Estados Unidos ha aprobado el envío de bombas de racimo para el ejército de Ucrania después de seis meses sopesando esta petición del Gobierno de Volodímir Zelenski, según anunció este viernes la Casa Blanca. Esta decisión supone un claro distanciamiento de los aliados europeos, que firmaron la Convención sobre Municiones en Racimo, un tratado internacional que prohíbe desde 2010 el uso de esta peligrosa arma por sus consecuencias para los civiles.
Entre los países que no se han adherido a este tratado se encuentran Estados Unidos, Rusia y Ucrania. Pero Estados Unidos sí tiene una ley que prohíbe la fabricación, almacenamiento o transferencia de armas que tenga un margen de error superior al 1% (según el Pentágono, los últimos tests indican un 2,35% de error de las bombas de racimo que están siendo barajadas para Ucrania). Según el Washington Post, Biden podría saltársela utilizando otra legislación que permite dar ayuda a un país en casos extremos que se consideren vitales para Estados Unidos.
En rueda de prensa, el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, aseguró que se trata de armas para que las tropas ucranianas “se defiendan y defiendan a sus ciudadanos”, pero reconoció que es un peligro extra para los civiles y que “ha sido una decisión difícil”.
“Reconocemos que las bombas de racimo crean un riesgo para los civiles por artefactos sin explotar. Por eso hemos retrasado la decisión lo máximo que hemos podido. Pero también hay un enorme riesgo para los civiles si las tropas y los tanques de Rusia aplastan las posiciones ucranianas y toman más territorio y subyugan a más civiles ucranianos”, dijo.
Sullivan insistió en que las bombas que están considerando tienen menor margen de error que las bombas rusas. “Las municiones de racimo que daríamos tienen ratios de error mucho más bajos de las que utiliza Rusia, no más del 2,5%”, dijo. Según Sullivan, las bombas de racimo que están utilizando las tropas rusas tienen un margen de error que ronda entre un 30 y un 40% y los soldados rusos las están utilizando específicamente contra los civiles.
Varios de los principales asesores del presidente Joe Biden, incluido el secretario de Estado, Antony Blinken, recomendaron al presidente aprobar esta decisión en una reunión con altos funcionarios de seguridad nacional la semana pasada. El Departamento de Estado ha sido hasta ahora el más reticente, tanto por razones humanitarias como por la preocupación de alejarse de sus aliados. Reino Unido, Alemania, Francia y España están entre los firmantes de la convención contra las bombas de racimo en 2008.
Los gobiernos de Francia y Alemania no criticaron este viernes a Estados Unidos, pero insistieron en que no mandarán este tipo de armas y seguirán respetando la convención internacional. La decisión de la Administración Biden llega justo cuando se va a celebrar una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la OTAN en Vilna, Lituania, los próximos martes y miércoles.
Rusia ya ha utilizado este tipo de armamento contra Ucrania, en ataques dirigidos contra civiles, incluidos niños, según documentó la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, entre otras organizaciones. La ONG Human Rights Watch denunció este jueves que ambos ejércitos, ruso y ucraniano, las están utilizando y pidió que dejen de hacerlo.
Biden responde a la petición del presidente ucraniano, que argumenta que estas bombas, que dispersan pequeñas municiones letales, son la mejor forma de luchar contra las tropas rusas atrincheradas que bloquean la contraofensiva ucraniana para recuperar su país ocupado. Un alto cargo estadounidense dijo el jueves que las armas son “100% necesarias” para ayudar en el actual campo de batalla.
Según el New YorkTimes, los altos cargos de seguridad nacional de Estados Unidos han tenido reservas sobre estas armas, pero ahora creen que no tienen elección porque Ucrania se está quedando sin la artillería convencional que necesita para defenderse de Rusia.
Prohibidas en más de 100 países
Hasta 110 países se han adherido a la Convención sobre Municiones de Racimo, que prohíbe el uso, desarrollo, producción, adquisición, almacenamiento y transferencia de este tipo de armas desde 2010.
Según Naciones Unidas, se trata de un tipo de arma que consiste en un dispensador desde el que se dispersan muchas minibombas en áreas amplias. Este tipo de armas pueden ser lanzadas con aviones, artillería o misiles, según el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Uno de los mayores riesgos que conllevan es que pueden no explotan, lo que crea un potencial impacto humanitario para la población civil durante una guerra y también años después. En conflictos recientes, según estimaciones citadas en un informe de la Cruz Roja, entre el 10 y el 40% de las minibombas dispersadas no han explotado, por lo que la probabilidad de que este tipo de armas mate a una persona años o incluso décadas después de su fin es muy alta. El Pentágono asegura que las que está considerando para Ucrania, según sus datos, tienen un porcentaje de fallo menor.
Denuncias de las organizaciones humanitarias
La organización Human Rights Watch denunció este jueves el uso de bombas de racimo por parte de Rusia y de Ucrania y pidió a Estados Unidos que no envíe este tipo de municiones al ejército ucraniano. “Las fuerzas ucranianas han utilizado munición de racimo que ha causado la muerte y heridas serias a civiles. Las fuerzas rusas han usado de manera extensiva munición de racimo, causando numerosas muertes de civiles y heridas graves”, señala el comunicado de la organización.
El asesor de la oficina presidencial ucraniana, Mykhailo Podolyak, criticó a la ONG en Twitter por “acusar a los ucranianos de no desarmarse lo suficiente” mientras Rusia invade Ucrania y “desencadena una guerra genocida brutal en la que mata civiles, organiza ejecuciones públicas, viola a mujeres y secuestra niños”.