Una acampada y asambleas políticas en el espacio público renuevan la revolución brasileña
Las revueltas brasileñas siguen mutando.Cambia de rostro, remezcla imaginarios globales. Cocina recetas inéditas. Y desconcierta a políticos, activistas y a buena parte de la población. Mientras un sector de la izquierda - sobre todo en São Paulo - intenta retomar redes y calles antes el avance de grupos de derecha en las protestas, las revuelta crece de forma totalmente descentralizada. Un grupo de jóvenes acampó el viernes por la noche en la avenida Delfim Moreira, cerca de la casa del Gobernador del Estado de Río de Janeiro, el convervador Sergio Cabral. En Belo Horizonte continúan las manifestaciones contra el aumento del precio de los billetes del transporte público. La periferia de São Paulo hizo el viernes una demostración de fuerza en el Capão Redondo, una de las favelas más emblemáticas. La avenida Paulista, que durante la noche del viernes estuvo tomada por el movimiento LGBT, ayer aglutinó a los enemigos del proyecto de ley PEC 37 (con más simpatías de la derecha que de la izquierda). Y decenas de ciudades del interior siguen saliendo a las calles.
El surgimiento de las asambleas políticas en el espacio público tal vez sea una de las grandes novedades. El viernes, en una reunión en petite comité en un apartamento de São Paulo, un grupo de activistas advertía a un político influyente que envía mensajes a Brasilia que “las asambleas populares en el espacio público” o “consejos populares” están en marcha. “Será una forma de asustar a los conservadores. Ellos no se van a sentar a hablar de tú a tú con el pueblo”, advertía un activista. “Lo que no podemos contraponer es la democracia participativa como antagonista a la representativa”, comentaba el político con preocupación. El deseo de asamblea es común en foros de Facebook, blogs, listas de correos. Célio Turino, una voz respetada en el país, pidió en su blog Asambleas y Consejos Populares Ya. Y el lunes hay convocada una gran asamblea popular en Río de Janeiro. Todo apunta a que São Paulo se unirá el lunes o el martes.
Pero la realidad se ha adelantado a la estrategia coral. En Vitoria, capital del Estado de Espíritu Santo, se celebró ayer su Primera Asamblea General, bajo el lema Não é por 0'20 centavos. Una asamblea, en palabras del activista local e investigador de redes Fabio Malini, “en la que salieron muchos asuntos, porque no hay una estructura partidista”. La lista de peticiones, colocadas en el evento de Facebook, es larguísima, de la “demarcación definitiva de tierras Indígenas” a la “reforma política hacia una democracia participativa”. En Campos de Goytacazes, una ciudad de Río de Janeiro, se celebró ayer otra asamblea política en el espacio público. “Estamos en el jardín São Benedito discutiendo la próxima manifestación” , comunicaba Marcelo Saldanha, que trabaja con inclusión digital y tecnología, en su perfil de Facebook. En la Zona Este de São Paulo, una area popular, también se están celebrando asambleas. ¿Vivirá Brasil una ola de asambleas políticas en el espacio público como vivió España con el movimiento 15M o vive Turquía en estos momentos?
“Tenemos que aprender por un lado de la estrategia de Anonymous y por otro lado de las asambleas del 15M en España”. La frases es de Pena Schmidt, un gestor cultural de la ciudad, en una reunión en São Paulo en la que están presentes algunas de las voces más influyentes en las redes brasileñas. El ambiente es intenso. Hay adrenalina. Sentido de responsabilidad. Pero se respira cierta respiro. La llegada de la derecha a las manifestaciones dejó en primer momento desconcertados a los movimientos sociales. Pero el propio flujo de las revueltas - orgánico, libertario, en red - empieza a dirigirse lejos de los deseos de las élites. “Lo que tenemos que reconocer que ha nacido un nuevo sujeto político, al margen de la vieja política”, asegura el periodista Antonio Martins. “Son protestas muy distribuidas, no hay centralidad”, afirma Sergio Amadeu, conocido estudioso de redes. De repente, en medio de la reunión, Brasil marca gol contra Italia, en la Copa de las Confederaciones. Poco interés. “¿Alguien ha escuchado gritos en la calle? no, ¿verdad?”, dice alguien riendo.
Ante el freno de las manifestaciones del Movimento Passe Livre - que anunció que dejaban la calle por la intromisión de grupos de derecha - Jõao Brant, de Intervozes, lo tiene claro: “no podemos dejar las calles, porque ellos (la derecha) van a seguir en ellas”. No controlamos nada, apunta alguien. Imposible imponer nada. Las calles hierven. Viven. “Es un error pensar que esa gente era de derecha. Es un espectro político muy amplio”, matiza el músico Alex Antunes. No podemos alejarnos de lo nuevo, medita alguien. Al final de la reunión, surgen algunos puntos en común, como intentar unir a los manifestantes “contra los grandes grupos de medios”, uno de los gritos de las revueltas. De hecho, para hoy hay convocado en Facebook el Primer Boicote Nacional à Rede Globo: “Apaga la TV o cambia de canal!”.
La reunión se dispersa. Pero la conversación fluye como un eco constante. En coches, taxis, bares, vagones de metro, parques. Es un eco de sirenas, de gritos, de risas. No hay horarios. Sólo deshoras. Comidas-cenas. Adolescentes con las mejillas pintadas y carteles en la mano. Un eco enérgico, vibrante, tejido de miradas de complicidad. Al encender el ordenador, las voces surgen en los grupos de Facebook. En las listas de correos. Alguien llama para una conversación privada en Cryptocat (un plataforma encriptada). Un colectivo prefiere pasar una información en un canal de chat privado de IRC. Suena el teléfono. La televisión escupe su sinfonía de disturbios, bancos quemados y encontronazos con la policía en varias ciudades. Bruno Cava, vinculado a Occupy Rio, resume en su blog la Perplejidad de las calles: “No es una cómoda para nadie. La izquierda tradicional está perpleja: no es como esperaban. Todo parece error y deformación. Tenemos una elección que siempre deseamos: vivir nuestro tiempo histórico”.