En 2020 fueron asesinadas en Estados Unidos casi 5.000 personas más que en 2019. Un salto del 30% en solo un año, la mayor subida desde que el país empezó a llevar la cuenta hace seis décadas. Aún está muy lejos de los peores días de los años 90, cuando la cifra total de homicidios era todavía un 30% mayor, pero es imposible no preguntarse por qué está pasando esto. Hay muchas respuestas y casi todas tienen parte de razón.
Una de las principales explicaciones para este extraordinario subidón de los asesinatos es que 2020 fue un año ciertamente extraordinario, el año de la pandemia. Con los confinamientos, bajaron sustancialmente buena parte de los crímenes en general: los robos, por ejemplo, cayeron casi un 8%, probablemente porque es más difícil robar cuando todo el mundo está metido en casa. Sin embargo, desde un primer momento se vio que los homicidios iban a ir en sentido contrario.
Primero están los efectos económicos de la pandemia. Algunos estudios han detallado todas las formas en las que una mala economía hace subir el número de crímenes violentos y la lista es una descripción de 2020: desempleo, caída del PIB, aumento de la pobreza... pero además la COVID-19 trajo un empeoramiento general de la salud mental en Estados Unidos y puso más difícil recibir atención profesional. Esa tensión y falta de paciencia que todos vemos se refleja también en las estadísticas de crimen, donde la causa más habitual de un homicidio en 2020 fue una discusión que empezó por un insulto.
Armas, políticos y policías
Todo el mundo está más o menos de acuerdo en los efectos de la pandemia en el aumento de los asesinatos, pero el debate político va por otros caminos. Los demócratas hablan de limitar el derecho a llevar pistolas y rifles, ya que en 2020 subió diez puntos el porcentaje de asesinatos cometidos con arma de fuego, ya son más del 75%. Los republicanos, por su parte, tirarán de un argumento electoral que rara vez les ha fallado: lo que hace falta es más mano dura y más policía. Los dos tienen datos a su favor, pero también algunos en contra.
Es cierto que 2020 fue un año que batió récords en la venta de armas en Estados Unidos. La inestabilidad es el mejor aliado de ese negocio y hubo mucha: la pandemia, el caos postelectoral, las manifestaciones masivas... Los investigadores han demostrado que hay relación entre la posesión de armas y el número de homicidios, pero no está claro que esta se manifieste inmediatamente después de la compra, sino más tarde. Por tanto, por mucho que quieran los demócratas, el aumento de las ventas de armas no explica el subidón de los asesinatos en 2020.
Los republicanos tienen su explicación alternativa. Dicen que los movimientos contra el racismo policial han llevado a la policía a “tener miedo de actuar” y que ahí está la clave del aumento de los crímenes violentos. Sí es verdad que hay estudios que apuntan a una subida de homicidios en las ciudades donde ese tipo de protestas han sido más activas, pero cuando los conservadores atacan a las políticas “blandas” de las grandes ciudades (casi siempre gobernadas por demócratas) es ahí donde su argumento hace aguas.
El aumento de los homicidios ha sido nacional, no se ha centrado en las grandes ciudades que además siguen lejísimos de las cifras de muertos que manejaban en sus peores tiempos. En 1990 entre Nueva York y Los Ángeles concentraban el 13,8% de los asesinatos de EEUU y ahora apenas el 3,8%. Es cierto que en solo un año Nueva York ha visto subir esos crímenes de 319 a 500, pero es que en 1990 tuvo 2.200. Con esos datos el argumento de Trump del “caos de las ciudades demócratas” no tiene mucho sentido.
La batalla política se está encendiendo, pero la solución al problema no está nada clara. Los estadounidenses están cada vez más preocupados por el aumento de la criminalidad, pero a la vez no creen que la solución sea poner más policía en la calle, que es precisamente por lo que abogan los republicanos. Lo que es seguro es que será un tema que reciba cada vez más atención porque, además del aumento espectacular de 2020, en lo que va de 2021 el número de asesinatos cometidos en Estados Unidos sigue subiendo.