La historia no se repite, pero le gusta hacer referencias al pasado. En 1968, el presidente y candidato demócrata Lyndon B. Johnson renunciaba a la nominación antes de la convención que el partido celebraba en Chicago. Medio siglo más tarde, Joe Biden ha renunciado a la candidatura demócrata y ha nombrado a Kamala Harris como su sucesora poco antes de que se celebre la convención del partido, también en Chicago.
En 1981, intentaban asesinar al republicano Ronald Reagan a la salida del Hilton Hotel en Washington. El 13 de julio de este año, Thomas Crooks disparaba contra Donald Trump durante un mitin en Butler. El expresidente sobrevivió por una cuestión de milímetros. Aun así, el país nunca antes había tenido un candidato convicto y tampoco había visto en el último siglo como un expresidente intenta repetir un segundo mandato después de perder en las elecciones anteriores. “Esta campaña es única y no se puede tomar como precedente nada de lo que haya pasado. Cualquiera que piense que sabe lo que va a suceder está absolutamente equivocado”, expone el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Delaware, David Redlawsk.
Dos hechos del siglo pasado y que estaban separados por más de una década, han resonado en menos de tres semanas en la actual campaña electoral de Estados Unidos, acelerándola vertiginosamente. “Sin duda se trata de la campaña más turbulenta que hemos tenido en la historia moderna”, afirma Hans Noel, politólogo de la Universidad de Georgetown y autor de Political Ideologies and Political Parties in America. Cuando en mayo el jurado de Nueva York convertía a Donald Trump en el primer expresidente de la historia del país condenado por un caso penal y auguraba una campaña con un presidenciable convicto, nadie se imaginaba que aún había más momentos “históricos” por delante.
Vietnam y Palestina
A pesar de que ya existiera el precedente de Johnson retirándose de la candidatura en el 68, los tempos y las formas fueron muy distintos. Cuando el por entonces presidente demócrata decidió renunciar a la candidatura, fue por la impopularidad que le habían granjeado las protestas universitarias contra la guerra de Vietnam. Otro fantasma que también ha perseguido a Biden los últimos meses: la Universidad de Columbia, donde empezaron las acampadas propalestinas que se extendieron por el resto de campus del país, fue también el escenario de una de las manifestaciones más importantes contra la guerra de Vietnam.
El rol de EEUU es muy diferente hoy en la guerra de Gaza que en la de Vietnam. Norteamérica no tiene hombres batallando en suelo palestino, aunque es el principal aliado de Tel Aviv y suministrador de armas. Tampoco ha sido la impopularidad nacida de la implicación estadounidense en el conflicto palestino lo que ha tumbado a Biden. En este caso, el presidente se ha retirado debido a las presiones internas de su partido después de ser arrinconado entre falsedades por Trump durante el debate de la CNN el pasado 27 de junio. Parce que fue hace una eternidad cuando un Biden frágil dibujaba un punto de inflexión en la campaña, y a penas se ha cumplido un mes.
“No es realmente una situación comparable. Cuando Johnson renunció fue en marzo, cuando aún faltaban meses para el verano. Así mismo, los caucus y las primarias no tenían tanta importancia y en la década de los 60 era normal no saber quién sería el candidato hasta la convención. Pero en la historia reciente no hemos tenido nada como esto”, expone Noel, que ve muy difícil utilizar el desenlace de la convención de Chicago del 68 para interpretar la actual campaña demócrata.
Humphrey vs Harris
En el Chicago del 68, quien al final ganó fue el entonces vicepresidente Hubert Humphrey en un proceso de nominación abierto. Tres meses después, Humphrey perdía contra el republicano Richard Nixon. La convención de este año también se prevé como un proceso abierto, según el Comité Nacional Demócrata, pero la vicepresidenta Kamala Harris ya tiene asegurados los delegados suficientes para ser nominada.
La irrupción de Harris ha supuesto una inyección de energía entre los votantes demócratas. Incluso el posicionamiento más crítico que está teniendo con Israel (aunque sin salirse de las líneas oficiales de “apoyo inquebrantable”) puede ayudarla a recuperar popularidad entre todos esos votantes que le dieron la espalda a Biden debido a la guerra de Gaza. Cuando Humphrey fue elegido candidato, arrastraba la impopularidad por la guerra del Vietnam, la cual se agravó con las protestas anti-guerra durante la celebración de la convención de Chicago. Además, ese mismo año había muerto tiroteado el demócrata Robert F. Kennedy, hermano del presidente John F. Kennedy, quien también se había presentado a las primarias del partido y gozaba de mayor popularidad por su implicación en el movimiento de los derechos civiles.
En medio de una campaña donde Trump había dibujado una estrategia basada en atacar la edad de Biden, la aparición de Harris, de 59 años, ha dado un vuelco completo al panorama y ha dejado al republicano como víctima de sus propia trampa. Ahora es él el anciano y el que podría acabar el mandato como el presidente más viejo de la historia del país si es reelegido. Trump ahora tiene 79 años, si asumiera un segundo mandato dejaría el Despacho Oval a los 83 años. Biden lo va a dejar a los 81.
La bala que sacudió la campaña
Antes de que el cambio de nombre en la papeleta electoral eclipsara la campaña, el disparo de ocho balas, una de las cuales rozó la oreja derecha de Trump, trastocó por completo la campaña (una vez más). El tiroteo contra Trump hacía resonar el eco de la violencia política, un capítulo que pertenecía al siglo pasado y que se había dado por cerrado después del atentado contra Ronald Reagan.
La bala de Reagan no lo dejo solo con una gasa en la oreja, sino que lo envió de bruces al hospital. El intento de asesinato del republicano conmovió tanto al país que le dio un empujón a su popularidad, y según sus biógrafos, también le ayudó a volver a ganar las elecciones. Los intentos de asesinato contra presidentes, normalmente influían en el sentido del voto haciendo que votantes de un bando acabaran eligiendo el del otro partido. En el caso de Reagan en las elecciones del 84 ganó en todos los estados, menos uno, Minnesota, y consiguió que zonas históricamente azules se tiñeran de rojo.
En el caso de Trump, dada la polarización de la sociedad, es muy difícil que esto suceda, tal como explica la doctora en política americana de la Universidad de Virginia, Carah Ong Whaley. Esto también se debe a que Crooks era un joven blanco de 20 años y que estaba registrado como votante republicano, por lo que Trump ha tenido mucho más complicado construir una narrativa aún más movilizadora en torno al atentado. “Si hubiera sido un inmigrante probablemente el impacto habría sido muy distinto”, señala Redlawsk. Que el fin de semana siguiente Biden renunciara, tampoco ayudó a sostener mucho más el foco sobre el tiroteo.
Con cada giro de guion - el debate de la CNN, el atentado contra Trump y la irrupción de Harris- ha dado la impresión de que, en su momento, ya estaba decidido el ganador del 5 de noviembre. Pero tanto Redlawsk como Noel avisan de que no hay nada más alejado de la realidad. “No creo que tengamos una buena historia sobre la que basarnos en esta elección. Es simplemente única. Basamos lo que pensamos en precedentes históricos, y eso incluye las encuestas. Cuando los encuestadores nos presentan cifras, estas se basan en modelos que se basan en parte en la historia. Y no creo que la historia nos diga mucho sobre esta elección”, avisa Redlawsk sobre las encuestas.
Para Noel está claro también que, visto como ha evolucionado la campaña en este último mes, es muy difícil poder predecir cómo llegaran ambos partidos al noviembre: “En este momento, es prometedor para los demócratas. Pero todavía queda mucha campaña por delante, y las cosas pueden cambiar”.