta #shein ha sido consultada en la app china más de 55.000 millones de veces. Y #sheinhaul, utilizada para clasificar los vídeos que muestran la llegada a casa del último alijo, otros 9.500 millones.
Gracias a este impulso, se convirtió hace un año en la aplicación de compras más descargada en EEUU. Ha conseguido lo mismo en otros 50 países. En España, es la primera en la Play Store de Google y la segunda en la App Store solo por detrás de Miravia, otra tienda online creada por una subsidiaria de Alibaba, la dueña de Aliexpress.
En términos de ventas, solo en EEUU Shein había crecido en el verano de 2020 un 250% con respecto al año anterior. Aquel mes de junio superó la suma de las ventas de H&M y Zara con un 28% del mercado y en 2022 ya habían pasado por su aplicación la mitad de las compras online de los estadounidenses. Shein facturó el año pasado 22.700 millones de dólares, el doble que dos años antes, según datos del Financial Times.
Una burla millonaria a la ley de importaciones de EEUU
Una comisión parlamentaria de EEUU ha denunciado que Shein ha logrado este avance aprovechándose de un recoveco en la ley de importaciones estadounidense. La marca china no tiene sede en el país, por lo que técnicamente no importa a su territorio ningún producto. Cada compra es realizada por los usuarios de manera individual y, a menos que superen el valor de 800 dólares, cada una de esas compras está exenta de impuestos en la aduana.
La firma evita así tener que pagar el impuesto estándar del 16,5% en importaciones a EEUU y el arancel del 7,5% que el país aplica a China. La revista Forbes ha calificado este agujero en las leyes norteamericanas como “un acuerdo de libre comercio” con el gigante asiático.
Ante esa falta de control, EEUU desconoce además si Shein está vendiendo productos a clientes estadounidenses incumpliendo otra norma que impide comercializar prendas elaboradas con materiales tóxicos o prohibidos, como el algodón de Xinjiang, la región autónoma Uigur donde el Gobierno chino está acusado de cometer violaciones de derechos humanos contra los musulmanes.
“El escrutinio a TikTok en EEUU junto con las preocupaciones por nuestra seguridad nacional relacionadas con China contribuyen a nuestros argumentos contra Shein”, reconoce Fay. El último informe de la comisión del Congreso para la revisión de las relaciones económicas y de seguridad entre EEUU y China le ha dado la razón.
El texto asegura que la empresa supone un reto para EEUU porque “se aprovecha de agujeros legales” en sus leyes, por sus procesos de producción y la seguridad de los productos, así como “la explotación laboral de sus empleados y su violación de derechos de propiedad intelectual”. Otra carta remitida por la comisión pide al Gobierno que incluya en su regulación a Temu, otra tienda china que invirtió 14 millones en publicidad durante la última Super Bowl y que, según los legisladores “ya indica que quiere ampliar su negocio en EEUU”.
“Todas estas afirmaciones resultan aún más graves por las denuncias de las condiciones laborales ilegales entre los proveedores de productos a marcas de moda rápida china, así como el hecho de que los productos de Shein puedan representar un peligro para la salud y el medioambiente”, añade el informe de la comisión parlamentaria.
Los legisladores reconocen además que la permisividad de la ley estadounidense choca con la dureza de la regulación china, que ya obligó a Amazon a cerrar sus operaciones en China en 2019. “La privacidad y la ciberseguridad solo se han convertido en prioridades para nuestro gobierno recientemente”, reconoce Fay. “Nos hemos pasado los últimos años aprendiendo y adaptándonos, pero ahora es el momento de tomar medidas”, admite.