Alemania se enfrenta al terrorismo de extrema derecha tras el primer asesinato a un político desde el nazismo

Alemania ha acabado hablando de la existencia del terrorismo de extrema derecha. Para ello ha sido necesario que se vayan clarificando las circunstancias del asesinato de Walter Lübcke, presidente de la Región de Kassel. Este político de la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU), el partido de la canciller Angela Merkel, defendió en su día la necesidad de asistir a los demandantes de asilo que llegaron a Alemania en la crisis de los refugiados de 2015 y 2016.

Aquello le costó a Lübcke amenazas de muerte. Estas, el pasado 2 de junio, se hicieron realidad. Ya ha trascendido que Stephan Ernst, un neonazi alemán detenido 15 días después del asesinato, confesó haber disparado ese día a Lübcke en la cabeza cuando el político conservador se encontraba en su domicilio. Hay otros dos detenidos en la investigación del caso, según han informado esta semana los medios alemanes. Uno de ellos, un ciudadano alemán de 64 años, habría vendido el arma al autor del crimen. El otro detenido reciente, de 43 años, se ocupó supuestamente de hacer de intermediario entre el vendedor y el comprador del arma de fuego.

Ernst, de 45 años, era un viejo conocido de las autoridades en Hesse (centro germano). Los medios alemanes han apuntado que se conocía la militancia pasada de Ernst en el Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), formación referente en la extrema derecha más conocida como el “partido neonazi”. También informaron sobre su más reciente y modesta donación de 150 euros al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD). Sin embargo, y sobre todo, lo que llama la atención del declarado autor del asesinato de Lübcke es que tenía un largo historial violento.

Los medios alemanes recuerdan estos días que, en los años noventa, Ernst ya preparó un atentado con bomba en un hogar de acogida para refugiados en Wiesbaden (oeste alemán). Por poco se evitó la tragedia. Entonces Ernst fue condenado a seis años de internamiento en un centro de menores porque no había cumplido la mayoría de edad. Con más de 18 años, Ernst también tuvo problemas con la justicia, entre otras cosas, por causar heridas y ofensas, por posesión de armas y participar en disturbios violentos con otros neonazis.

“El autor de los hechos viene de la escena terrorista de la extrema derecha. Ha estado ahí durante años, en el ámbito de Combat 18, una organización cuyo nombre también se puede decir 'Combate Adolf Hitler'. Este peligroso grupo está muy conectado, no sólo en Kassel, sino también en otros lugares del país”, cuenta a eldiario.es Hajo Funke, politólogo, profesor de la Universidad Libre de Berlín y experto en extrema derecha alemana.

El asesinato de Lübcke debería suponer un antes y un después para el debate público en Alemania, un país donde la violencia de extrema derecha ha estado “minimizada”, según Funke. Incluso tras la reciente resolución del caso de la banda terrorista neonazi Resistencia Nacionalsocialista (NSU), organización que mató a diez personas en ataques racistas y contra una agente de policía entre 2000 y 2007, Alemania “no ha ido lo suficientemente lejos” en la lucha contra la violencia de la extrema derecha, de acuerdo con los términos Funke.

AfD, señalado como “corresponsable”

“Una parte de los medios alemanes, de los políticos y de las autoridades responsables de la seguridad han minimizado este fenómeno violento. Ahora la situación es tal que está por ver si habrá consecuencias en los medios, la política y las autoridades”, lamenta Funke. A medida en que se han ido aclarando las circunstancias del atentado contra Lübcke, los políticos germanos han ido ganando en claridad cuando se han pronunciado sobre la violencia de la extrema derecha.

No obstante, los políticos de la ultraderechista AfD salen mal parados del actual debate que mantiene Alemania. Lo hacen, en buena medida, por méritos propios. “Lübcke ha sido víctima de una campaña de odio en el que han participado miembros de AfD. Erika Steinbach, por ejemplo. Ella es la líder de la nueva fundación de AfD. Ella colgó en febrero un post en Internet contra Lübcke que todavía no ha borrado. Es corresponsable de lo ocurrido y también una parte de AfD”, según Funke.

Este profesor de la Universidad Libre de Berlín alude concretamente a Erika Steinbach, una expolítica de la CDU que se ha pasado a AfD. Steinbach dirige ahora la Fundación Erasmo de Róterdam, un think tank afín al partido de ultraderecha. El sector ultra y de extrema derecha alemán nunca perdonó a Lübcke el haberse pronunciado firmemente contra quienes se opusieron en su día a la política de la canciller Angela Merkel en materia de refugiados. Lübcke era un sobresaliente defensor de la idea de que Alemania debía asistir a los demandantes de asilo en plena crisis de los refugiados.

Hasta 12.700 extremistas violentos

Muy comentada y repudiada entre los sectores de ultraderecha alemana fue en 2015 la invitación de Lübcke a “salir del país” a quienes no compartieran los valores de ayuda al prójimo tan necesarios en plena crisis de los refugiados. Aquello le costó amenazas de muerte, por eso fue escoltado durante un tiempo.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, la protección, al parecer, se había hecho innecesaria. “Lübcke era un destacado político regional, tenía un perfil muy humano en la CDU respecto a los refugiados. Siempre actuó de acuerdo con los principios cristianos”, sostiene Funke.

Según han informado los medios alemanes, otros políticos locales, incluidos la independiente Henriette Reker, alcaldesa de Colonia con el apoyo de la CDU, los liberales del FDP y los ecologistas de Los Verdes, también han recibido en las últimas fechas amenazas de muerte que están siendo investigadas. En este contexto, una preocupante cuestión sigue en el aire. La formulaba hace unos días aludiendo a la muerte de Lübcke el propio ministro del Interior alemán, Horst Seehofer: “¿Qué podemos hacer para evitar estas cosas crueles y horribles?”.

En el propio Ministerio del Interior se estima que en Alemania hay unos 12.700 radicales de ultraderecha dispuestos a protagonizar actos violentos. Esos radicales violentos forman parte de un movimiento extrema derecha más amplio que aglutina a unas 24.100 personas, según datos de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), los servicios de inteligencia germanos. De ahí que a Ernst, el asesino confeso de Lübcke que ha dicho haber actuado en solitario, el diario muniqués Süddeutsche Zeitung lo haya descrito como “un lobo entre otros tantos”.