Entrevista

Alia Mamduh, escritora iraquí: “Hay que condenar a Rusia, pero Occidente es el gran defensor del doble rasero”

La escritora iraquí Alia Mamduh salió de su país en 1982, pero apenas escribe de otra cosa: “Solo me queda escribir de Irak”. A sus 78 años, se sienta en un hotel de Madrid horas antes de presentar en Casa Árabe su novela ‘Al Tanki: tras las huellas de una mujer iraquí’ y coge carrerilla para criticar la invasión estadounidense, el bloqueo político actual en su país y la censura que ha sufrido en prácticamente todo el mundo árabe con sus escritos contra la dictadura, el machismo y el patriarcado.

“Cuando veo las imágenes de lo que pasa en Ucrania, me acuerdo de mi país. Eso lo hemos vivido nosotros: guerras, desplazamientos masivos, bombardeos indiscriminados…”, dice la escritora. “Me identifico con esa gente ucraniana que está siendo arrasada y por tanto hay que condenar a Rusia, pero todos sabemos que Occidente, especialmente en Irak y en el mundo islámico, es el gran defensor del doble rasero y la hipocresía”, añade. 

Salió de Irak en 1982. ¿Por qué?

No salí del país por cuestiones políticas, sino que fue una decisión personal, derivada de una serie de divergencias con quien era mi esposo entonces. Además, en ese momento el servicio militar era obligatorio, estábamos en plena guerra con Irán y a mi hijo único lo iban a llamar a filas. Yo no quería que fuese y cogimos al muchacho y nos fuimos a Francia. Allí estuvimos un pequeño periodo y después fuimos a Marruecos, donde trabajé como directora de un periódico saudí.

Solo volví a Irak en el 87 a un festival literario de una semana. Sigo llevando Irak dentro, su gente, sus problemas, sus olores... Pero el Irak de hoy no es el que yo conocí. Ese Irak ya no existe. Toda la gente que estaba allí ya no está: ha emigrado, han sido forzados al exilio o han muerto. El barrio que describo en la novela se ha convertido en ruinas. Lo único para lo que volvería a Irak es para denunciar el gran crimen cometido contra el país a raíz de la intervención estadounidense.

Irak es para mí como mi propia existencia. No me queda otra cosa que escribir sobre Irak. Si no, ¿de qué puedo escribir?

Después de lo vivido en su país en 2003, ¿qué opina de la reacción de EEUU y otros países de Europa a la invasión de Ucrania?

Todos sabemos que Occidente, especialmente en Irak y en el mundo islámico, es el gran defensor del doble rasero y la hipocresía y lo sufrimos notablemente con la lucha contra el llamado terrorismo internacional. Lo que está pasando en Ucrania, sin embargo, es algo distinto. Se trata de un conflicto entre dos países europeos en el que también hay una cuestión relacionada con la OTAN, los intereses geoestratégicos de Rusia y una serie de errores internacionales.

Cuando veo las imágenes de lo que pasa en Ucrania, me acuerdo de mi país. Eso lo hemos vivido nosotros: guerras, desplazamientos masivos, bombardeos indiscriminados… Me identifico con esa gente ucraniana que está siendo arrasada y por tanto hay que condenar a Rusia. Pero también hay que condenar a Occidente. Nosotros conocemos a Occidente y sabemos que dice una cosa y hace otra y que juega de manera sibilina. Había una serie de pactos con Rusia y se han incumplido. Ya está bien de que en Europa seáis los siervos de EEUU. Sois países fuertes y Washington tiene su propia política para Oriente Medio y para Europa, perjudicial para vosotros mismos.

La política exterior de EEUU es un cáncer y los europeos deberían darse cuenta de que EEUU casi nunca ha dicho la verdad sobre sus proyectos y sus intenciones. Ya está bien de que en Europa seáis los siervos de EEUU

Todas las guerras de América son fuera de su país y para conseguir una estabilidad interna trata de exportar esos conflictos. Europa es uno de los grandes derrotados del conflicto en Ucrania y desde un punto de vista de una persona que ha sufrido hace 20 años una invasión de Irak y que ha ido viendo todo el proceso de acoso y derribo en Oriente Medio, todo esto no le suena nada nuevo. La hegemonía estadounidense está en decadencia y hay una situación de podredumbre desde dentro que a la vez está originando que se exporten los conflictos y que se cree un estado de tensión con la finalidad de mantener el mayor tiempo posible este estado de dominación que no es real. 

En realidad, lo que pasó en Irak fue una demostración de fuerza, pero no de dominio. Hoy EEUU todavía es capaz de entrar en clase, poner a los alumnos malos contra la pared y ordenar sanciones, quitarles o darles armamento… pero eso está desapareciendo. También lo vemos en el aspecto racial: el grupo blanco dominante cada vez lo es menos y hay una especie de reticencia a aceptar esta realidad.

Yo comprendo que la gente joven esté fascinada con EEUU y que no entienda que digamos que es la mala de la película. Las series, la música, hasta la ropa que llevamos... todo eso marca la forma en que los vemos. Nosotros, sin embargo, tenemos otra visión. Diferenciamos entre el pueblo americano, al que tenemos un gran respeto, y la política exterior de EEUU, que es un cáncer, en concreto en Oriente Medio. Los europeos deberían darse cuenta de que EEUU casi nunca ha dicho la verdad sobre sus proyectos y sus intenciones. Yo vivo en Francia, me siento europea y me produce un enorme pesar ver cómo los europeos una y otra vez siguen cayendo en los mismos errores con respecto a EEUU.

¿Qué supuso la invasión para usted y para su país?

La ocupación de Irak no es solo de los americanos, sino de muchos otros como iraníes, milicias y actores regionales e internacionales. Los americanos eran los que mandaban y a pesar de que salieron en 2011, dejaron sus consejeros y asesores y son los que controlan el país entre bastidores.

Uno de los protagonistas en la novela Al Tanki se llama Mujtar, que pasa todo el tiempo borracho para olvidar el desastre, pero dice una frase que refleja muy bien el carácter de esta persona y de muchos iraquíes: ‘Mi único objetivo en esta vida es seguir vivo porque continuar con vida supone un desafío a EEUU’.

¿Ha sufrido censura en Irak y otros países árabes?

En prácticamente todos los países árabes. Hay dos novelas [no están traducidas al español], 'La garçonne' y ‘El deseo’, que están prohibidas. La primera se publicó en el año 2000 y es sobre una mujer andrógina que sufre persecución, tanto por razones políticas como por su orientación sexual. Es un alegato contra el partido Baaz y el Gobierno de Sadam Husein. La protagonista se enamora de un comunista, la encarcelan y la torturan. 

En ‘El deseo’, un hombre iraquí de 50 años, opositor político y perteneciente a la rama comunista antibaazista, se levanta por la mañana y de pronto descubre que le ha desaparecido el pene [en árabe la palabra pene comparte raíz con 'recordar']. Entonces le quitan la capacidad no solo de ser, sino también de recordar de modo fidedigno su pasado. Empieza a hacer una serie de elucubraciones sobre su vida sexual y política, como si tratara de 'reacondicionar' su existencia a partir de recuerdos fragmentados. Es una suerte de alegoría sobre cómo el individuo iraquí ha perdido la capacidad de hacer un análisis autocrítico de sí mismo y su país. También es una crítica al poder patriarcal y al poder omnímodo de ese varón que se cree el dueño de la realidad.

EEUU intentó crear una nueva realidad en Irak a lomos de sus tanques y es lo que ha convertido el país en un cadáver que apesta

Cuando va al médico da una serie de circunloquios para no enfocar el problema real, como si fuera incapaz de reconocer la naturaleza de su infortunio. Hay una escena en la que el protagonista dice: ‘Imagínense ustedes que todos los varones con poder y capacidad de mando se despiertan y se dan cuenta de que ninguno tiene pene y que cuando miran al cielo los ven todos flotando como si fuesen misiles. Estoy seguro que las guerras se acabarían’.

El único país árabe en el que se publicó fue Líbano, pero incluso allí resulta difícil encontrarlas, pues los libreros no las tienen a la vista por si acaso.

Por estos dos libros me han acusado de pornográfica, zafia, grosera y burda. Me gustaría ser todavía más zafia, grosera y burda para llegar a este nivel de zafiedad máximo que ha alcanzado este mundo. De todas formas, sé que este libro se reproduce clandestinamente en muchos países árabes.

Yo estoy al final de mis días, me dirijo hacia mi propia desaparición y me importan muy poco las críticas que me puedan hacer; y menos aún por el contenido sexual de mis obras. Me da igual si hay gente que se molesta por lo que aparece en esta o aquella novela.

¿Por qué es tan difícil formar Gobierno en Irak siete meses después de las elecciones?

Porque hay una disputa entre Irán y EEUU en tierra iraquí. Es el resultado de una situación creada en la que el país afectado no tiene soberanía propia. EEUU dirige todo entre bambalinas e Irán es el otro poder efectivo. Sobre el papel, gracias al sistema de cuotas confesional creado por los estadounidenses y la influencia de sus líderes y milicias, es la comunidad chií la que mayor dominio ejerce. Sin embargo, hay dos grandes bloques dentro de la comunidad chií. Uno es arabista y nacionalista y el otro es más partidario de una relación de alianza firme con Irán. Ese es el problema. 

Como los actores políticos internos de Irak dependen en gran medida de potencias regionales e internacionales, nos encontramos en esta situación. Carecemos de líderes con un margen razonable de autonomía. Por ello, son incapaces de ponerse de acuerdo para formar Gobierno, porque ni los estadounidenses ni los iraníes están de acuerdo con las alternativas barajadas.

EEUU no es que dejase un Estado o un sistema institucional deficiente, es que se cargó las estructuras del país y lo que nos encontramos ahora es su consecuencia. Tenemos una corrupción política institucionalizada. El problema está en nosotros, en nuestras élites y dirigentes, que se han convertido en una especie de asociados de estos intereses externos.

¿Ha superado Irak el sectarismo entre suníes y chiíes?

En Irak hay un sistema de cuotas confesionales que impuso EEUU. Ahora, la religión y la pertenencia confesional se han convertido en un negocio. Cuantos más miembros tienes en tu comunidad, más influencia tienes. Nos hemos metido en un círculo vicioso y este enfrentamiento conviene más a las élites de la comunidad mayoritaria, que es la chií.

¿Ese sectarismo existía antes de 2003?

Puede que lo hubiese, pero era muy ligero. Yo nunca supe si era sunní o chií. En mi familia teníamos abuelos sunníes y chiíes. Nunca supe quién era qué ni en qué se diferenciaban unos de otros. Tampoco me interesaba ni importaba mucho. De hecho, no descubrí que tenía parte sunní y chií hasta que me casé, pero a lomos de los tanques de EEUU se trajeron un Gobierno completo e intentaron crear una nueva realidad que es lo que ha convertido Irak en un cadáver que apesta. Cualquier persona que se acerque notará ese olor.

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