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Alemania, el motor de la nueva ola verde que empieza a llegar a España

Los Verdes alemanes han presentado por primera vez en su historia una candidatura para canciller: Annalena Baerbock. No es un mero gesto o estrategia política. Según las encuestas, Los Verdes pasarán del 8,9% del voto obtenido en 2017 a un 25% en las próximas elecciones de septiembre, lo que los convertiría en primera fuerza del país y pieza clave de un futuro gobierno de coalición ya sea con el Partido Socialdemócrata o con la Unión Democristiana de la actual canciller Angela Merkel, cosa que no descartan

“Desde su entrada en el Bundestag en los años 80, Los Verdes alemanes han sido históricamente el partido más potente del espacio verde europeo y en el que nos hemos mirado Los Verdes en España”, dice Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes Equo y exeurodiputado de Los Verdes europeos.

“Los alemanes juegan un papel motor para el resto del espacio verde en otros países. Si se cumplen las encuestas, tendría un enorme impacto en toda Europa. Por primera vez un país estaría liderado por los verdes. Y no cualquier país, sino la locomotora política y económica de la UE. Conllevaría una fortísima cotización al alza para las fuerzas hermanas de Los Verdes alemanes, empezando por España”, dice.

Ernest Urtasun, vicepresidente del grupo Los Verdes/Alianza Libre Europea en la Eurocámara, coincide: “Los Verdes alemanes son el partido más importante que hay en la familia verde europea. Lo que ocurre en Alemania siempre tiene un impacto en el resto. El retroceso de la socialdemocracia en buena parte de Europa, aunque no tanto en España, se debe en gran parte a la entrada en crisis del SPD alemán y, sin duda, un ascenso como el que estamos viendo en Alemania puede tener un impacto muy importante incluso en países donde los verdes hasta ahora no están muy desarrollados”.

Baerbock, de 40 años, tiene todas las papeletas para formar parte del próximo Gobierno alemán. Sin embargo, Alemania no será el único país europeo con los verdes en el Ejecutivo. Actualmente están gobernando en coalición en seis países: Austria, Bélgica, Luxemburgo Finlandia, Suecia e Irlanda.

La ola verde golpeó con fuerza en las últimas elecciones al Parlamento Europeo en 2019, en las que pasó de 50 a 74 eurodiputados. Pero no ha sido su única victoria. Un año después, el partido verde francés (EELV) fue el gran ganador de las municipales, haciéndose con la alcaldía en ciudades importantes como Lyon, Estrasburgo, Burdeos, Poitiers, Besançon, Annecy y Tours. 

En las elecciones de la semana pasada en Reino Unido, Los Verdes lograron los mejores resultados de su historia. “Estamos pasando de ser el mayor de los partidos pequeños a ser uno de los grandes”, decía Jonathan Bartley, colíder de la formación. “En las encuestas ya hemos superado a los liberaldemócratas y en estas elecciones hemos visto que no hay zonas donde el Partido Verde no pueda ganar”.

Las causas del crecimiento

“Se ha producido un realineamiento político en el que han emergido nuevos temas. El eje izquierda-derecha ya no es el único y hay un nuevo eje sociocultural más posmaterialista. Este eje hace que una parte del electorado sea más propenso a votar por temas como igualdad de género, minorías, conciliación, medioambiente… Proponen un cambio de modelo económico moderado y lo combinan con una agenda progresista en términos sociales”, dice Luis Cornago, analista de riesgo político en Teneo.

“El consenso económico en Occidente está virando y muchos de los temas que antes podían ser radicales ahora son más mainstream: política industrial, de inversión, digitalización… el mundo cambia y lo hace en un sentido favorable a los verdes”, dice Cornago. “Muchos de los temas que por ejemplo el FMI y la OCDE están poniendo sobre la mesa los están cubriendo los verdes”.

La emergencia de este nuevo eje político posmaterialista es el que explica también el auge de la extrema derecha en los últimos años, según el analista. “Ambos partidos emergen y se desarrollan alrededor de los temas culturales. Temas como la integración, el medioambiente, la migración… Son muy importantes para ambos, aunque tienen visiones radicalmente opuestas”.

Según Urtasun, “el voto verde es en gran parte un voto de reacción al ascenso de la extrema derecha”. “Mucha gente ha encontrado en una papeleta abierta, cosmopolita, feminista y defensora de los derechos la mejor papeleta para hacer frente a la extrema derecha. No creo que sean dos fenómenos que funcionen en paralelo, pero sí me atrevo a decir que el voto verde se nutre en gran parte de voto antifascista”.

“La primera razón y la más obvia de este ascenso es la creciente preocupación de la ciudadanía europea por los temas climáticos. Toda la movilización que ha habido de los jóvenes en los últimos años ha influido”, señala Urtasun. “También les está favoreciendo ser una voz fuertemente europea y la entrada en crisis de la socialdemocracia en muchos países, que no ha sabido adaptarse a los retos del siglo XXI. En muchos casos ese voto progresista está migrando hacia los verdes”.

Otra de las grandes razones del ascenso es que han dejado de ser partidos “de un solo tema”. “El crecimiento de los verdes se explica en gran parte porque han dejado de ser el partido de un tema. Su tema fundacional, la ecología, les hace fuertes porque está en la agenda y preocupa, pero ello solo no explica su crecimiento. Si los verdes fueran concebidos exclusivamente como un voto por la defensa del medioambiente, no tendrían el nivel de voto que tienen ahora”, dice Urtasun. Cornago coincide: “Tiene mucho más que ver con cambios estructurales en los sistemas electorales contemporáneos que van más allá del medioambiente”.

España y el caso del sur de Europa

La ola verde golpea, sobre todo, en el centro y norte de Europa, mientras que en el sur no ha llegado con tanta fuerza. “No es tan marcado en estos países generalmente porque es una región donde las cuestiones materiales siguen teniendo mucho más peso. Los problemas sociales son más grandes y el Estado de bienestar es más pequeño. Ahí quizá a los verdes les ha faltado lograr ser más competitivos”, dice Urtasun. Cornago apunta en la misma dirección: “Esta segunda dimensión de temas socioculturales ha sido menos relevante en los países del sur, aunque ahora está creciendo”.

“En el sur, la ola verde ha tardado más en llegar por razones principalmente históricas, debidas en España por ejemplo a la llegada tardía de la democracia y la fagocitación de lo verde por el espacio poscomunista”, sostiene Marcellesi.

“La izquierda francesa, por ejemplo, es mucho más productivista, más pronuclear, que la española y eso ha hecho que los movimientos ecologistas no se sintieran representados por la izquierda tradicional. En España es diferente porque esa izquierda tradicional y los sindicatos han sido más sensibles a la cuestión ambiental, provocando que las energías ecologistas se canalizaran a través de estos partidos”, añade Urtasun.

Pero para Marcellesi, eso se ha acabado: “Con las elecciones de Madrid, España se ha alineado plenamente con el resto de Europa. El 4M es un punto de inflexión histórico: con 17% y 600.000 votos, una candidatura verde, conformada por Más Madrid y Verdes Equo, es la principal fuerza de la oposición. La ola verde también ha llegado a España”.

En España, la candidatura de Más País liderada por Íñigo Errejón está intentando posicionarse como un partido homologable a los verdes europeos.

“Quieren ocupar ese espacio, pero por el momento no han sido muy exitosos a nivel nacional”, dice Cornago. Sin embargo, “la forma en que Más Madrid está emergiendo encaja con el surgimiento de fuerzas verdes en otros países que empiezan a nivel local”, explica. “En el corto plazo no está claro si en España existe ese espacio. Hasta ahora, las diferencias entre Iglesias y Errejón eran más a nivel estratégico que ideológico. Con el tiempo Más País puede ganar ese espacio, pero tienen que desmarcarse y lo están intentando”.

La opción de alternativa al panorama político actual podría ser una baza.

“Los verdes están en una situación idónea para ocupar un papel central en la política europea y española. Ante una socialdemocracia en crisis identitaria y electoral, disputan la hegemonía política de los que no se conforman con las injusticias y la insostenibilidad. Son la nueva esperanza del siglo XXI”, afirma Marcellesi.

Urtasun tiene la misma visión: “Trabajamos por convertirnos en la gran fuerza europea del siglo XXI, esa es nuestra ambición. Si la Europa del siglo XX la protagonizaron los socialdemócratas y democristianos, que fueron las dos grandes familias europeas, la gran fuerza destinada a protagonizar la política europea del siglo XXI son Los Verdes. Estamos sabiendo conectar mucho más con los retos del siglo XXI que los partidos tradicionales”, concluye. “No hay límite a nuestro crecimiento y la posibilidad de gobernar en Alemania rompería otro tabú, y es que no somos un partido de cultura de Gobierno”.