Zahra, una estudiante afgana recién graduada en Psicología, estaba hablando con sus hermanas y algunos de sus parientes cuando revisó sus mensajes en el móvil y entre ellos vio una noticia que informaba sobre la nueva prohibición indefinida de la educación universitaria para las mujeres. El pasado 21 de diciembre, el Ministerio de Educación del Gobierno talibán envió una carta a todas las universidades de Afganistán en la que prohibía el acceso de las mujeres a la educación superior. La carta, firmada por el titular de Educación, Neda Mohammad Nadeem, decía lo siguiente: “Se les informa a todos de que implementen la orden mencionada de suspender la educación de las mujeres hasta nuevo aviso”.
“Realmente, para mí no fue ninguna sorpresa”, dice Zahra a elDiario.es desde Afganistán, “lo esperaba de los talibanes”. “Son un grupo de terroristas que llegaron a Afganistán sin ninguna vía humanitaria y están forzando a la gente a hacer estas cosas por sus estúpidas creencias”.
Zahra cuenta que esto ha sido “mucho más duro” para las chicas afganas que cualquier otra medida impuesta anteriormente. “Esta decisión está volviendo loco a todo el mundo, nadie quiere quedarse en casa mirando las paredes”. También señala que desde que se tomó la medida, se han organizado numerosas manifestaciones en el país. Sin embargo, estas fueron rápidamente reprimidas por los talibanes.
Desde la llegada de los fundamentalistas, las chicas se han tenido que enfrentar a la obligatoriedad de llevar velo en las universidades o la segregación por sexos. Zahra explica que, a pesar de graduarse el pasado mes de diciembre, antes de la prohibición, se siente “muy molesta” por las personas que todavía están en la universidad, como su hermana o sus primas. “Se suponía que se graduarían en un año”, dice. A pesar de ello, cuenta que las chicas afganas harán “todo lo posible para encontrar formas diferentes de aprender”.
“Nacimos con dolor y vivimos con dolor”
Farahat* no tuvo tanta suerte como Zahra. A ella todavía le quedaban unos pocos exámenes para graduarse de Medicina cuando se enteró de la prohibición. Cuenta a elDiario.es que eligió ser médico porque sentía la necesidad de “servir y ayudar” a su nación. Esto se debe principalmente a que Afganistán es uno de los países más necesitados de ayuda humanitaria en estos días, debido a la crisis crónica y compleja que atraviesa el país. Según Médicos Sin Fronteras, la escasez de personal médico es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el sistema sanitario afgano.
“Somos niñas afganas, nacimos con dolor y vivimos con dolor”, dice Farahat, “pero el cierre de las puertas de las instituciones educativas ha sacudido todo nuestro ser”. “Nos rompimos y caímos en pedazos, un nuevo dolor se sumó a los anteriores. Somos víctimas del terror de la ignorancia y la incultura”, afirma.
Farahat cuenta que estos días las estudiantes afganas viven “más desmotivadas que nunca”. “Las metas que tenía para el futuro me parecen lejanas”. Sin embargo, ella no acepta “la derrota” y asegura que luchará por su “futuro” y por su país. “Nunca dejaré de intentarlo, aunque todo el universo se dé la mano e intente destruirme”, añade.
“Una sociedad analfabeta”
Cuando los talibanes llegaron al poder en agosto de 2021 prometieron que iban a tener una forma distinta de funcionar a la de hace 20 años, cuando ya gobernaron el país. No ha sido así. La medida de prohibir el acceso a las mujeres a la universidad se suma a la suspensión indefinida del acceso a la educación secundaria para las niñas, impuesta por los talibanes en septiembre de 2021. Esta medida ya limitaba el acceso de las niñas afganas a sus estudios superiores. Hace semanas también impusieron un veto a las mujeres para trabajar en ONG.
Mahjuba, una profesora y activista política de 30 años, cuenta a este medio que se vio obligada a dejar las aulas el pasado mes de agosto. “Los talibanes me arrestaron durante unas protestas”. “Dejé mi trabajo después de escuchar una advertencia de la inteligencia talibán sobre mi seguridad”, relata.
Según Mahjuba, las mujeres en Afganistán han estado forzadas a numerosas restricciones desde que los talibanes subieron al poder. “Nos enfrentamos a un futuro desconocido, hemos perdido todas nuestras esperanzas”. A pesar de ello, recalca que no pararán de luchar. “Cuando una mujer es analfabeta, una familia es analfabeta. Cuando una familia es analfabeta, una sociedad es analfabeta. Al fin y al cabo, las mujeres son la mitad de la sociedad afgana”, dice la profesora. Con estas prohibiciones “los talibanes están borrando nuestra identidad”.
La medida provocó rápidamente el rechazo internacional. Ramiz Alakbarov, representante especial adjunto del secretario general de la ONU para Afganistán, dijo estar “profundamente preocupado” por la orden. “La educación es un derecho humano fundamental. Una puerta cerrada a la educación de las mujeres es una puerta cerrada al futuro de Afganistán”.
*Se le ha cambiado el nombre para preservar su seguridad.